Disuasión y amenaza: el despliegue militar de EE.UU. en Oriente Próximo no se veía desde 1991
El peor escenario para el Pentágono es una implicación de Hezbolá, que tiene buena preparación militar y armas sofisticadas
La crisis entre Israel y Hamás está propiciando un despliegue de las fuerzas estadounidenses como no se había visto desde hacía mucho tiempo. Los aliados de Washington agradecen un movimiento de tropas con el que se pretende disuadir a Irán -y sus extensiones- de extender el conflicto de Gaza. Los enemigos de Washington lo ven, sin embargo, como una amenaza para la estabilidad de toda la región. Probablemente, se trata de ambas cosas, disuasión para unos y amenaza para otros.
De hecho, se trata de un despliegue que no tiene precedentes desde 1991, cuando la operación Tormenta del Desierto se puso en marcha para expulsar al Irak de Sadam Husein de Kuwait. Pero si en ese momento el despliegue suscitó reacciones negativas entre algunos países árabes, como Arabia Saudí, el actual despliegue solo lo critica Teherán por razones obvias.
Washington ha enviado un portaaviones al Mediterráneo oriental y otro se está acercando a Oriente Próximo desde el océano Índico. A cada portaaviones le acompaña una considerable flota de barcos de guerra. Los movimientos son dirigidos contra el grupo libanés Hezbolá y también contra Irán, en un momento en el que no está claro cuál será el alcance de la guerra, es decir, qué desarrollo y qué consecuencias tendrá.
El peor escenario para el Pentágono es una implicación de Hezbolá, el partido chií que tiene una buena preparación militar y armas relativamente sofisticadas. La última vez que entró en serio en guerra causó decenas de muertos entre los israelíes. Los estrategas israelíes consideran que hoy su preparación es mejor, sin olvidar que Hezbolá tiene miles de cohetes y misiles preparados y siempre guarda alguna sorpresa espectacular.
Una petición de ayuda clara
Por el momento, los incidentes en la frontera israelí-libanesa son limitados. Cada día hay intercambio de fuego entre las milicias de Hezbolá y las tropas israelíes y ha habido decenas de muertes entre los libaneses y alguna entre los israelíes. Pero ambas partes están ejerciendo autocontrol para evitar una guerra total. Naturalmente, hay circunstancias que pueden desencadenar un conflicto de mayor intensidad, aunque la intervención de Irán, de una manera directa, parece más difícil.
Israel ha pedido ayuda a Estados Unidos de forma clara por primera vez . El ataque del 7 de octubre ha dejado un regusto de impotencia y vulnerabilidad que los israelíes nunca habían sentido. Para atar las manos a Teherán, Washington también está desplazando barcos de guerra a las proximidades de Irán, donde estos días hay casualmente una pequeña flota de barcos de guerra chinos.
Algunos países de la región critican desde hace algunos años lo que consideran una actitud no amistosa de los estadounidenses, que han dejado de implicarse directamente en cuestiones de Oriente Próximo, como si esta región hubiera perdido importancia para Washington. Pero lo que está ocurriendo ahora muestra que apoyan a sus aliados, particularmente Israel, cuando existe una necesidad. El distanciamiento norteamericano de Oriente Próximo no es, por tanto, tan grande como pretenden algunos países de la zona.