Putin avisa a Occidente: quien provoque a Rusia "se arrepentirá"
Más de 300 detenidos en las protestas de apoyo a Alexei Navalni
SabadellVladímir Putin ha avisado este miércoles que quien organice "provocaciones" que afecten "los principales intereses de seguridad" de Rusia "se arrepentirá como hace tiempo que no se arrepiente de nada". Es el mensaje que el presidente ruso ha lanzado durante su discurso del estado de la nación, en un momento de tensiones crecientes entre el Kremlin y los países occidentales. "Queremos mantener buenas relaciones y realmente no queremos quemar puentes. Pero si alguien confunde nuestras buenas intenciones con indiferencia o debilidad, e intenta quemar o volar estos puentes, tendría que saber que la respuesta de Rusia será asimétrica, rápida y dura", ha advertido Putin.
En un discurso de cerca de una hora y media ante las dos cámaras del Parlamento ruso, Putin ha acusado a "algunos países" de haber convertido en "un tipo de deporte" el hecho de meterse "con Rusia por cualquier motivo, y a menudo sin ningún motivo", y ha instado a Occidente a no cruzar "líneas rojas" en su relación con Moscú. Unas líneas rojas que, según ha dicho, será el Kremlin quien decida "en cada caso" dónde se sitúan.
Además, ha acusado a las potencias occidentales de haber apoyado el supuesto intento de golpe de estado que denunció el sábado el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko. Según las autoridades bielorrusas, el complot, que pretendía acabar con la vida del dictador, contaba con el apoyo de los Estados Unidos. "La práctica de organizar golpes de estado, los planes de asesinatos políticos, esto ya es demasiado. Han sobrepasado todos los límites", ha dicho Putin en referencia a este presunto golpe que la líder opositora Svetlana Tijanóvskaya (exiliada en Lituania) negó que hubiera existido.
Estas palabras de Putin llegan solo seis días después de que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, anunciara un paquete de sanciones contra Rusia en respuesta a los ciberataques contra intereses norteamericanos y a los intentos de interferir en las elecciones presidenciales del año pasado (detrás de los cuales, según Washington, están los servicios secretos rusos). También la semana pasada, la República Checa acusó al Kremlin de haber estado implicado en la explosión de un depósito de armas en 2014. Tanto el gobierno norteamericano como el checo expulsaron a diplomáticos rusos de su territorio, y Moscú respondió con la misma moneda.
A esta escalada de tensión ha contribuido también durante las últimas semanas la acumulación de tropas rusas en la península de Crimea (reconocida internacionalmente como parte de Ucrania pero anexionada por Rusia en 2014) y en la frontera con Ucrania, unas maniobras que han hecho temer que se esté preparando una intervención militar en la región ucraniana del Donbass, controlada de facto por rebeldes prorrusos desde 2014.
Detención de partidarios de Navalni
El otro gran foco del conflicto entre Moscú y Occidente es el caso del opositor Alexéi Navalni, envenenado con Novichok el verano pasado (presuntamente por orden del Kremlin) y encarcelado desde que en enero volvió a Rusia. Navalni, que cumple una pena de dos años y medio de prisión en una colonia penal a unos 100 kilómetros de Moscú, se declaró en huelga de hambre hace tres semanas para exigir que se le permitiera ser visitado por un médico de su confianza. El sábado su equipo médico alertó de que su estado de salud era "crítico" y lunes se le trasladó a un hospital penitenciario. La comisionada de derechos humanos de Rusia, Tatiana Moskalkova, ha asegurado que este martes cuatro médicos que no forman parte del sistema de prisiones ruso visitaron el preso y lo encontraron en un estado de salud satisfactorio.
En cambio, un grupo de expertos independientes designados por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha emitido un comunicado este miércoles en el que avisa que Navalni está en una situación de "serio peligro" y reclama a las autoridades rusas que permitan que sea "evacuado para recibir tratamiento médico urgente en el extranjero". Según estos expertos, las condiciones en las que el opositor está cumpliendo la condena "podrían equivaler a tortura o a tratamiento o castigo cruel, inhumano o degradante, en unas instalaciones que, según se ha informado, no cumplen los estándares internacionales".
Este miércoles hay convocadas manifestaciones en apoyo del opositor en todo Rusia. Según la organización OVD-Info, hasta las 19 h (hora de Moscú) como mínimo 325 personas habían sido detenidas en el marco de estas protestas, mayoritariamente en ciudades del este del país, donde, debido a la diferencia horaria, los actos se han celebrado más temprano. Entre los detenidos están la abogada y la portavoz de Navalni, Liubov Sóbol y Kira Yarmix, que han sido arrestadas en Moscú por la mañana, horas antes de que empezaran las protestas en la ciudad. La manifestación en la capital rusa estaba convocada a las 19 h (las 18 h en Catalunya).
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha calificado de "deplorables" las detenciones y ha pedido a las autoridades rusas que respeten el derecho de reunión, que garanticen la atención médica adecuada a Navalni y que lo dejen en libertad.
Más vacunas y menos emisiones
Putin no ha hecho ninguna mención ni a Navalni ni a la situación actual en Ucrania en su discurso del estado de la nación, pero sí que se ha referido a otros temas de actualidad. Buena parte de su intervención se ha centrado en la lucha contra el covid-19, y en este sentido ha animado a la población a vacunarse y se ha fijado el objetivo de lograr la inmunidad de rebaño durante el otoño.
Asimismo, el mandatario ruso ha anunciado nuevas medidas para luchar contra la emergencia climática, como por ejemplo la imposición de sanciones a quienes incumpla la normativa en este ámbito o una reducción del 20% del volumen de emisiones de gases contaminantes en los 12 principales centros industriales del país de cara a 2024. Además, se ha propuesto que a lo largo de los 30 años próximos el total de emisiones de Rusia sea inferior al de la Unión Europea, que precisamente este miércoles ha acordado reducir sus emisiones en un 55% hasta el 2030 con el objetivo de lograr la neutralidad de emisiones en 2050.