Palabras vacías para los palestinos en la Asamblea General
Es muy probable que Benjamin Netanyahu tome decisiones trascendentes en los próximos días, después del espectáculo de esta semana en la Asamblea General de la ONU. Es decir, después de que una larga lista de países de todo el mundo, incluso entre los más poderosos, hayan reconocido oficialmente el estado palestino, una decisión que llega demasiado tarde para los palestinos.
Si la comunidad internacional quiere resolver realmente el problema, debería imponer sanciones sobre el estado de Israel, sanciones significativas y coercitivas, como las que impuso a Sudáfrica para acabar con la injusticia del apartheid. Las proclamas verbales a las que estamos acostumbrados no son suficientes para corregir el camino, y menos si consideramos que Netanyahu no cederá ni un centímetro de territorio por propia voluntad.
Cuando hablamos de sanciones coercitivas queremos decir económicas y políticas, además de la exclusión de Israel de la UEFA y de Eurovisión, entre otros. Sanciones en las que deberían participar plenamente los Estados Unidos, una circunstancia a la que no parece que Donald Trump quiera llegar.
Curiosamente, esta semana, Kamala Harris, que fue vicepresidenta con Joe Biden y perdió las elecciones presidenciales del año pasado ante Donald Trump, ha reconocido que el partido demócrata se equivocó cuando apoyó sin límites a Israel, un apoyo que hizo perder las elecciones a los demócratas.
Dentro del Partido Demócrata existe una clara corriente de opinión en el sentido de que las políticas tradicionales hacia Israel no funcionan y sobre todo no tienen el apoyo de los votantes demócratas, y en particular de los votantes jóvenes. En el seno de este partido hay un debate nuevo, de los últimos años, y crece el número de gente que ve con simpatía a los palestinos, aunque esto de momento no se haya traducido en una política clara, quizás porque la clase dirigente no se atreve a hacer lo que le piden desde abajo.
La amenaza de la anexión
Los medios hebreos indican que Netanyahu está estudiando una serie de medidas para vaciar de significado el espectáculo que se ha vivido en la Asamblea General. Destacan dos: la anexión unilateral de algunas colonias judías de la Cisjordania ocupada, las más grandes, o la anexión del valle del río Jordán, y el cierre de algunos consulados occidentales de Jerusalén Oriental que atienden las relaciones con los palestinos.
En la Knesset hay una clara mayoría a favor del gran Israel, es decir, de la anexión de Cisjordania y la Franja de Gaza. Esa posición también la comparten partidos de la oposición, como el de Avigdor Lieberman y otros. Esto significa que la comunidad internacional debería ejercer una presión muy fuerte sobre Israel de forma unificada e indefinida si realmente quiere la creación de un estado palestino.
Como resumen, podemos decir que la comunidad internacional no podrá avanzar si no hay cambios políticos relevantes en Estados Unidos e Israel. La primera necesidad es deshacerse de Trump y Netanyahu, pero esto no es un objetivo que parezca a su alcance, al menos durante los próximos tres años de la presidencia de Trump. Y durante ese tiempo el gobierno israelí intentará aprovechar la coyuntura para impulsar y consolidar la anexión de los territorios palestinos.