Donald Trump junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
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La intervención directa de Estados Unidos en la guerra entre Israel e Irán abre un abanico de posibles repercusiones, no sólo en ese conflicto sino también en el seno de la potencia estadounidense. Por un lado, puede anticiparse, e incluso acelerarse, el resultado del conflicto militar, mientras que, por otro, puede crear problemas en el movimiento que Donald Trump lidera en su país. En cualquier caso, no hay dudas de que refuerza la posición de Benjamin Netanyahu en Israel.

Netanyahu, de hecho, es el gran ganador de la jornada del domingo, aunque no es seguro que Israel salga ganando a medio y largo plazo. Gana Netanyahu porque su sintonía con Trump es una garantía para los próximos cuatro años, durante los cuales Netanyahu quiere reordenar Oriente Próximo según los intereses de Israel. Pero el futuro de Israel también depende de cómo evolucione el Partido Republicano.

En los últimos días ha habido fuertes tensiones en el partido entre los partidarios de intervenir contra Irán, enemigo del estado sionista, y los que tienen una orientación aislacionista y consideran que Estados Unidos debe evitar participar en los conflictos del mundo; y en este caso aún más, porque Washington ya provee a Israel de todas las armas que necesita y no hace falta que se implique directamente.

Hay una corriente tradicional dentro del Partido Republicano que considera que, para sostener la paz mundial, Estados Unidos debe intervenir militarmente fuera de sus fronteras. De esta forma se mantiene un orden mundial que favorece la intensa actividad económica y comercial que necesitan para funcionar, y también para que funcione el resto del mundo.

Pero dentro del movimiento republicano MAGA (Make America great again), una corriente aislacionista, hay bastantes discrepancias respecto al planteamiento tradicional, y se prefiere mantenerse al margen de la política internacional, que corrompe la pureza de Estados Unidos. Steve Bannon ha preguntado muy alterado esta semana quien es Benjamin Netanyahu por querer arrastrar a Trump a la guerra.

Naturalmente, Netanyahu es consciente de la división que existe en el Partido Republicano, y no quiere aparecer como un actor que participa directamente en la política estadounidense. Por eso repite continuamente que él decide qué es lo mejor para Israel y que Trump debe decidir qué es lo mejor para Estados Unidos, y asegura que Tel-Aviv no está detrás de la intervención militar directa de Washington.

La realidad es que Israel no es un tema de política exterior, en Estados Unidos, y el ataque de Trump contra Irán lo demuestra. En las mismas elecciones estadounidenses, la cuestión del estado sionista figura en el sitio más destacado del choque electoral, principalmente en el Partido Republicano, pero también entre los demócratas. Probablemente éste sea el debate más arraigado en las campañas electorales, teniendo en cuenta que la influencia del lobi sionista es considerable en ambos partidos.

Cambio de tendencia

En los últimos años, la simpatía de los estadounidenses por Israel se ha reducido. Aunque sigue siendo mayoritaria, esta simpatía ha disminuido visiblemente en el caso del Partido Demócrata, particularmente entre los jóvenes, y también se ha reducido, aunque en menor medida, entre los sectores más jóvenes de los republicanos.

Esta tendencia se observa con preocupación en Israel. Netanyahu cultiva sus relaciones más estrechas con el Partido Republicano, algo que se le critica bastante en su país. Lógicamente, con el presidente que hay ahora en la Casa Blanca, Netanyahu no tiene más alternativa que ir a por todas con la carta Trump. Aunque los medios israelíes apuntan en esa dirección, Netanyahu en ningún caso quisiera que pareciera que está arrastrando a Trump a la guerra. Esto sería malo para el Partido Republicano y también para Israel, que espera ya la respuesta iraní, pero es lo que está pasando.

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