Regalos de Navidad a Gambia para los huérfanos del drama migratorio

Un grupo de activistas recoge fondos entre los africanos que llegaron a destino para los hijos de los que quedaron atrás

Barrio de pescadores a Mbour (Senegal), uno de los puntos de salida de pateras.
Jaume Portell
24/12/2021
3 min

Yundum (Gambia)“A los niños que han perdido a sus padres durante la ruta no se les explica qué ha pasado, generalmente. No queremos que se traumaticen. Se les explica que el padre está de viaje y que algún día volverá”. Salieu Ndow, periodista y activista senegalés, hace una pausa. “Es difícil”. Nadie sabe cuánta gente se ha dejado la vida en la ruta migratoria mediterránea, por lo bajo 20.000 desde el 2001, porque muchos cuerpos en ruta hasta Libia, o en el Atlántico y en el Mediterráneo, son imposibles de recuperar. Quedan sus hijos, que son los grandes olvidados: a menudo viven con los abuelos o sus madres –si ellas no han hecho lo que en Gambia conocen como el backway, el camino trasero– y su situación financiera es complicada. Por este motivo Ndow, junto con un equipo de jóvenes gambianos, tiene un objetivo esta Navidad: que estos niños tengan regalos.

La financiación viene, precisamente, de otros africanos que sí llegaron a Europa: “He utilizado mi red de contactos: gambianos, senegaleses, guineanos. Están en España, Italia, Francia o Alemania. Para mí, lo más importante es que haya una continuidad y que se establezca un contacto directo con la familia y el niño. Que sea como un apadrinamiento que sirva para hacer frente a los gastos del día a día”, explica Salieu. El mejor pretexto son las fiestas navideñas y el año nuevo. A pesar de que solo el 9% de la población gambiana es cristiana, los musulmanes dan obsequios y desean felices fiestas a sus vecinos, tal como pasa también en Senegal. Después, durante el Ramadán, son los cristianos los que devuelven las felicitaciones a los musulmanes.

Salieu cuenta con la ayuda de un equipo formado por dos chicas, un chico y un coche alquilado. En total hay 23 niños de entre 3 y 10 años, repartidos entre 18 familias de todo el país, desde Gunjur, en la costa atlántica, hasta Basse, en el interior. A los menores de cinco años les regalan una bicicleta, y a los mayores una mini tablet. Son días de mucho trabajo, pero Salieu considera que vale la pena y que es un homenaje:  “Los padres de estos niños lo dieron todo para conseguir la felicidad de sus hijos. Se merecen tener esto. Independientemente de si vienes de una familia rica o pobre, todos los niños se merecen tener un regalo y ser felices”.

El primer paso

En Gambia, la migración es un tema de primer orden. Es una cuestión recurrente en África occidental, donde los políticos tienen una relación contradictoria con el hecho migratorio: a corto plazo, la marcha de los más jóvenes les ahorra futuros problemas políticos. Si se marchan, no se quejarán por la falta de trabajo en el país. Si triunfan y llegan al destino, el dinero que enviarán servirá para mantener a sus familias. Sea como sea, la migración contribuye a reforzar la estabilidad social y política.

Por otro lado, los gobiernos de países como Gambia y Senegal reciben ayuda de la Unión Europea a cambio de controlar los flujos migratorios. En las diásporas, también, es donde se empiezan a crear los movimientos opositores que, bien organizados, pueden financiar a partidos políticos que intenten competir contra los presidentes actuales. Salieu critica la relación que los políticos africanos tienen con los ciudadanos más humildes: “Las élites locales se gastan miles de euros en zapatos caros, iPhones y lujos para sus hijos, pero descuidan a los niños más humildes. No solo los huérfanos tienen problemas, también los que tienen padres demasiado pobres para satisfacer sus necesidades más básicas”.

Es una carrera contrarreloj hasta el domingo: todavía no ha llegado todo el dinero y Ndow organiza el reparto puerta a puerta. Ya se plantea retos más ambiciosos: “En un futuro me gustaría que estos apadrinamientos se organizaran por países. Que los malienses en Europa apadrinen a niños de Malí, que los senegaleses hagan lo mismo en su país, y así sucesivamente”. El activista espera que esta iniciativa navideña sea la primera piedra de una solidaridad interafricana entre las dos orillas de la Mediterránea.

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