Ucrania lanza un ataque masivo sobre Moscú y la guerra se intensifica

Trump comienza a desesperarse con Putin, que harda de un misil nuclear "único en el mundo"

Dos miembros de la Guardia Nacional rusa patrullan por la plaza Roja, en el centro de Moscú.
27/10/2025
3 min

MoscúUna furgoneta pick-up parada en medio de la calzada frente a una de las torres del Kremlin. Encima, un sistema de defensa antiaérea móvil apuntando hacia el cielo de Moscú, y en la orilla, dos soldados rusos acotando el horizonte. La inusual imagen de la madrugada del lunes demuestra hasta qué punto el ataque ucraniano contra la capital rusa ha sido extraordinario: 40 drones abatidos sobre la región de Moscú, 34 de los cuales se dirigían hacia la ciudad, en el segundo bombardeo más masivo que sufren los moscovitas desde el inicio de la guerra.

Pese a que, a diferencia de los habituales ataques que recibe Kiiv, la ola de drones sobre la capital rusa no ha causado ni víctimas ni desperfectos, la disrupción en la vida cotidiana de sus habitantes se ha convertido en un arma para Ucrania. Varios aeropuertos han tenido que restringir temporalmente sus operaciones y se han aplicado cortes de conexión a internet.

La escalada llega tras la negativa de la Casa Blanca a entregar misiles Tomahawk en Ucrania, y es probable que no haya gustado a Donald Trump, que en julio ya había advertido a Volodímir Zelenski de que "no debería apuntar contra Moscú".

Pero no es sólo Kiiv quien sube la apuesta; también el Kremlin. Si la semana pasada Vladimir Putin alertaba a Trump de que su respuesta al uso de misiles de largo alcance sería "muy contundente, por no decir abrumadora", este fin de semana el presidente ruso ha ido más allá con la prueba a bombo y platillo de un misil nuclear "único en el mundo".

Se trata del Burevestnik (en ruso significa "petrell de tormenta", una pequeña ave marina), capaz de transportar una cabeza nuclear "veinte veces más potente que la bomba de Hiroshima" y que también funciona con propulsión atómica. Según el jefe del estado mayor ruso, Valeri Guerasimov, el misil recorrió con éxito 14.000 kilómetros durante casi quince horas de vuelo. Los expertos afirman que tendría un alcance ilimitado y que, por tanto, sería capaz de burlar más fácilmente las defensas antimisiles. En el 2019 al menos cinco especialistas nucleares rusos murieron en una prueba de este misil en el mar Blanco y el único test exitoso hasta ahora había sido en el 2023.

"Debemos determinar los posibles métodos de uso y empezar a preparar la infraestructura para desplegar este arma en nuestras fuerzas armadas". El desarrollo del misil es una nueva señal en Estados Unidos: se anunció en 2018 en respuesta a la retirada de Washington del Tratado de Misiles Antibalísticos ya la expansión de la OTAN, y se trata del primer ensayo nuclear serio desde el regreso de Trump a la Casa Blanca.

Trump, harto de Putin

El movimiento tampoco ha gustado nada al presidente estadounidense, cansado de ver que los suyos esfuerzos de mediación en Ucrania son infructuosos y que ambos bandos intensifican el conflicto. El líder estadounidense calificó la prueba de "inapropiada" y avisó a Putin de que "debería acabar con esta guerra, que debía durar una semana y ya se alarga casi cuatro años, en lugar de probar misiles". Y ha añadido: "Saben que tenemos un submarino nuclear, el mayor del mundo, frente a sus costas; es decir, no hace falta que recorra 14.000 kilómetros".

El Kremlin le ha respondido que el ensayo es de "vital importancia" y sólo tiene por objetivo "garantizar la seguridad de Rusia", especialmente en el contexto del "ánimo militarista" de los países europeos, a los que ha acusado de "histéricos, rusofóbicos, agresivos y beligerantes". Según el portavoz ruso, Dmitri Peskov, "nada puede tensar las relaciones entre Rusia y Estados Unidos".

Pero lo cierto es que los afanes de Moscú para amortiguar las relaciones con Washington no dan frutos. La visita a la desesperada en Estados Unidos del más americanista de los negociadores rusos, Kiril Dmitriev, ha tenido un resultado más bien pobre. El director del fondo soberano ruso ha intentado mostrar la cara más amable del Kremlin, pero sólo le ha recibido el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, con quien mantiene muy buena relación, y una de las congresistas republicanas más refractarias al apoyo militar a Ucrania, Anna Paulina Luna. Además, el secretario del Tesoro, Scott Bennett, calificó a Dmitriev de "propagandista".

El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, lamenta el cambio "radical" de la Casa Blanca tras la cumbre de Alaska de agosto. Considera que entonces Trump entendió la necesidad de una "paz a largo plazo" y que si ahora vuelve a insistir en un "alto el fuego inmediato" es por la "presión enorme e increíble" de los "halcones" europeos. Sin embargo, el ministro ha insistido en que Putin está preparado para aceptar el "concepto" de paz de Estados Unidos, si bien hasta ahora el Kremlin se ha negado a toda costa a detener los combates en la línea de frente actual, tal y como propone el presidente estadounidense.

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