Oriente Próximo

Turistas en el norte y bombardeos en el sur: los dos mundos del Líbano

Ciudades costeras como Jounieh, Biblos y Batrun viven de espaldas al conflicto en la frontera con Israel

Tiro (Líbano)Las playas del norte del Líbano están llenas de bañistas, disfrutando del sol y de los deportes acuáticos. Hoteles y apartamentos de alquiler están reservados hasta el final de la temporada y no hay entradas libres para conciertos ni festivales de verano. Ciudades costeras como Jounieh, Biblos y Batrun viven de espaldas al conflicto en la frontera con Israel. No son más de 150 kilómetros lo que les separa del castigado sur del Líbano, donde a diario aviones de guerra israelíes bombardean las localidades fronterizas.

La paradoja de la aparente normalidad en medio de la violencia refleja el espíritu resiliente de los libaneses, que se niegan a permitir que la guerra eclipse el verano. También es un reflejo de la larga historia de adaptación de los libaneses a las circunstancias difíciles. Las restricciones para viajar al Líbano y las medidas de seguridad que han adoptado algunas de las compañías aéreas al suspender sus vuelos a Beirut, no han frenado el flujo constante de visitantes, lo que se debe, en parte, a los fuertes vínculos de la diáspora libanesa con el país.

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“Nos aconsejaron no viajar al Líbano este año, pero mis hermanas y yo estábamos decididas a venir”, explica Manar El Ayoubi, expatriada libanesa de 30 años que vive en Emiratos Árabes Unidos. “Cada una de nosotros vivimos en un país diferente. Queríamos estar juntas todas las hermanas y pasar tiempo con la familia y los amigos”, añade Manar, tumbada en una hamaca en una de las playas privadas de Batrun. "Aunque notamos la tensión por todas partes, y algunos de nuestros amigos incluso se han ido antes de lo previsto, hemos conseguido pasar unas vacaciones para recordar", exclama.

El optimismo que desprende Manar contrasta con la situación de inseguridad en las zonas donde más se sufren las tensiones crecientes con Israel, que están teniendo un impacto negativo para la industria del turismo, especialmente en las regiones cercanas a la frontera con Israel.

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Paisaje abandonado

Kilómetros de costa y largas playas de arena hacen de la ciudad de Tir uno de los destinos turísticos más visitados del sur del Líbano. Pero debido a las hostilidades en curso, muchos bañistas están evitando visitar las playas este verano. Cazas israelíes sobrevuelan la ciudad tan rápido que rompen la barrera del sonido repetidamente, provocan explosiones sónicas que propagan el pánico entre los ciudadanos. Hasta ahora Tiro no ha sido bombardeada, pero los aviones israelíes han atacado sus alrededores. Ha sido suficiente para disuadir a los visitantes. “Es normal que la gente no venga. Esta mañana cazas israelíes han roto dos veces la barrera del sonido. Los niños se han echado a llorar. ¡Qué le vamos a hacer! ¿Quedarnos todo el día encerrados en casa?”, explica Fatma, que ha decidido venir a la playa con sus hijos, desafiando la situación de inseguridad.

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El ambiente veraniego que se respira es muy distinto al del norte. Es temporada alta y los restaurantes en la playa lucen vacíos. Las sillas y mesas de plástico están recogidas. Mohammed Husseini, gerente de uno de esos restaurantes, fuma narguile con otros dos empleados, sentados en la sombra. “El año pasado, por estas fechas, teníamos todas las tablas reservadas cada fin de semana. Contratábamos hasta diez camareros al día. Este verano está siendo un desastre”, se queja.

Las empresas que dependen del turismo en el sur del Líbano están experimentando una caída de ingresos y pérdidas de puestos de trabajo. Walid Salha abrió el primer hotel bed and breakfast en la Ciutat Vella de Tiro. Rehabilitó un palacete otomano, manteniendo su decoración antigua, para hacer un hotel familiar que ha atraído clientela internacional. Para una habitación en Al Fanar era necesario reservar con un mes de antelación. Ahora apenas tiene huéspedes. “Los clientes temen venir porque no saben si después podrán salir de aquí. Así que el empleo que tenemos es de alrededor del 10% o menos”, lamenta.

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La tasa de ocupación turística en el sur ha caído un 70%, y mucha gente como Mahmoud se ha quedado sin trabajo “El propietario del hotel me avisó de que no abriría una semana antes de empezar la temporada. Lo están cerrando todo: restaurantes, bares, complejos hoteleros... No hay trabajo”, exclama el chico, que espera que vuelvan tiempo de paz para que Líbano vuelva a atraer visitantes e impulsar la economía local.