Las mil vidas del gobierno de Netanyahu, pese a las incógnitas que vienen
El receso de verano alarga el horizonte del gobierno israelí hasta el 2026 pero plantea amenazas sobre su rumbo político
El CairoDesde el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023, las especulaciones sobre la caída del gobierno israelí de Benjamin Netanyahu han sido constantes. Primero, por el choque del ataque, en el mayor error de seguridad de la historia del país. Más tarde, por la oposición del ala ultra del ejecutivo a detener la ofensiva genocida en Gaza. Incluso en junio, después de la guerra con Irán, se conjeturaba que el primer ministro intentaría sacar rédito y convocaría elecciones.
A principios del 2024, una crisis con el bloque ultraortodoxo del gobierno, desencadenada a raíz de una propuesta de ley sobre su histórica exención del servicio militar obligatorio –rechazada por la mayor parte del país– también generó augurios de un posible colapso. El último episodio ha tenido lugar a mediados de este julio, cuando los dos partidos ultraortodoxos del ejecutivo dieron un paso más allá y decidieron abandonarle y dejarle en minoría por la misma razón.
Pese a estos trances y presagios, sin embargo, el gobierno israelí no se ha hundido en ningún momento y ha demostrado ser, una y otra vez, más resiliente de lo que se le presuponía. Cuando algún socio importante del ejecutivo ha salido, como ahora, ha evitado tumbarle y ha mantenido la puerta abierta a volver. Y Netanyahu, conocido por eternizar decisiones incómodas, se rige por la máxima de no renunciar nunca al poder y confiar en que quien día pasa, año empuja.
El gobierno de Netanyahu se sustenta sobre dos bloques principales: dos partidos ultraortodoxos, que suman 18 escaños, y dos partidos de extrema derecha, que ostentan 13. La formación del primer ministro, Likud, tiene 32, y la mayoría parlamentaria se sitúa en 61. se han mantenido unidos hasta ahora, pese a los chantajes cruzados, es que ninguno se ha mostrado interesado en celebrar elecciones anticipadas.
En esta línea, la reciente salida del gobierno de los dos partidos ultraortodoxos también tenía truco: este domingo el parlamento de Israel inicia el receso de verano y no volverá a reunirse hasta el 19 de octubre. Este periodo le garantiza a Netanyahu la continuidad del ejecutivo durante los próximos tres meses (salvo que se convoque una sesión extraordinaria que no contempla a nadie), y poder dedicar ese tiempo a intentar contener o desactivar sus crisis internas más importantes.
Durante el receso estival se espera que el entorno de Netanyahu acelere las negociaciones con los partidos ultraortodoxos que han escenificado recientemente su salida del gobierno para intentar encontrar una solución sobre el servicio militar que pueda satisfacer a todas las partes del ejecutivo. En el caso de llegar a aprobar una ley a finales de año, no se descarta que pueda volver a enviarse al Tribunal Supremo, pero este proceso daría aún más tiempo al primer ministro.
El alto el fuego en Gaza
La aproximación del receso de verano al parlamento también ha ido acompañado en las últimas semanas de un nuevo impulso discontinuo en las negociaciones por una tregua en Gaza. El jueves, Estados Unidos e Israel anunciaron la retirada de los equipos que están liderando las conversaciones en Qatar tras la última respuesta de Hamás a la propuesta de acuerdo en que se está discutiendo. Pero ninguno de los dos dio las negociaciones por rotas y su coreografiado gesto puede ser una forma más de presionar.
El acuerdo que se está negociando actualmente contempla un alto el fuego y un intercambio de rehenes dividido en fases, la primera de las cuales debería llevar a la entrega de la mitad de los cautivos vivos y la mitad de los cadáveres retenidos por Hamás en Gaza durante un período de tregua inicial de 60 días. Si se produjera un acuerdo en breve, este período coincidiría con el receso del parlamento israelí y aseguraría la estabilidad del gobierno de Netanyahu. A principios de año, Israel rompió otro alto el fuego con Hamás tras cumplirse una primera fase de 60 días.
Además del receso de verano, si el parlamento finalmente se disolviera a la vuelta, las elecciones no podrían celebrarse, por ley, hasta al menos tres meses, lo que da margen a Netanyahu para continuar al frente del ejecutivo, aunque sea de forma interina, hasta la fecha en enero de 2026, que es la fecha.
El mandato de cuatro años del gobierno vence de todas formas a finales del 2026, así que unas elecciones anticipadas en los primeros meses del año no se descartan porque no se celebrarían con mucho más antelación que la fecha prevista por ley. Asimismo, Netanyahu, el primer ministro que más años ha ocupado el cargo en la historia de Israel, no ha completado los cuatro años de mandato en ninguno de los seis gobiernos que ha encabezado desde los años noventa.
Durante los últimos dos años, las encuestas han apuntado que la coalición de gobierno no sólo perdería unos nuevos comicios si se celebraran hoy, sino que se situaría muy lejos de revalidar su mayoría parlamentaria vigente. Los grandes perjudicados serían uno de los partidos ultraortodoxos, que podría quedar fuera del Parlamento, y el Likud de Netanyahu, que aunque lidera los sondeos desde hace un año, lo hace con una fuerte caída de escaños. En los próximos meses, el primer ministro podría arriesgarse a jugar sus cartas para intentar sacudir este escenario.