Un mes de alto el fuego en Gaza: la paz que no llega
Israel sigue atacando la Franja y bloqueando la entrada de ayuda humanitaria
BarcelonaEl alto el fuego entre Hamás e Israel que entró en vigor el 10 de octubre está muy lejos de traer la paz a Gaza. Repasamos los elementos que marcan la situación de una tregua que Israel no está respetando, y las incertidumbres sobre las próximas fases. El único punto que más o menos ha funcionado este mes ha sido el intercambio de rehenes israelíes por prisioneros palestinos: Hamás ha entregado a los 20 cautivos que seguían vivos en la Franja y 24 de los 28 cuerpos de los fallecidos. Israel ha liberado a 1.968 prisioneros palestinos vivos y 315 cuerpos no identificados. El resto de los puntos de la primera fase del acuerdo no se están respetando, aunque Donald Trump y Europa se esfuerzan en insistir en que la tregua aguanta. La gente en Gaza vive en tensión, pensando que el alto el fuego puede caer en cualquier momento y en muchos casos no pueden volver a los escombros de sus casas porque las tropas israelíes siguen ocupando más de la mitad del territorio de la Franja o porque las carreteras son impracticables.
El alto el fuego no es real
Desde la entrada en vigor del alto el fuego en Gaza, el ejército israelí ha matado al menos 242 palestinos, incluyendo 85 criaturas, una media de ocho muertes al día. Más de 600 resultaron heridos, el equivalente a 20 cada día. También han continuado las operaciones de destrucción de viviendas e infraestructuras, en zonas donde no existen combates activos. La idea de que hay un alto el fuego en Gaza –aunque no se verifica sobre el terreno– resta atención mediática, lo que da manga ancha a Israel para continuar con la política de convertir a la Franja en un lugar donde no se pueda vivir.
Desde la entrada en vigor de la tregua, fallecieron tres soldados israelíes en la zona de Rafah, bajo control de Israel, donde hay un reducto de 200 combatientes de Hamás que quedaron aislados en túneles. Israel responsabilizó a la organización islamista de las muertes y respondió con ataques masivos sobre Gaza. Hamás niega tener nada que ver con estos ataques y no está claro si los autores pertenecen a otras facciones o si, desde sus escondrijos, ni siquiera se han enterado del alto el fuego. En todo caso, la presencia de estas bolsas de la resistencia palestina en territorio hoy bajo control israelí maneja de cabeza a los mediadores, que intentan encontrar una salida. Es complicado porque Hamás no acepta que se rindan y entreguen las armas e Israel no piensa dejarles marchar si no lo hacen.
El hambre continúa
Con el alto el fuego Israel tampoco ha dejado de utilizar el hambre como arma de guerra en Gaza. En los mercados siguen faltando productos básicos como el arroz, la harina, los lácteos, los huevos o la carne fresca: un kilo de manzanas cuesta siete euros al cambio. Israel ha bloqueado el 75% de la ayuda humanitaria que se había comprometido a dejar entrar: desde el 10 de octubre han entrado en Gaza una media de 145 camiones diarios, cuando el acuerdo hablaba de 600. Sí entraron camiones comerciales, la mayoría con productos como café, refrescos o chocolate. Según el Programa Mundial de Alimentos, el hambre en Gaza sigue en niveles devastadores, mientras se mantiene el bloqueo israelí al paso de Rafah, la única conexión de Gaza con el mundo, tanto para el movimiento de mercancías como para el de personas. Los bombardeos masivos se han detenido, pero el hambre sigue. Un kilo de manzanas cuesta 25 chequeles, casi 7 euros.
