El sistema de ayuda de EE.UU. e Israel en Gaza: una trampa mortal para los palestinos

BarcelonaEl ejército israelí ha matado en las últimas horas al menos a 27 personas que esperaban para recoger ayuda humanitaria en un punto de reparto en Rafah, en el sur de Gaza. "sospechosos" que se habían apartado del camino marcado. Sin embargo, con este ataque ya son al menos 102 las personas asesinadas y 490 las heridas en los ocho primeros días de funcionamiento de los puntos de distribución de alimentos del nuevo mecanismo implantado por Estados Unidos e Israel en la Franja la llamada Gaza Humanitarian Foundation la ONU ya ha pedido una investigación independiente sobre las matanzas.

El caos y los asesinatos en los cuatro puntos de reparto de ayuda de la GHF no son un accidente, sino otra materialización de una política de exterminio de los palestinos hace cerrojo la tierra de marzo. después de 20 meses de bombardeos indiscriminados. Después de casi tres meses de bloqueo total, el gobierno de Netanyahu anunció el 19 de mayo que dejaría entrar en la Franja una "cantidad mínima de ayuda" por la presión internacional. el exterminio y hambrientos por la destrucción de los campos de cultivo y los rebaños de producción local, la GHF ha abierto sólo cuatro puntos de reparto de alimentos, gestionados por empresas de mercenarios estadounidenses. Una ayuda para el desastre. higiénico) sino también mortífera: los gazatinos ya hablan de los puntos de reparto como "puntos de muerte"

"Esto no es ayuda, es violencia de estado disfrazada de humanitarismo", denuncia en el ARA desde el centro de la Franja de Gaza Alwahab Hamad, trabajador human Las Naciones Unidas, que es la única que tiene la experiencia, el personal y los recursos para responder a la crisis humanitaria. Es un sistema diseñado para el control. GHF es un castigo disfrazado de caridad”, añade. de hambre y si desbordan los centros de reparto no es porque sean violentos, sino porque no quieren ver cómo sus hijos se mueren de hambre. Israel y Estados Unidos utilizan la comida como un arma, un arma para forzar el desplazamiento".

Sobre el terreno se acumulan los testigos de la violencia israelí en los puntos de reparto de comida. "Mi hermano ha ido a buscar una caja de ayuda para alimentar a sus siete hijos y le han herido", explicaba ayer a los periodistas locales frente al Hospital Nasser de Gaza una mujer, Yareen Abul-Naja. El hombre había ido al punto de distribución del oeste de Rafah, donde las fuerzas israelíes abrieron fuego. "Teníamos esperanza de poder comer con dignidad, pero lo que nos dan es solo humillación", añadía. La mujer explicaba también que un saco de harina cuesta 2.200 chequeles (unos 550 euros, el equivalente a un salario mensual). "¿Cómo puedes alimentar a siete criaturas?", se preguntaba.

El nuevo sistema de reparto de comida se hace, pues, bajo supervisión de mercenarios estadounidenses –empresas militares contratistas privadas herederas de las que fueron acusadas de cometer todo tipo de masacres y abusos en la ocupación de Irak– en puntos ubicados de acuerdo con los intereses de los militares israelíes. Hamad alerta de que "la ayuda humanitaria sólo funciona cuando está protegida, no cuando se utiliza políticamente: así es como cientos de miles de palestinos han podido sobrevivir hasta ahora. No se puede cambiar un sistema humanitario por uno militar. Al igual que no se pueden bombardear hornos de pan y atacar convoyes humanitarios. Y luego culpan a las víctimas".

GHF ha empezado a operar en Gaza hace 8 días y no cuenta ni con el personal, ni con la coordinación, ni con el conocimiento de las necesidades humanitarias de la población. Fue rechazado por la ONU y por más de 200 organizaciones no gubernamentales sobre el terreno porque no reúne ninguno de los requisitos de una agencia humanitaria. "Solo empuja a los civiles hacia zonas militarizadas bajo las condiciones impuestas por el ejército israelí, donde cierran gente hambrienta en zonas rodeadas de vallas metálicas durante horas mientras esperan la ayuda", dice el trabajador humanitario.

Incluso el exmarine Jake Wook, a quien la administración Trump nombró director de GHF, dimitió la semana pasada asegurando que "es imposible implementar este plan y respetar los principios humanitarios de neutralidad, imparcialidad e independencia". Hoy ha anunciado que se descuelga su consultoría Boston Consulting Group, que participó en el diseño del mecanismo y ahora anuncia que retira su equipo de Tel Aviv.

Los precedentes

Israel y Estados Unidos llevan décadas utilizando la ayuda humanitaria como arma contra los palestinos de Gaza. Han sometido a la Franja a estrictos bloqueos durante años y en la actual ofensiva, posterior a los ataques del 7 de octubre, hemos visto el lanzamiento de paquetes con alimentos en paracaídas de Estados Unidos que mataron a decenas de palestinos. También hemos asistido a la llamada "masacre de la harina", el 29 de febrero del año pasado, cuando 112 palestinos murieron y 750 resultaron heridos cuando el ejército disparó contra la multitud que se había reunido en torno a unos camiones con ayuda. Luego estuvo la iniciativa de Biden de construir un muelle en Gaza para descargar ayuda, un proyecto en el que participó la ONG del chef José Andrés y la catalana Open Arms, que no estuvo más de 25 días en funcionamiento. La GFH es un paso más en la deshumanización, la humillación y el fin de los mínimos principios del derecho internacional humanitario: es los Juegos del hambre de Gaza.