Israel intensifica el cerco a Gaza mientras más voces alertan del "fracaso" de la estrategia

BarcelonaUn niño de poco más de siete años camina con su hermano pequeño a hombros. Otro lleva el gato sobre el hombro, mientras sus hermanos avanzan a su lado llevando mochilas de tamaños diversos. Una tercera de la misma edad arrastra un cochecito con otras dos criaturas dentro. Y al lado, una silla de ruedas que utiliza de carretilla donde se apilan bolsas llenas de ropa. Son algunos de los vídeos e imágenes que corren por las redes sociales sobre el éxodo masivo de Ciudad de Gaza.

Desde que las tropas israelíes empezaron el martes la ofensiva terrestre sobre la capital de la Franja, cientos de miles de personas han abandonado la ciudad a pie o hacinados en coches y camiones: 450.000 según el ejército, y 250.000 según la ONU. El resto del millón de desplazados que habitaban, 740.000 personas según la Oficina Central de Estadísticas de Palestina, se han quedado allí. Algunos porque no tienen dinero por huir después de que se haya disparado el precio del transporte; otros porque consideran que el sur, a pesar de ser una zona denominada humanitaria por el ejército israelí, tampoco es seguro porque siguen impactando bombas.

Quienes se quedan, además de procurar sobrevivir entre los constantes bombardeos israelíes, deben presenciar el avance de las tropas terrestres de Benjamin Netanyahu, que el martes aseguraban que ya controlan un 40% de la capital. La lluvia de proyectiles y la campaña de destrucción se han intensificado en los últimos días, encarnizándose especialmente con edificios residenciales altos. El resultado puede verse en imágenes satélite: distritos enteros han quedado arrasados.

Las tropas están avanzando por el noroeste y por el sureste, y dejan mucha población atrapada en medio, que se ve obligada a ir hacia la costa. Los tanques, la infantería y la artillería avanzan hacia el corazón del centro urbano de Ciudad de Gaza con el apoyo de la fuerza aérea, declaró el jueves el portavoz del ejército. Tras controlar los barrios de Zeitoun, Sheij Radwan, Al Saftawi y Karameh, el último objetivo israelí ha sido el de Tal al Hawa, en el suroeste de la capital, que esta mañana ha sufrido una campaña de los llamados "bombardeos alfombra": bombardeos masivos e indiscriminados con la finalidad de destruir los edificios perímetro.

Para que la fuga sea más rápida y las tropas israelíes puedan ocupar más rápido la ciudad –con el objetivo declarado de edificar en breve– Israel dijo el miércoles que abría un nuevo pasillo en la carretera de Saladí para agilizar el desplazamiento de la población. Sin embargo, este viernes ha anunciado que lo volvía a cerrar, sin dar ningún motivo. "Residentes de Ciudad de Gaza. Desde ese momento el acceso al sur a través de la ruta de Saladí está cerrado", se limitó a señalar en un comunicado al portavoz del ejército. Y ha añadido que la carretera de Rashid (que atraviesa la Franja de norte a sur siguiendo la costa y donde ha habido atascos muy intensos en los últimos días) vuelve a ser la única operativa. El portavoz no se ahorró las amenazas para la población que se quede: "Las Fuerzas de Defensa de Israel continuarán operando con una fuerza sin precedentes", advirtió.

Una ofensiva que pone en peligro a los rehenes

En una entrevista en televisión israelí, el presidente francés, Emmanuel Macron, calificaba el jueves por la noche la ofensiva de Israel en Gaza de "fracaso". Es una opinión muy compartida en Israel, incluso en las fuerzas armadas. El propio jefe del estado mayor del ejército, Eyal Zamir, ha dicho repetidamente que se opone a la campaña ordenada por Netanyahu al considerar que pone en peligro a los rehenes y no es casualidad que sus tropas avancen con cautela para evitar daños colaterales de su mismo bando.

Lo que debía ser una conquista relámpago se ha convertido en un martirio para los propios militares israelíes que lleva casi dos años. Una de las críticas más recurrentes hacia la estrategia de Netanyahu es que, pese a la ingente campaña de muerte y destrucción que ha lanzado, no ha sido capaz de liberar a los 48 rehenes que están retenidos en Gaza. Según apunta el analista israelí Amos Harel en Haaretz, esto se debe, en parte, a la incompatibilidad de los dos objetivos declarados: derrotar a Hamás y recuperar a los rehenes. "El primero requiere tiempo y todavía no está logrado; pero el tiempo juega en contra de los rehenes, que ven empeorar su situación", afirma.

De hecho, más allá de algunos rescates puntuales –el último con éxito fue en Rafah en agosto del 2024–, la mayoría de rehenes sólo han vuelto a través de negociaciones. Por eso el estamento militar israelí teme que algunos acaben muriendo por culpa de los bombardeos o sean ejecutados, apunta el analista. Quien ha capitalizado esta postura es el jefe del estado mayor, que trata de frenar las operaciones militares más arriesgadas. Pero esto juega en contra de Netanyahu, que necesita una victoria rápida y visible para reforzar su base política.

Sin embargo, por ahora Netanyahu puede permitirse hacer caso omiso de los avisos de su casa, porque mantiene el apoyo incondicional de la administración estadounidense de Donald Trump. Washington no solo le suministra gran parte del arsenal con el que ha muerto más de 65.000 palestinos en menos de dos años sino que también le da carta blanca para seguir ignorando las reiteradas advertencias de la comunidad internacional y sorteando las responsabilidades ante el Tribunal Penal Internacional, que le acusa de genocidio y crímenes de guerra.

La última demostración de la impunidad que garantiza Trump en Tel-Aviv fue ayer mismo. Por sexta vez, Estados Unidos vetó una resolución que exigía un alto el fuego en Gaza en el Consejo de Seguridad de la ONU. La resolución, que sí fue aprobada por 14 de los 15 miembros del consejo, pedía un "alto el fuego inmediato, incondicional y permanente en Gaza respetado por todas las partes", el levantamiento de las restricciones a la ayuda humanitaria a Gaza y la liberación de todos los rehenes retenidos por Hamás.