Netanyahu viaja a Washington en busca de un alto el fuego que no le debilite
Con la guerra estancada y crecientes presiones, el primer ministro israelí se reúne con Trump para intentar canalizar una salida que le permita conservar el poder
BeirutEn medio de una guerra empantanada, una coalición frágil y una presión internacional creciente, Benjamin Netanyahu viaja este lunes a Washington para reunirse con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Será el primer encuentro cara a cara desde el fin de la guerra entre Israel e Irán, y puede convertirse en un punto de inflexión para el conflicto en Gaza, donde más de 57.000 personas han muerto desde octubre del 2023, según fuentes del ministerio de Salud gaziano.
La visita llega en un momento de máxima tensión, pero también de oportunidad. Tras meses de negociaciones indirectas lideradas por Egipto, Qatar y Estados Unidos, las partes parecen más cerca que nunca de un acuerdo de alto el fuego. Hamás respondió el viernes "de forma positiva" en la última propuesta. Israel, aunque no dio una respuesta oficial, confirmó que enviará una delegación a Doha para continuar las conversaciones.
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El marco negociado prevé un cese de hostilidades durante 60 días, intercambios de rehenes israelíes por prisioneros palestinos, un aumento masivo de la ayuda humanitaria y el inicio de negociaciones formales para una solución política a largo plazo.
Pero las diferencias clave todavía no han sido resueltas. Hamás exige garantías de retirada militar israelí y un alto el fuego permanente, mientras que Netanyahu insiste en que no aceptará una tregua sin una clara derrota del grupo islamista.
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Netanyahu ha evitado durante meses aceptar un acuerdo como el que ahora está sobre la mesa. Parte de esa resistencia ha sido interna. Los socios ultraderechistas de su gobierno amenazan con derrocarle si cede ante Hamás. Pero ha sido también una cuestión de narrativa. Desde el inicio de la ofensiva, el primer ministro ha insistido en la necesidad de una victoria total. Reconocer que esta meta es inalcanzable y firmar una tregua supondría asumir, al menos parcialmente, que Israel no ha logrado desmantelar por completo a su enemigo.
Funeral para dos criaturas muertas en bombardeos israelíes este domingo en la ciudad de Gaza.Mahmoud Issa / Reuters
Sin embargo, algo ha empezado a cambiar. Altos mandos militares y de inteligencia israelíes advierten desde hace meses de que el objetivo principal, que es debilitar significativamente a Hamás, ya se ha cumplido, y que recuperar a los rehenes sólo será posible mediante un acuerdo. El jefe del estado mayor, Eyal Zamir, fue más allá la semana pasada al afirmar que el ejército presentará a los líderes políticos opciones operativas para las próximas fases, y que Hamás ha quedado aún más debilitado después de la ofensiva contra Irán, el principal patrón regional.
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La reunión con Trump representa para Netanyahu una oportunidad, pero también un riesgo. El presidente de Estados Unidos ha presionado a ambas partes para cerrar un acuerdo y ha asegurado que Israel ya ha aceptado el esquema básico. A través de su enviado especial, Steve Witkoff, la Casa Blanca ha reactivado un marco de negociación que contempla el repliegue progresivo de tropas israelíes, aunque sin precisar plazos ni condiciones, lo que permite interpretarlo sin embargo. le da apoyo con claridad. Su estrategia ha sido mostrarse dispuesto a negociar, mientras promueve enmiendas que diluyen las obligaciones más sensibles.
Un hombre lamentándose después de un ataque israelí a Gaza.Mahmoud Issa / Reuters
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Presiones internas de los extremistas
Para el primer ministro israelí, la foto con Trump en el Despacho Oval no es solo una imagen de apoyo internacional. También es un mensaje a la coalición de que las concesiones forman parte de una estrategia coordinada con Estados Unidos. Y que cualquier retirada será parcial, paulatina y reversible. Pero sus socios más radicales, como los ministros Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, ya han advertido de que no aceptarán un acuerdo que implique ceder control militar de Gaza sin una derrota total de Hamás.
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Desde la Casa Blanca, el viaje de Netanyahu también tiene un significado mayor. Trump busca consolidar una imagen de liderazgo en política exterior. Tras ordenar los ataques contra instalaciones nucleares iraníes, ahora quiere mostrarse como el único capaz de cerrar un acuerdo en uno de los conflictos más persistentes del mundo. La reactivación de los canales con Arabia Saudí, la posibilidad de una apertura con Siria y la presión conjunta de actores regionales hacen que Washington vea en esta coyuntura una oportunidad para algo más que una tregua. También se proyecta como una posible reconfiguración estratégica de la región.
Mientras tanto, en Gaza, la situación sigue siendo desesperada. Las condiciones humanitarias se deterioran todos los días, los corredores de ayuda siguen bajo amenaza y los civiles siguen pagando el precio de una guerra que hasta ahora nadie ha podido ni ha sabido terminar. La reunión de este lunes en Washington no va a resolver el conflicto de fondo. Pero puede ser el primer paso para empezar a cerrarlo.
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Israel permite temporalmente la entrada de ayuda humanitaria en el norte de Gaza
El gabinete de seguridad de Israel ha aprobado permitir temporalmente la entrada de ayuda humanitaria en el norte de la Franja de Gaza, una zona densamente poblada y ampliamente devastada por los bombardeos constantes y la carencia de alimentos y otros productos básicos. A finales de junio, el gobierno israelí decidió detener la entrada de ayuda al norte con un argumento recurrente: Hamás incauta la ayuda destinada a los civiles.
La entrada de ayuda humanitaria es uno de los puntos clave de las negociaciones sobre el alto el fuego. Según varios medios, Hamás exige que Naciones Unidas pueda volver a liderar esta tarea, una demanda que también hace buena parte de la comunidad internacional. Antes de la guerra, la ONU tenía unos 400 puntos de distribución de ayuda en toda la Franja, pero ahora este trabajo se ha limitado a la denominada Gaza Humanitarian Foundation (GHF), una organización controlada por Israel y Estados Unidos, que sólo tiene puntos de distribución en el sur y en el centro del enclave y que no está paliando la crisis. Desde finales de mayo, más de 400 personas han muerto mientras esperaban en las colas para recibir alimentos, donde los soldados israelíes han abierto fuego real contra los civiles .
En el norte de Gaza no existe ningún punto de distribución de ayuda, aunque en esta zona viven aproximadamente un millón de personas, la mitad de la población de la Franja. Miles de personas deben desplazarse cada día muchos kilómetros para intentar acceder a estas zonas de la GHF, aunque se ha constatado que en muchos casos acaban siendo una trampa mortal. Los testigos describen los puntos de distribución de ayuda como zonas militarizadas en las que los soldados ponen en peligro la vida de los palestinos en lugar de protegerlas.