Los frentes abiertos de Oriente Próximo

El CairoOriente Próximo se ha vuelto a ver volcado esta semana al borde del abismo a raíz de la última batería de asesinatos selectivos de Israel en la región. Primero fue un ataque el martes en Beirut contra un alto cargo de Hezbollah, Fuad Shukr, que también mató a cuatro civiles. Horas después, el líder político de Hamás, Ismail Haniyeh, fue asesinado en una explosión en Teherán atribuida a Israel. Y el jueves, Tel-Aviv anunciaron la muerte del comandante del brazo militar de Hamás, Mohammed Deif, en un bombardeo de julio en Gaza que dejó unos 90 muertos. Se trata de las tres figuras de mayor rango asesinadas desde el 7 de octubre.

Ahora, las miradas vuelven a estar centradas en la respuesta que tendrán estas acciones. La mayoría todavía cree que ni Israel, ni Irán ni Hezbolá están interesados ​​en una guerra. Pero, al mismo tiempo, ninguno de ellos se muestra dispuesto a romper la actual espiral de violencia, que está conduciendo a un intercambio de golpes cada vez más arriesgados en un intento mutuo de redefinir constantemente las reglas del juego y disuadir a la banda rival. Los precedentes indican que una eventual desescalada de la tensión es el escenario más plausible. Pero el riesgo de que un paso en falso o un error de cálculo desemboque en un conflicto regional es cada vez mayor.

El Eje de la Resistencia

El asesinato de Haniyeh en una residencia de la Guardia Revolucionaria en Teherán el día en que se celebraba la toma de posesión del nuevo presidente del país, Masoud Pezeshkian, ha exhibido graves brechas de seguridad y supone una humillación para las autoridades locales. El Consejo Supremo de Seguridad Nacional iraní, máximo órgano del país en materia de defensa y política exterior, se reunió de emergencia ya el miércoles en presencia del líder supremo, Ali Jamenei, y todo indica que Teherán tiene planeada una represalia contra Israel.

Hasta ahora, sin embargo, Irán ha demostrado que su estrategia no va ligada a la suerte de Hamás, así que se espera que la respuesta escogida busque disuadir a Israel de nuevos ataques intentando evitar una escalada mayor. En abril Teherán ya respondió al asesinato de un alto cargo de la Guardia Revolucionaria en su embajada en Damasco con una ráfaga de unos 300 misiles y drones contra Israel, pero lanzados con suficiente margen para que una alianza defensiva regional bloqueara la mayor parte, lo que permitió enfriar la tensión.

Hezbollah se ha regido hasta ahora por una lógica similar. Desde octubre, Israel y el movimiento libanés han intercambiado golpes casi a diario, con el ejército israelí como responsable de la mayoría de ataques y muertes. Sin embargo, Hezbollah tendió a mostrarse paciente y más bien interesado en estudiar las debilidades de las defensas aéreas israelíes, que podría volver a poner a prueba ahora con un ataque de mayor envergadura. Cuando en enero Israel mató en Beirut a otro alto cargo de Hamás, Saleh el Arouri, Hezbollah respondió con contención.

Otro frente que se teme que podría reactivarse en el contexto de agitación actual es el que conforman milicias aliadas de Irán en Irak y Siria. El martes por la noche, en una acción que pasó más desapercibida, el ejército estadounidense atacó posiciones de una poderosa milicia iraquí, Kataeb Hezbollah, en el centro de Irak, alegando que estaban preparando un ataque con un avión no tripulado que representaba una amenaza para sus fuerzas.

Kataeb Hezbollah declaró que estudiaría con otras milicias una respuesta apropiada, y medios sirios han informado de que grupos armados iraquíes han enviado ahora fuerzas hacia el noreste de Siria, donde Estados Unidos tiene soldados desplegados. Milicias iraquíes cercanas a Irán realizaron más de 150 ataques contra fuerzas estadounidenses en Irak y Siria entre octubre y enero por su apoyo a Israel, pero desde entonces han mantenido un perfil más bajo.

El rol más incierto en esta ecuación es el que podría asumir el movimiento de los houthis en Yemen. A finales de julio, Israel bombardeó la estratégica ciudad portuaria yemení de Hodeida, en un ataque en el que mataron a seis personas y que fue llevado a cabo un día después de que los houthis reivindicaran un ataque con un avión no tripulado en Tel-Aviv en el que mataron a un civil. Desde entonces, el grupo yemení no ha lanzado nuevos ataques, en su pausa más prolongada desde que empezó a atacar barcos en el mar Rojo en noviembre.

Gaza e Israel

Aunque los ataques de Israel en distintos puntos de la región han redirigido las miradas hacia otros lugares, la clave de vuelta sigue siendo la guerra en Gaza, ya que se considera que una tregua en la Franja ayudaría a desactivar por ahora la resto de frentes. Sin embargo, ahora queda por ver cómo afectará a las negociaciones entre Israel y Hamás el asesinato de Haniyeh, que era una figura importante en las conversaciones indirectas entre ambas partes, pero no tanto en la toma de decisiones, que queda relegada principalmente al líder del grupo en Gaza, Yahya Sinwar.

Asimismo, pese a que la atención está centrada en la respuesta de Irán y Hezbolá, lo que más incertidumbre genera son los planes de Israel y de su primer ministro, Benjamin Netanyahu. En este sentido, los asesinatos selectivos de esta semana fueron alabados en Israel como dos muestras de las grandes capacidades militares y de inteligencia del país. Pero se trata de acciones incendiarias que se producen en medio de un gran vacío estratégico de Tel-Aviv, por lo que su utilidad, más allá de inyectar una efímera dosis de orgullo patriótico, es dudosa.

Netanyahu lleva meses demostrando que no tiene inconveniente en prolongar la guerra en Gaza y en arriesgarse a un conflicto regional si esto le permite continuar al frente del gobierno, retrasar los juicios por corrupción que tiene abiertos y postergar una investigación y un proceso de rendición de cuentas por los errores que permitieron la matanza de Hamás del 7 de octubre. En los últimos días, además, algunos líderes políticos y generales israelíes han filtrado que están considerando combatir a Hezbollah abiertamente en un enfrentamiento corto pero intenso, aunque se teme que, de acabarse, los riesgos de una guerra prolongada y devastadora serían muy elevados.

Ahora, además, el Parlamento israelí está en receso durante tres meses y unas eventuales elecciones anticipadas requerirían un período electoral de 90 días más, así que Netanyahu tiene margen para maniobrar hasta el próximo año. Las encuestas electorales, al mismo tiempo, muestran que su partido, el Likud, sigue ganando terreno en la oposición. Y por primera vez desde octubre, un sondeo de un medio que no es un altavoz propagandístico de Netanyahu previó a finales de julio que el Likud ganaría hoy unos comicios, aunque sin poder formar gobierno.