Israel y Hezbolá, estancados en el campo de batalla y en la mesa de negociación
El grupo chiíta asegura que el ejército israelí no ha ocupado ninguna localidad del Líbano, gracias también al terreno montañoso y complejo
BeirutDesde principios de octubre, Israel ha desplegado cuatro divisiones de élite en una ofensiva terrestre en el sur del Líbano, en un conflicto que ha alcanzado nuevas dimensiones de violencia. Esta ofensiva forma parte de una estrategia bien planificada que ha incluido sabotajes en la red de comunicaciones de Hezbollah, explosiones coordinadas y ataques quirúrgicos a sus líderes, incluido el máximo dirigente, Hassan Nasrallah, algo que ha desestabilizado la estructura de mando de la organización chiíta. Pero, ¿cómo evoluciona la guerra en Líbano, mes y medio después?
Desde entonces, las Fuerzas de Defensa de Israel han intensificado los ataques sobre túneles, almacenes de armas y centros de comunicación de Hezbollah y, según fuentes israelíes, más de 400 combatientes de la organización han muerto en las últimas semanas . Sin embargo, Hezbollah asegura que sus fuerzas han logrado mantener sus posiciones y que ninguna localidad fronteriza ha sido ocupada por el ejército israelí, lo que subraya el control que el grupo sigue teniendo en el sur del Líbano, donde opera desde hace décadas con una red de infraestructuras subterráneas y puntos de defensa fortificados.
La ofensiva terrestre israelí ha mostrado, además, la diferencia entre Hezbollah y otros grupos en la región. Mientras Hamás ha perdido fuerza en Gaza, Hezbolá, con experiencia en las guerras de Siria e Irak, presenta una capacidad de combate más desarrollada y está bien armado, según analistas militares. El terreno libanés, montañoso y complejo, ha dificultado el avance israelí en comparación con las llanuras de Gaza, lo que explica en parte la falta de ocupación de territorios.
El conflicto ha escalado hasta el punto de que el grupo chií ha comunicado la destrucción de más de 40 tanques y drones israelíes, mientras que Israel ha reportado oficialmente la muerte de 47 soldados en los enfrentamientos.
En este contexto de fuego cruzado, no existen fuentes independientes que confirmen las cifras de ambos bandos, dejando así un margen de incertidumbre sobre la magnitud real de las bajas y los daños. Sin embargo, lo que está claro es que Israel sigue expandiendo su ofensiva, que ha entrado en una nueva fase, que incluye avances de hasta cinco kilómetros dentro del territorio libanés, lo que marca un cambio en la dinámica del conflicto.
Nueva escalada y negociaciones estancadas
La nueva escalada israelí en el sur del Líbano se produce en un momento clave que coincide con la victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos, lo que podría tener repercusiones en las guerras de Gaza y Líbano, así como en la relación de Israel con el 'Irán. Durante meses la administración saliente de Joe Biden ha intentado negociar acuerdos de alto el fuego, sin éxito. Con la llegada de Trump a la Casa Blanca se prevé un giro en la política estadounidense, puesto que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha expresado públicamente su preferencia por el nuevo presidente, ya que considera que será más propenso a apoyar los objetivos militares de Israel.
Mientras, Israel ha dejado claro que no detendrá sus operaciones militares contra Hezbollah, incluso mientras se mantienen las negociaciones de alto el fuego. El reciente lanzamiento de la segunda fase de la ofensiva, con el despliegue de la 36ª División para avanzar en áreas clave del sur del Líbano, refleja la estrategia de presión que Israel está ejerciendo sobre Hezbolá. Fuentes israelíes citadas por el diario Yedioth Ahronoth confirmaron que esta expansión busca presionar al grupo libanés en las conversaciones de alto el fuego, ya que tanto Israel como Hezbollah consideran que el equilibrio de poder sobre el terreno será crucial para las futuras negociaciones.
Ante una nueva escalada, la situación en Líbano sigue siendo crítica. Mientras las negociaciones se estancan, la confrontación militar se intensifica y lleva a los dos bandos a un callejón sin salida. Israel asegura que su objetivo no es una invasión total, pero los ataques de represalia de Hezbolá y las crecientes víctimas israelíes en el norte complican aún más el panorama.
Más de 3.450 personas han muerto en Líbano desde el inicio de los ataques israelíes, la mayoría en las últimas seis semanas. El número de víctimas israelíes ha ascendido a casi 110, entre soldados y civiles, un saldo trágico que refleja el impacto devastador de un conflicto que parece no tener fin.
La prolongación del conflicto preocupa a la comunidad internacional, que teme un aumento del coste humanitario, con un Líbano al borde del colapso, y la posibilidad de una escalada que podría arrastrar a otros actores regionales, como Irán, que es el principal aliado de Hezbollah.