Yihadismo

Al Zawahiri, el ideólogo detrás de Bin Laden

Los dos dirigentes de Al Qaeda se conocieron en Afganistán en los ochenta, durante la guerra entre el Ejército soviético y los muyahidines afganos

Ayman a -Zawahiri y Bin Laden en una imagen de archivo.
Ricard G. Samaranch
02/08/2022
4 min

TúnezPese a haberse convertido en el líder de Al Qaeda después de la muerte de Bin Laden en 2011, Ayman al Zawahiri nunca adquirió la misma fama mundial de su sanguinario compañero de armas. Bajo su liderazgo, la aparición del autodenominado Estado Islámico eclipsó a Al Qaeda y le arrebató el título de organización yihadista más influyente en Oriente Medio y más temida en Occidente. Aun así, el egipcio Al Zawahiri es quizás la figura más influyente que ha dado el yihadismo en las últimas cuatro décadas, un periodo en el cual Al Zawahiri sobrevivió a todo tipo de tribulaciones: intentos de asesinato, varios exilios, encarcelamientos y una recompensa de 25 millones de dólares sobre su cabeza. Hasta que, a los 71 años, su suerte y su afilado instinto de supervivencia se agotaron en un barrio residencial del Kabul de los talibanes.

Según expertos y antiguos correligionarios, Al Qaeda no habría conseguido convertirse en un grupo terrorista de talla mundial, capaz de marcar la política exterior de la superpotencia norteamericana durante dos décadas, si no fuera por Al Zawahiri. De hecho, la misma creación de la organización fue fruto de la fusión de las redes de combatientes de Bin Laden y Al Zawahiri en 2001. Bin Laden, hijo de un empresario multimillonario establecido en Arabia Saudí, aportó el carisma y el dinero; Al Zawahiri, la doctrina, la capacidad operativa y la disciplina. De hecho, se cree que el verdadero cerebro detrás de los atentados del 11 de Septiembre en EE.UU. fue el veterano terrorista egipcio.

"Cuando Ayman conoció a Bin Laden, provocó una revolución en su interior", explicó a The New Yorker Montasser al-Zayat, un abogado islamista y antiguo compañero de celda de Al Zawahiri en una prisión egipcia. Los dos dirigentes de Al Qaeda se conocieron en Afganistán en los ochenta, durante la guerra entre el ejército soviético y los muyahidines afganos, con el apoyo de voluntarios islamistas venidos de todo el mundo. Bin Laden era predicador en el hospital para el que Al Zawahiri trabajaba. Enseguida se hicieron amigos, y el egipcio se convertiría en su médico personal y influiría profundamente en su visión del mundo. En concreto, a él se le atribuye la estrategia de convertir Occidente, y sobre todo EE.UU., en el blanco de los ataques yihadistas en lugar de los gobernantes musulmanes considerados "infieles".

Osama Bin Laden, a la izquierda, y su sucesor Al Zawahiri, en imágenes de archivo.

De médico a líder de Al-Qaeda

Nacido en el barrio cairota de Maadi en 1951 en el seno de una familia conservadora y distinguida, nada parecía encaminar a Ayman Mohamed Rabie al Zawahiri a llevar la atribolada vida de un revolucionario. Su padre era profesor de farmacología, y entre su familia extendida se contaba un gran imam de Al Azhar, la más prestigiosa institución teológica del islam suní, y un embajador en Arabia Saudí, además de presidente de la Universidad de El Cairo. El joven Ayman se graduó en medicina en la Universidad de El Cairo como uno de los estudiantes más brillantes de su generación, y después de hacer el servicio militar obtuvo un máster en cirugía en 1978.

Aun así, sus planes de vida no giraban alrededor de batas blancas y hospitales. La lectura de varios ideólogos islamistas, sobre todo el radical Sayid Qtub, lo marcó profundamente, y a los 15 años ya formaba parte de una célula yihadista secreta que tenía como objetivo hacer caer el gobierno secular de Gamal Abdel Nasser. El hito del magnicidio tuvo que esperar, pero se hizo realidad en 1981 con el asesinato del sucesor de Nasser, el presidente Anwar al Sadat. Al Zawahiri no fue uno de los ejecutores, pero sí que formaba parte del grupo. Por eso, fue arrestado, torturado y condenado por posesión ilegal de armas.

Su imagen en una jaula con el resto de acusados dio la vuelta en el mundo. "We are muslims!", gritaba de manera repetida y obsesiva un joven Al Zawahiri, que todavía no lucía su característico turbante blanco ni la mancha en la frente, señal de devoción entre los musulmanes más conservadores en Egipto.

Una vida convulsa

A pesar de que su corazón acogía un fanatismo ciego al sufrimiento humano, también era capaz de ejercicios de pragmatismo. Esta era la principal característica que lo diferenciaba de Abu Musab al Zarqawi, el responsable de la rama de Al Qaeda en Irak y el que acabaría llevando a la escisión para dar lugar al Estado Islámico. En una carta que se filtró a la prensa, Al Zawahiri criticaba el asesinato de civiles chiitas y los atentados a mezquitas, puesto que creía que esto les haría perder apoyo entre las masas musulmanas.

Entre los momentos decisivos en su convulsa vida también hay que mencionar el asesinato de su mujer y al menos uno de sus hijos en un ataque norteamericano en Afganistán en 2001, y su arresto por las autoridades rusas en 1996 cuando intentaba infiltrarse en Chechenia. Al no reconocerlo, lo pusieron en libertad días después. 

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