Los países árabe-islámicos reunidos en Qatar acusan a Israel de "genocidio" y piden una respuesta urgente de la comunidad internacional

La cumbre convocada de urgencia condena el ataque a Doha y pide medidas concretas contra Netanyahu, que se reúne con Marco Rubio

Cumbre árabe-islámica reunida en Doha el 15 de septiembre con motivo del ataque israelí en la capital qatarí donde mató a líderes de Hamás la semana anterior.
15/09/2025
4 min

BeirutLa cumbre árabe-islámica de emergencia celebrada este lunes en Doha se ha organizado contra reloj después de el ataque israelí de la semana pasada contra dirigentes de Hamás en territorio qatarí. El incidente puso en entredicho el papel del emirato como mediador regional y obligó a sus dirigentes a actuar rápidamente para no perder influencia en un escenario cada vez más frágil. La convocatoria ha reunido a jefes de estado y ministros de Asuntos Exteriores de más de una veintena de países, con el objetivo de marcar una postura común ante la escalada de violencia y enviar un mensaje político claro: hay que parar los pies a Israel.

Los líderes árabes han querido mostrar un tono más contundente contra Israel y piden la movilización de la comunidad internacional, especialmente de Estados Unidos. La agencia Reuters y el portal qatarí Al Jazeera han tenido acceso al borrador de la declaración conjunta. El documento condena los ataques contra Doha y acusa a Israel de "actos hostiles", entre los que incluye "el genocidio, la limpieza étnica y el hambre" contra la población de la Franja de Gaza. También subraya la expansión de "actividades coloniales" que el gobierno de Netanyahu promueve en Cisjordania. Todo ello, según el borrador, amenaza "los pronósticos de paz y de coexistencia" en la región y aleja el paisaje de seguir estableciendo vínculos entre Israel y los estados árabes e islámicos.

Parece que las sanciones a Israel estarían sobre la mesa, aunque la aparente unidad puede romperse porque cada país tiene una sensibilidad diferente hacia Israel. Sin embargo, la contundencia de todos los estados contra Tel-Aviv ha sido palpable y creciente. Entre las posibles sanciones, está el veto a la aviación israelí en el espacio aéreo regional, así como presiones diplomáticas aprovechando la influencia de algunos países —como los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán— que normalizaron sus relaciones con Israel entre 2020 y 2021 miles de millones de euros. También la creación de un mecanismo regional para proteger la soberanía de los Estados miembros. Durante los últimos días, Qatar ha instado a la comunidad internacional a "castigar a Israel por todos los crímenes que ha cometido" y ha anunciado que emprenderá acciones legales contra las autoridades israelíes.

El emir Tamim bin Hamad al Thani, que ha sido el anfitrión de una cita en la que han participado peces gordos como Irán, Arabia Saudí, Líbano o Turquía, ha marcado el tono del encuentro: "Es terrorismo de Estado", ha dicho en referencia al encuentro. Al Thani, que ha recordado el prestigio de Doha como actor imprescindible en la región, ha subrayado que el ataque atentaba contra la mediación y la estabilidad regional, y que la comunidad internacional debía asumir responsabilidades para evitar la repetición de hechos similares.

La reunión ha mostrado un amplio consenso en la condena al ataque, pero también las limitaciones de un frente árabe fragmentado. Los Emiratos Árabes Unidos, que normalizó relaciones con Israel en el 2020, convocó al embajador israelí para expresar su protesta, un gesto poco habitual que refleja la incomodidad de los países del Golfo que apostaron por la normalización. La preocupación común es que el ataque a Doha erosione la legitimidad de estos acuerdos ante sus propias poblaciones y deje políticamente expuestos a los gobiernos del Golfo.

Netanyahu amenaza con más ataques como el de Doha

Y mientras en Doha se elaboraba la condena, en Jerusalén el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, se reunía con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, con un mensaje con doble objetivo. Por un lado, reafirmar el apoyo estratégico de Washington a Israel y, por otro, transmitir la insatisfacción de la Casa Blanca con el ataque a territorio qatarí, socio clave en la mediación regional. Rubio dejó claro que el evento tendría repercusiones en los esfuerzos de tregua en Gaza, aunque no alteraría la relación bilateral. Netanyahu defendió la operación, insistiendo en que el objetivo era eliminar obstáculos para la liberación de rehenes y que ningún territorio debería ser considerado seguro para grupos armados: "Los líderes de Hamás serán atacados donde quiera que estén", dijo Netanyahu, amenazando, pues, con más ataques como el de Doha si lo considera necesario. Tel-Aviv dice querer enviar el mensaje a los líderes del grupo islamista de los que no estarán seguros en ningún sitio del mundo.

Rubio aprovechó su visita para recorrer el Muro de las Lamentaciones y reiterar el reconocimiento estadounidense de Jerusalén como capital de Israel, una imagen que se interpreta en la región como un recordatorio del alcance de la alianza estratégica pese a las tensiones diplomáticas. Rubio planea continuar su viaje hacia Doha para contener el daño político y reafirmar el compromiso con los aliados árabes.

El cruce de agendas evidencia la fragilidad del escenario regional. Qatar, blanco de un ataque que costó la vida a cinco miembros de Hamás y un oficial qatarí, busca reforzar su legitimidad como mediador presentándose como víctima de una violación del derecho internacional. Estados como los Emiratos o Bahréin, que apostaron por la normalización, temen que el episodio mini la credibilidad de sus acuerdos y refuerce la percepción de que Israel actúa sin freno ni consideración por sus socios. Washington, por su parte, intenta mantener el apoyo a Israel sin romper puentes con los aliados árabes imprescindibles para cualquier arquitectura de seguridad regional.

Escenarios de contraste

El ataque a Doha marca un punto de inflexión. La normalización árabe con Israel fue siempre frágil, sostenida sobre promesas de estabilidad y beneficios económicos. Un bombardeo contra negociadores en un país mediador mina estas premisas. La cumbre mostró músculo retórico y voluntad de unidad, pero la eficacia de sus resoluciones dependerá de que los líderes pasen de las palabras a los hechos. Sin sanciones ni consecuencias palpables, Israel difícilmente percibirá un coste real.

Por su parte, para Marco Rubio la visita constituye una prueba de fuego diplomática. Debe demostrar que Estados Unidos no apoya a operaciones que ponen contra las cuerdas a sus socios, pero sin enviar señales de debilidad en el apoyo a Tel-Aviv. Y en Gaza, los bombardeos siguen. Esta realidad, más que ninguna cumbre, dicta el pulso de la región.

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