RUSIA

Sin sorpresa en las elecciones parlamentarias de Putin

Rusia Unida, el partido de Putin, se lleva el 49% de los votos y mantiene la mayoría, a pesar de que con menos apoyo que en 2016

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ÀLEX BUSTOS
3 min
Un instante del recuento de votos en un colegio electoral situado a la ciudad de Moscú.

MoscúLos rusos han podido ver cómo, una vez más, se imponía el partido del gobierno. El partido del cada vez más poderoso Vladímir Putin, que, a pesar de no formar parte de él oficialmente, lo apoya abiertamente. Después de 14 años de mayoría de Rusia Unida, la Duma -el Parlamento ruso- estará como mínimo 4 años más gobernada por el partido del hombre del Kremlin.

Con el 75% del voto escrutado, el partido de Putin obtiene el 49% de los votos. Sube el Partido Comunista (20%) y podría entrar Novie Liudi (centroderecha). En los 225 diputados por circunscripción, Rusia Unida arrasa: 195 escaños.

Y es que la victoria de Rusia Unida estaba más que cantada. Kristiina Silvan, investigadora del Instituto Finlandés de Asuntos Exteriores, apuntaba hace unos días al ARA: “La población espera que el partido de Putin gane, lo que está por ver es si tendrá una mayoría o una supermayoría”. La victoria del oficialismo ruso y el control de la Duma es una parte clave de la reelección de Vladímir Putin, que, gracias a la reforma constitucional del año pasado, legalmente podría mantenerse en el poder hasta 2036. En este sentido, el mandatario se había preparado el terreno en los últimos meses: ha descabezado a la oposición y ha aprobado medidas populares para ganarse al electorado. También incentivó el voto con sorteos de apartamentos o coches. El objetivo principal de Rusia Unida era obtener una gran participación que legitimaría todo el proceso, pero no lo consiguió del todo: un 45%.

Irregularidades electorales

Este clima de represión, que ha afectado a partidos de diferentes ideologías, asegura Tatiana Disiatsova, del Partido Comunista, ha creado “mucha apatía y mucho apolítico entre la población; mucha gente tiene dos o tres trabajos y su preocupación principal es alimentar a su familia”.

La pérdida de interés en la política ha sido visible en los días previos a los comicios, gracias al poco entusiasmo de la población por la convocatoria en las urnas. También ayer, durante la jornada electoral. Por ejemplo, un observador de la formación opositora Iábloko, de centroizquierda, explicaba al ARA que en el distrito de Moscú donde estaba él, a media mañana del domingo había votado menos del 10% de los electores censados. Y esto que la votación llevaba dos días en marcha, puesto que empezó el viernes.

En este sentido, varias voces opositoras advertían de que el voto a distancia y celebrado en diferentes días es una manera de poder manipular las elecciones. “¿Dónde están los votos a distancia?”, se preguntaba en las redes electorales Liubov Sóbol, abogada miembro del equipo del opositor Navalni en el exilio, dos horas después de haberse cerrado los colegios electorales. Y tenía motivos para desconfiar, porque los comicios han dejado numerosas imágenes en las redes sociales de supuesto fraude.

En un vídeo se veía cómo se desalojaba a los observadores para “desinfectar” el edificio debido a la pandemia, pero los opositores aseguraban que, en realidad, se hizo para que una integrante de la Comisión Electoral aprovechara para poner votos, a escondidas, en las urnas. En otro, se veía cómo una mujer iba al colegio a votar y se encontraba con que alguien había pedido el voto a distancia a su nombre y ya había votado. No es la primera vez que se denuncian irregularidades electorales.

Pocas opciones

Sea como sea, hay una cosa que queda clara: las elecciones parlamentarias han dado pocas opciones reales a los electores. Con el descontento social latente por la pérdida del nivel de vida, la pandemia y el impacto económico que se deriva de ello, la corrupción y la pérdida de calidad de las infraestructuras, el Kremlin no quiso correr riesgos y vetó a casi todas las figuras de la oposición conocidas. Las maniobras llegaron incluso al Partido Comunista ruso, el primer partido de la llamada “oposición sistémica ”, leal y sin peligro para el Kremlin.

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