El hombre de Texas que se trasladó a Rusia huyendo del “adoctrinamiento LGBTI” y ha terminado en el frente de Ucrania
Su familia vive en un pueblo cerca de Moscú que quiere acoger a norteamericanos pro-rusos
MoscúDerek y DeAnna Huffman son un matrimonio de Texas que decidió emigrar a Rusia a mediados de marzo para que sus tres hijas recibieran una educación alejada de los valores liberales. "Empezamos a pensar en ello hace dos años a raíz del adoctrinamiento LGBTI de los niños", explica él en uno de los vídeos que la familia comparte regularmente en su canal de YouTube. "Ahora nos sentimos muy afortunados de habernos alejado de lo que perturbaba la vida de nuestras hijas y que intentaba convertirlas en lo que no eran", añade ella.
Pocos meses después de instalarse en el nuevo país, el Derek creyó que una buena manera de conseguir la ciudadanía rusa para toda la familia sería enrolarse en el ejército. "Si pongo mi cuerpo para defender a Rusia, me habré ganado un sitio aquí, a diferencia de los migrantes en América, que no se asimilan y quieren limosnas gratuitas –aseguraba, al tiempo que repetía los argumentos del Kremlin para justificar la invasión de Ucrania–. Creo en la causa rusa. Están haciendo lo que es. Han estado persiguiendo, bombardeando y matando a la población nativa rusa".
Según relata DeAnna, cuando el Derek se alistó le prometieron que serviría lejos de la zona de combate y que haría tareas de reportero o de soldador. Ahora bien, enseguida todo se torció. En un vídeo que la familia ya ha eliminado, la mujer pedía ayuda porque, de forma inesperada, habían enviado a su marido al frente y, además, no había podido recibir un entrenamiento militar adecuado, porque no entiende al ruso. "Siente que le están arrojando a los leones", lamentaba.
Un mes después, los Huffman "oran cada día" para que alguien les ayude a sacar al padre de este lío y necesitan dinero porque aún no han recibido ningún pago del ministerio de Defensa. La familia no ha querido hacer declaraciones al ARA, pero confirma que Derek está vivo y que se encuentra en un buen estado de salud en primera línea.
Un pueblo americano fallido
La madre y los niños viven en Istra, una localidad unos 60 kilómetros al este de Moscú. Allí, un bloguero estadounidense que hace veinte años que se instaló en Rusia, Tim Kirby, lleva tiempo intentando montar lo que él ha bautizado como un "american village", un pueblo americano. La idea es crear un refugio para compatriotas que reniegan de las "normas de género liberales" y quieren abrazar las convenciones rusas.
El experimento, sin embargo, no le está saliendo muy bien porque hasta ahora sólo se han trasladado dos familias norteamericanas, una de las cuales los ha declarado a los Huffman. rusos se ha quejado de la falta de apoyo de las autoridades a su proyecto "A todo el mundo le gusta la idea, todo el mundo la quiere ver realizada, pero con dinero privado", explica.
Los Huffman se han beneficiado de un programa que el Kremlin impulsó en septiembre de 2024 que ofrece visados temporales a ciudadanos de estados hostiles en busca de asilo ideológico. En la lista de 48 países no amistosos figuran todos los de la Unión Europea, además de Estados Unidos (a pesar de la llegada de Trump), Reino Unido, Canadá, Japón o Andorra. Según el decreto, las personas que se acojan deben rechazar "las actitudes neoliberales destructivas que contradicen los valores morales y espirituales tradicionales rusos", pero no se les requiere ningún dominio del idioma ni de la historia del país, a diferencia de los migrantes económicos. Durante los primeros siete meses de funcionamiento, casi 1.200 extranjeros solicitaron este visado, tal y como informó, a finales de mayo, el ministerio de Asuntos Exteriores ruso. Entre ellos, más de una quinta parte eran alemanes, seguidos de los letones y los estadounidenses, que rozaban el centenar.
El gobierno ruso utiliza estos casos como un arma de propaganda contra Occidente. En febrero del 2024, una estudiante italiana, Irene Cecchini, interpeló directamente a Vladimir Putin en un foro para pedirle justamente que facilitara la llegada de los migrantes que compartían valores con Rusia. Los medios del entorno del Kremlin lo aprovecharon para hacer de la anécdota categoría. María Butina, una diputada que antes había sido espía, es quien supervisa el programa que ella llama "asilo espiritual". En una entrevista reciente en Moskovsky Komsomoletes, advertía: "En Europa, si los padres afirman que hay dos géneros y se niegan que sus hijos participen en la cultura neoliberal no tradicional, la justicia juvenil les toma la custodia. ¿Es necesario que explique de qué géneros consta una familia sin hijos?".