Internacional

La transformación clave de Erdogan en Israel: de la mediación al ataque

En tres semanas de guerra, el líder turco ha pasado de intentar mediar en el conflicto a posicionarse a favor de Palestina

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Erdogan, en un discurso.

EstambulTurquía, con un Erdogan que quiere autoproclamarse padre de los musulmanes, vive muy de cerca el conflicto entre Israel y Palestina. Mientras las reivindicaciones contrarias a los ataques contra el pueblo palestino se sucedían en la principal ciudad del país, Estambul, el presidente turco salía al paso con declaraciones pacificadoras: "Como siempre decimos, no hay perdedores en una paz justa", decía. Un Erdogan poco incendiario y calmado hacía justicia a un último año en el que se había acercado diplomáticamente a Tel Aviv. Un acercamiento que, incluso, daba paso al nombramiento de jefes diplomáticos entre países: en el 2018 Ankara expulsó al embajador israelí por última vez, y hasta el año 2022 no habían vuelto a tenerlos. Empezaba un romance que se alargaría hasta ese mismo octubre: planes de visitas mutuas y conversaciones amistosas. Incluso, cuando el conflicto ya contaba con cientos de muertos, Erdogan ofrecía su ayuda: "Turquía está preparada para cualquier tipo de mediación, incluidos los intercambios de prisioneros, si las partes lo piden". Pero todo cambió.

A las 19 horas del 17 de octubre, diez días después de que empezara la guerra, el ataque al Hospital Al-Ahli contaba cientos de muertos. Y como si la Intifada se produjera en Estambul, miles de personas se reunían en las inmediaciones del consulado israelí, tiroteaban con pirotecnia el edificio y descargaban la rabia con un McDonald's –estadounidense, claro está– que hay veinte metros más allá. En la ciudad de Adana, en el sur del país, los hechos iban dirigidos contra el consulado estadounidense.

Los manifestantes, mayoritariamente islamistas y seguidores de Erdogan o de partidos afines, no podían entender cómo su presidente podía seguir teniendo una mínima relación con el agresor de sus hermanos. Así lo expresaba Ramazán, que mientras protestaba ante el consulado de Israel admitía al ARA no poder dormir ni comer después de la matanza: “¿Cómo quieres que no protestamos? Matan a nuestros hermanos musulmanes como quieren”. Días antes, en la primera gran protesta convocada por partidos islamistas, el Mustafa apuntaba directamente al presidente turco: “Todo lo que dice Erdogan son palabras vacías. Después, bajo mano, sigue incrementando el comercio y, por tanto, apoya a Israel”.

Las estadísticas lo confirman: las crisis diplomáticas no son una excusa para seguir hinchando las cifras comerciales. Por ejemplo, cuando se produjo la matanza en el barco de activistas turcos Mavi Marmara –que protestaban contra el bloqueo en Gaza–, el comercio siguió prosperando: del 2010 al 2011 aumentó un 30,7%.

Fuera del edificio consular israelí, en Estambul, no todo el mundo era pacífico: decenas de jóvenes enmascarados clamaban a favor de la sharia (ley islámica) y ondeaban banderas negras, cuyo significado –no queda muy claro– puede ser tanto de luto como de venganza.

Erdogan entendía el mensaje: sus seguidores no quieren verlo sentado en la misma mesa que Netanyahu.

Hamás, "un grupo de liberación"

Porque mientras el líder turco intentaba –en principio– pacificar el ambiente, ni sus ciudadanos lo entendían, ni Tel Aviv creía que podía mantener la seguridad de sus funcionarios. Además, las tentativas de mediación por Erdogan no eran vistas con buenos ojos por Israel. Y ahora que Qatar y Egipto han podido mediar para la liberación de cuatro mujeres israelíes, Erdogan también ha entendido que su papel en este conflicto no implica montar una mesa negociadora.

Así, de la actitud conciliadora ha pasado a afirmar que “Hamás no es un grupo terrorista, sino un grupo de liberación”, en un discurso ante el Parlamento turco que ha sido recibido con indignación en Tel-Aviv. En el mismo acto también eliminó el viaje a Israel que tenía apuntado en la agenda y dejó entrever cómo queda la amistad entre ambos países: “Si Netanyahu hubiera tenido buenas intenciones, nuestras relaciones serían distintas, pero ahora, por desgracia, no va a pasar”.

Con la confirmación en las calles de que no apoyar al pueblo palestino –sin paliativos– le puede salir caro en cuanto a popularidad, ya se ha apresurado a organizar un gran acto: una pista de aterrizaje del antiguo aeropuerto Atatürk será el punto en el que miles de personas escenificarán, este sábado, que el papel mediador de su presidente queda atrás y que ahora pasará al ataque. Por eso, Erdogan será cabeza de cartel y asistirá a la protesta.

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