El eco del horror en la cárcel de Sednaia
El edificio es el símbolo de la represión en Siria, epicentro de torturas, ejecuciones masivas y condiciones inhumanas para los prisioneros políticos, bajo el régimen de los Al Asad
Sednaia, SiriaDesde un kilómetro de distancia, el fuerte militar de la cárcel de Sednaia se levanta como un centinela sobre la colina, proyectando su oscura silueta contra el horizonte. Su presencia es un recordatorio para todo el mundo que se acerque: aquí se ha escrito uno de los capítulos más sombríos de la historia reciente de Siria.
Hoy sus muros, de nuevo grises y austeros, están pintados con los colores de la bandera de la Siria revolucionaria. "Siria libre", dice el mensaje escrito en inglés y en árabe, como un intento de desafiar el legado de horror asociado a este sitio. Pero la esperanza que prometen estas palabras parece distante, casi irreal, para quienes se han congregado en sus puertas.
Las largas filas de vehículos estacionados en los alrededores cuentan una historia diferente. Familias enteras han llegado desde todas partes del país, buscando rastros de sus seres queridos desaparecidos hace años, quizás décadas. Antes, los que visitaban a los presos debían recorrer a pie los kilómetros que separan el acceso principal de las instalaciones penitenciarias. Ahora estos caminos son intransitables, bloqueados por la marea de personas que esperan, desesperadas, alguna señal de los suyos.
Sentada en un muro bajo, Fatma, de 70 años, contempla el horizonte con una mezcla de agotamiento y dolor. Su historia es como la de otras muchas madres que han perdido a sus hijos en medio del caos del conflicto sirio. Sus dos hijos, de 21 y 19 años, desaparecieron el 23 de abril de 2012. Desde entonces, la vida de Fatma ha sido un peregrinar continuo en busca de respuestas. "¿Por qué mis hijos? Somos campesinos de Idlib. ¡Me los arrebataron sin siquiera dejarme despedir!", exclama con la voz rota. Su hija, que le acompaña, muestra las fotografías de sus hermanos. Fatma, al ver las imágenes, se pone a llorar, como si todo su dolor se desbordara de golpe.
A su alrededor otras familias comparten la misma angustia. Las noches son frías, y las hogueras improvisadas apenas logran calentar a los niños que duermen sobre mantas desgastadas. Cada rostro es un retrato de desesperanza. Aquí nadie sabe si va a encontrar lo que busca, pero nadie está dispuesto a rendirse.
El símbolo de la represión
La cárcel de Sednaia, ubicada sólo unos kilómetros al norte de Damasco, es algo más que una instalación penitenciaria: es un símbolo de décadas de represión.Bajo el régimen de los Al-Assad, este lugar se convirtió en un epicentro de torturas, ejecuciones masivas y condiciones inhumanas para los prisioneros políticos. , conocidos como la "prisión roja". Con maquinaria avanzada, intentan desenterrar los secretos que quedan. enterrados bajo el cemento. Tienen la esperanza de encontrar supervivientes, o al menos restos que permitan a las familias cerrar el ciclo de incertidumbre.
prueba de las atrocidades cometidas en Sednaia. Es una factura por la compra de 130.000 huevos, una cantidad desproporcionada que sugiere la presencia de miles de prisioneros. "El horror de este sitio va más allá de lo que los ojos humanos pueden asumir", comenta mientras señala los puntos donde las excavadoras han empezado a trabajar. laberinto oscuro y opresivo. Los pasillos están llenos de sombras y un olor penetrante de heces, sangre seca y harina rancia impregna. cada rincón. Milicianos armados, familiares desesperados y miembros de los equipos de rescate caminan entre las ruinas con la luz de los teléfonos móviles como única guía.
En uno de los pasillos, un almacén de alimentos llama la atención. Sacos de sal y harina rancia se apilan en las esquinas, aparentemente olvidados. Sin embargo, un funcionario del nuevo Gobierno de Salvación Sirio revela un macabro secreto: la sal se utilizaba para conservar temporalmente los cadáveres de los prisioneros antes de triturarlos y deshacerse de ellos. celdas, donde sus compañeros vivían junto a los cuerpos en descomposición. Después, los trituraban y los prensaban como si fueran desechos", explica con la voz impregnada de una frialdad escalofriante.
En el primer piso subterráneo, las condiciones son aún más escalofriantes. Celdas de dos metros de ancho, sin ventilación, con una letrina en una esquina y aguas negras. estancadas que emanan un pudor insoportable. Cada rincón parece contener las huellas del sufrimiento humano, un recordatorio de los horrores que se vivieron aquí.
La noticia corre como la pólvora entre las familias, que se agolpan ante una verja metálica que rodea a unas escaleras en espiral. La esperanza renace un instante. Sin embargo, minutos después, el optimismo se desvanece. , cualquier indicio, aunque sea un espejismo. La incertidumbre es un peso insoportable, pero también es el único que las mantiene en pie. Pese a los esfuerzos de los equipos de rescate, los horrores de Sednaia siguen siendo un enigma. Las historias de tortura, muerte y desapariciones se multiplican, cada una más punzante que la anterior. , como si las mismas paredes fueran testigos de un sufrimiento indescriptible. cerca, la espera es una manera de resistir. 'horror, las familias continuarán buscando a sus seres queridos. Porque, al final, lo único más fuerte que el miedo es el amor.