CIMERA EUROPEA

La UE teme un nuevo caos fronterizo por las nuevas variantes

Los Veintisiete buscan acelerar la vacunación pero no hay consenso para crear un ‘pasaporte’ de inmunidad

Júlia Manresa Nogueras
y Júlia Manresa Nogueras

BruselasLa tercera oleada del coronavirus ha llegado con unos cuantos problemas añadidos y cuando la vacuna todavía no se ha administrado ni al 1% de la población. Las nuevas variantes de coronavirus, como mínimo la británica, que se ha demostrado más contagiosa, han provocado un endurecimiento de las restricciones de movilidad en ciertos países europeos que hacen que las instituciones comunitarias vuelvan a temer un encadenamiento de cierres unilaterales de fronteras. “Normalmente estamos en contra de cualquier restricción al libre movimiento, pero tenemos que analizarlo, porque [sin las restricciones] podemos poner más presión todavía a nuestro sistema sanitario”, confesaba ayer una fuente diplomática europea.

Justamente ayer los Países Bajos anunciaron un endurecimiento de restricciones directamente vinculadas a la nueva variante del coronavirus. Se aconseja directamente a los ciudadanos que no salgan del país. Se ha fijado un toque de queda a las ocho y media de la tarde y se han extendido las prohibiciones de viajar a las personas que provienen del Reino Unido, Suráfrica, Brasil y otros países latinoamericanos. Además, se endurecen las medidas de cuarentena para todos los viajeros que llegan al país y para los viajeros de fuera de la UE se eliminan las excepciones y se impiden entradas a estudiantes, profesionales o investigadores, que hasta ahora estaban exentos de la prohibición. En Bélgica también está sobre la mesa la prohibición de los viajes no esenciales, según publicaban ayer medios como Le Soir, en una decisión que se tendría que concretar el viernes.

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Si otros países europeos siguen el camino de Bélgica, se volverá a la situación de la primera oleada, cuando el espacio Schengen de libre circulación quedó absolutamente fragmentado, con la gran mayoría de los vuelos cancelados y los aeropuertos vacíos. “Las prohibiciones de viajes o suspensiones de vuelos no están justificadas y son muy disruptivas”, decía el martes el comisario de Promoción del Estilo de Vida Europeo, Margaritis Schinas. Pero Bruselas ya se encontró sola reclamando no cerrar fronteras durante la primera oleada porque las competencias en este ámbito son absolutamente estatales.

Por eso, esta es una de las principales cuestiones que abordarán este jueves por la tarde los jefes de estado y de gobierno de la Unión Europea, en una nueva videocumbre para hablar de la coordinación ante la pandemia. “Uno de los principales objetivos de la reunión es concienciar de que hay necesidad de coordinación. Es importante identificar los riesgos de las variantes para ver qué medidas de restricción tenemos que aplicar, pero hay que recordar que son competencia de los estados”, decía ayer una alta fuente comunitaria.

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En pleno arranque de la campaña de vacunación, han sido varias las voces que han reclamado acelerar la distribución y el proceso de vacunación por todas partes, teniendo en cuenta las consecuencias devastadoras que el virus está teniendo para la ciudadanía europea, sus sistemas sanitarios y también la economía.

Por eso, antes de la videollamada, la Comisión Europea presentó el martes a los Veintisiete la propuesta para comprometerse a tener un 70% de la población adulta inmunizada este verano. Según el ejecutivo comunitario, un 80% de la población de más de 80 años y también de los sanitarios tendría que estar vacunada en marzo, con el objetivo final de llegar a tener a siete de cada diez personas inmunizadas entre junio y agosto. Los jefes de estado y de gobierno tendrán que decidir esta tarde si son capaces de secundar este compromiso, a pesar de que ya hay escepticismo. Fuentes europeas no se atrevían a asegurar ayer que los objetivos sean factibles, y una fuente diplomática directamente lo consideraba “inasumible” como objetivo global para toda la UE: “La Comisión sugiere que lleguemos al 70% de vacunación de la población adulta antes del verano, pero cada estado tiene sus propios sistemas, e incluso dentro de los mismos países hay diferencias. Bruselas quiere fijar un objetivo ambicioso e intentaremos alcanzarlo, pero al final es cada ministerio quien tiene que fijar sus propios ritmos”.

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Y, para acabar, el otro gran tema de debate es la creación de un certificado europeo de vacunación que tendría que permitir que se reconozca entre países el hecho de que alguien ha sido vacunado. La propuesta vino de Grecia, que está especialmente interesada en usarlo como un pasaporte para salvar la temporada turística, pero hay otros países que lo consideran prematuro y que simplemente están abiertos a estudiarlo como un certificado médico y no de acceso a servicios o para facilitar viajes, porque todavía no está probado que estar vacunado garantice la no transmisión del virus. Fuentes europeas confirman que haría falta que un porcentaje suficiente de población estuviera inmunizada para poder abrir la puerta a convertir el certificado en un pasaporte de vacunación. También está sobre la mesa la pregunta de si los ciudadanos que hayan recibido vacunas que no son las aprobadas por la UE podrán tenerlo.

La UE celebra el “regreso” de los EE.UU. con la llegada de Biden

Cuando se anunció oficialmente la victoria de Joe Biden en las elecciones norteamericanas, las principales voces de la Unión Europea, jefes de estado y de gobierno, líderes de las instituciones y ministros se añadieron al alud de felicitaciones y mensajes esperanzados en las redes sociales. Lo mismo se ha producido este jueves cuando, además, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha celebrado el “regreso” de los EE.UU., en un discurso en la Eurocámara en el que ha ofrecido a Biden una “refundación” de las relaciones transatlánticas, duramente malogradas con Trump. En la misma línea se han pronunciado el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el de la Eurocámara, David Sassoli, que ve la victoria de Biden como una “nueva era” para las relaciones entre los EE.UU. y la UE. Las esperanzas están puestas en la necesidad de acabar con la guerra comercial, relanzar la OTAN y luchar contra el cambio climático. Aún así, una UE escarmentada se ha propuesto reforzar su autonomía y también la del euro ante el dólar.