Energía

Choque de trenes para los proyectos energéticos en el mundo rural

Una parte de la sociedad civil de Ponent se moviliza en su contra, mientras que las promotoras hacen campaña a favor

Unas 2.000 personas se manifiestan en Lleida contra los macroproyectos energéticos, con un tractor y una pancarta líderes. Vecinos de distintas comarcas exigen la defensa de los municipios rurales y el equilibrio territorial.
7 min

LleidaMás de mil personas, la mayoría vinculadas a más de 150 organizaciones cívicas de diferentes comarcas catalanas, escenificaron el 5 de octubre toda una demostración de fuerza por las calles de Lleida ciudad. Estaban convocadas por dieciséis entidades, entre ellas la Assemblea Pagesa de Catalunya, la plataforma Pueblos Vivos, el grupo ecologista Ipcena y SOS Vall del Corb. Todos salieron a la calle bajo un lema en común: "Defendemos la tierra". ¿Qué querían decir con esto? Ellos mismos lo responden. "Queremos una nueva ruralidad, que no sea dependiente del urbanocentrismo y el desequilibrio territorial", dice Víctor Altés, ingeniero agrónomo y miembro de Pobles Vius. Y es que los activistas advierten de que el mundo rural es víctima de un embate. "Cuando decimos embate nos referimos a todos estos macroproyectos energéticos que nada tienen que ver con las necesidades del territorio, sino con una colonización de los espacios rurales sin siquiera haberlo acordado con la gente que vive en estas zonas", argumenta Altés. Los manifestantes lamentan que grandes empresas y grupos de inversión están agrediendo el territorio rural con nocturnidad y alevosía.

Els macroprojectes energètics a Ponent
També es mostren els parcs eòlics i les centrals solars de fora de la vegueria de Ponent

Central de biogàs operativa

Central de biogàs en tràmit

Parc eòlic operatiu

Parc eòlic en tràmit o en construcció

Central solar operativa

Balaguer

Cervera

Lleida

Tàrrega

Mollerussa

Les Borges

Blanques

Central de biogàs operativa

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Parc eòlic en tràmit o en construcció

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"Hay que detenerlo antes de que sea demasiado tarde. Las zonas rurales están llamadas a ser un espacio de vida en el futuro próximo, en el que la crisis ecológica y de recursos obligará a relocalizar la economía y las relaciones, y no tiene ningún sentido seguir avanzando sobre los caminos de un sistema económico-social que cada vez está más obsoleto ya la deriva", manifiestan voz.

Por este motivo, uno de los llamamientos de los manifestantes del 5 de octubre era el de pedir una moratoria en la implantación de proyectos energéticos hasta disponer de un plan acordado con los agentes territoriales, y la abolición del decreto ley 12/2025, "que subordina el espacio rural y su economía, a los intereses de los promotores". El geógrafo y activista político Sergi Saladié asegura que "los ayuntamientos se han visto obligados a hacer su propia planificación urbanística de las renovables, porque si no lo hacen ellos, las empresas acabarán haciendo lo que querrán y la Generalitat lo autorizará sin que se pueda decir nada". En cualquier caso, Saladié defiende que el cambio de tecnologías de fósiles y nucleares a las renovables debe estar acompañado también de un cambio que pase de un modelo centralizado de pocas centrales y grandes empresas a otro distribuido, donde haya múltiples productores, de comunidades locales y con pequeñas instalaciones que aprovechen los espacios alterados.

"Estamos remando en la dirección contraria", alerta la activista del Pallars Vanessa Freixa. "Muchas personas se están planteando vender sus tierras ante un proceso de acaparamiento enorme, en el que acaban siendo los grandes capitales quienes finalmente gestionarán la base de lo que deben ser nuestros alimentos para nuestra propia supervivencia", concluye Freixa.

El embate del que hablan se traduce en una importante lista de proyectos, como la instalación de más plantas fotovoltaicas y aerogeneradores en el valle del Corb, grandes líneas de alta tensión en l'Horta de Lleida y en las comarcas del plan, la futura planta de gasificación de residuos para la gestión de purines en Juneda, la ampliación de la planta de compostaje en Torregrossa y nuevas plantas de biogás en municipios como Tarroja y la Sentiu de Sió, entre otros.

Unas 2.000 personas manifestándose en Lleida contra los macroproyectos energéticos, con un tractor y una pancarta líderes. Vecinos de distintas comarcas exigen la defensa de los municipios rurales y el equilibrio territorial.
Unas 2.000 personas manifestándose en Lleida contra los macroproyectos energéticos, con un tractor y una pancarta líderes. Vecinos de distintas comarcas exigen la defensa de los municipios rurales y el equilibrio territorial.