La falta de combustible sigue paralizando hospitales, panaderías y otros servicios esenciales. Tampoco entran las medicinas y, según ha denunciado la ONU, Israel ha denegado en este mes de tregua 107 peticiones de entrada de materiales como mantas, ropa de invierno, herramientas y material para reparar las plantas de potabilización de agua o el alcantarillado que tramitaron las ONG locales e internacionales. La reconstrucción es hoy por hoy una quimera, pero es que ni siquiera ha comenzado el desescombro: la Autoridad Palestina calcula que en Gaza hay 61 millones de toneladas de escombros, con hasta 10.000 cuerpos todavía atrapados bajo los escombros por falta de maquinaria pesada.
Israel aún ocupa más de la mitad de Gaza
En Gaza, las tropas israelíes siguen desplegadas en una "zona de seguridad" que ocupa más del 53% del territorio, un amplio rango de tierra de norte a sur en la frontera con Israel. Los palestinos están hacinados en tiendas de campaña y edificios destruidos en el resto del espacio, junto a la costa. El ejército ha marcado la línea que divide ambas zonas con bloques de hormigón de color amarillo cada 200 metros, y están reforzando decenas de posiciones militares dentro de esa zona tapón, lo que podría indicar que no se trata de una división temporal, como establece el plan de Trump. Según el plan, Israel debería retirarse totalmente de la Franja cuando Hamás se haya desarmado y entregado el poder a una administración colonial tutelada por el estadounidense y el ex primer ministro británico Tony Blair.
Incertidumbre sobre las siguientes fases
No parece, pues, que Israel esté dispuesto a esa retirada total de la Franja, como han dejado claro varios ministros de Netanyahu, que sigue sin declarar la "paz". Israel pone como condición para retirarse el desarme incondicional de Hamás, y no parece que la milicia palestina tenga ningún incentivo para entregar las armas. Hamás ha dicho que sólo las entregará a un futuro estado palestino, aunque algunos de sus dirigentes han sugerido que podrían entregar el arsenal de misiles con capacidad de atacar territorio israelí. El problema es que no está muy claro qué significa exactamente desarme, porque el plan de 20 puntos de Trump es queridamente ambiguo y deja muchas cuestiones sin responder. No se especifican los pasos que debería seguir Hamás para desarmarse, y tampoco está claro si el desarme incluiría las armas ligeras, cuál sería el calendario previsto ni a qué autoridad deberían entregarse.
Israel ha definido el desarme como un proceso que podría durar años. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, ha afirmado que desarmar a Hamás implica desmantelar toda su infraestructura militar, incluyendo su extensa red de túneles y los talleres de fabricación de armas. Lo que lo complica es que nadie sabe el alcance de esa infraestructura y, de hecho, después de dos años de bombardeos indiscriminados de Gaza, Israel no ha podido desmantelarla. Tel-Aviv puede afirmar en cualquier momento que Hamás aún no se ha desarmado por completo y volver a la ofensiva genocida. La garantía de este desarme podría ser el despliegue de una fuerza internacional de tropas de países árabes y musulmanes, pero por ahora nadie se atreve a ofrecerse'mientras Hamás ha resurgido como fuerza con capacidad de control del territorio del que se han retirado las tropas israelíes y ha vencido a las milicias rivales patrocinadas por Israel.
Más violencia en Cisjordania
Israel está más aislado que nunca en la escena internacional, pero mantiene el apoyo de Trump, que a su vez tiene el aval de Europa y los regímenes árabes en su plan. Y mientras se discute sobre Gaza, el empleo israelí avanza imparable en Cisjordania, que se ha quedado fuera de la negociación. El Parlamento de Israel ha adelantado los planes para la anexión de Cisjordania –que todavía tiene que superar tres votaciones– y los colonos y el ejército israelí están imponiendo su ley: según la Comisión Palestina contra la Colonización y el Muro, el ejército israelí y los colonos han perpetrado 2.350 ataques a mes físicas directas, el derribo de viviendas y el arranque de olivos. Asimismo se siguen ampliando los asentamientos –ilegales según el derecho internacional– en una política de hechos consumados que borra el estado palestino del mapa.