El planteamiento de los manifestantes parece chocar, parcialmente, contra las pretensiones del Gobierno con su Estrategia Catalana de Biogás 2024-2030 y su correspondiente plan de acción, que pretende alcanzar la neutralidad climática en el año 2050. El plan tiene como finalidad fomentar la valorización de las de biogás y aprovecharlo para la generación de calor, electricidad o biometano y biofertilizantes. Y esto se traduce en subvencionar proyectos privados que permitan alcanzar los objetivos de 2030 de gestionar 8,5 millones de toneladas de materiales orgánicos (tres veces más que en la actualidad) para triplicar la producción de energía primaria del biogás (hasta 2 teravatios hora al año). El plan de la Generalitat argumenta literalmente que "el mundo rural es clave para desarrollar el biogás, ya que esta fuente de energía se nutre de materias primas entre las que destacan los materiales que genera el sector primario, aparte también de la industria agroalimentaria, la fracción orgánica de residuos municipales, los fangos de depuradoras de aguas residuales y los vertidos". Y defiende, además, su aplicación en nombre de "evitar el despoblamiento y la fuga de talentos del medio rural".

"La subvención de estas plantas hace que vivamos ahora la tercera de las grandes burbujas –alerta Laura Calvet Mir, doctora en ciencias ambientales–; antes fueron las renovables y ahora es el biogás". La ambientóloga lamenta que se esté alcanzando un problema de ecología política, un proceso en el que están entrando grandes empresas que no son del territorio "que aprovechan el negocio para lucrarse". "Con la visión de que esto es un bien común, que vamos a luchar contra el cambio climático y que se van a crear puestos de trabajo para todos, nos están vendiendo humo para acabar garantizando un negocio privado y, al final, un conflicto territorial", concluye Calvet Mir.

"Esperamos que, a partir de ahora, el gobierno de la Generalitat rebaje su arrogancia, mida bien sus acciones y detenga las máquinas –manifiestan portavoces de Pueblos Vivos–. Se han equivocado poniendo nuestras tierras, nuestros pueblos, nuestras vidas y nuestro futuro al servicio de espectro".

Gerard Batalla, miembro de la plataforma, insta a "repensar la ruralidad para poder disfrutar de la tierra y no en función de capitales que vienen a hacer sus negocios especulativos". Laura Broto, de SOS Vall del Corb, asegura: "Nos uniremos a la gente del territorio, que seremos pocas, pero estaremos en lucha por hacer valorar todos los proyectos que tenemos, porque los que tenemos en el mundo rural sí son sostenibles". Rosa Pedrol, de Fem Semilla de Torregrossa, exige: "No queremos ser el vertedero de Catalunya".

Unas 2.000 personas manifestándose en Lleida contra los macroproyectos energéticos, con un tractor y una pancarta líderes. Vecinos de distintas comarcas exigen la defensa de los municipios rurales y el equilibrio territorial.

Operación de 'blanqueo'

La movilización de la sociedad civil ha sido respondida en las últimas semanas por un puñado de actos públicos organizados por sus empresas promotoras para explicar las bondades de sus proyectos energéticos. Lo ha hecho insistentemente la cooperativa de ganaderos de Juneda (GAP), que a la vez que iniciaba las obras de construcción de su planta de gasificación presentó recientemente un nuevo estudio que avalaba las bondades de su proyecto. Un estudio independiente elaborado por ERF-WATTEGA por encargo de GAP Cooperativa concluye que el proyecto Nova Tracjusa en Juneda "cumple con todos los requisitos ambientales y de salud pública, además de confirmar la buena calidad del aire en Les Garrigues". Los responsables del proyecto argumentan que la supresión de las primas a la cogeneración ha obligado a los promotores del proyecto (liderado por GAP Cooperativa y desarrollado de la mano de Grup Griñó) a buscar un modelo alternativo, en este caso la gasificación de combustibles derivados de residuos (CSR), "una tecnología ampliamente probada a escala internacional y con menores emisiones que el modelo utilizado hasta ahora natural", dicen.

Precisamente el Grupo Griñó, últimamente salpicado por una intervención policial por un posible tráfico internacional ilegal de residuos, salió a las noticias por un hecho totalmente diferente: el patrocinio de la atleta leridana Àngela Mora, primer deportista con síndrome de Down, para que pudiera competir en la Internacional 10 al 12 de octubre). Griñó anunció que cubriría todos los costes de competición del atleta durante un año además de equipar al resto de atletas del Club Gimnàstic FEDAC-Lleida. Todo un regalo.

También los promotores del proyecto de la planta de biogás de la Sentiu de Sió hicieron su fiesta. Varios cientos de ganaderos se reunieron el 17 de octubre en el pabellón municipal para "mostrar su apoyo a la planta", decían. Joan Batalla, presidente de Sedigas, y Salvador Salat, miembro de la actual junta directiva del Clúster de Bioenergía de Cataluña, participaron en un acto que defendía las bondades de la planta: "Transformará unas 500.000 toneladas de materia prima verde y sostenible (residuos orgánicos) como purines de cerdo, estiércol de vaca, estiércol de vaca, de matadero y otros residuos orgánicos industriales no peligrosos procedentes de empresas locales, para la producción de gas verde (biometano), que se inyectará en la red de gas natural existente". Los promotores aseguran que más de 350 ganaderos locales han formalizado su adhesión a su proyecto.

"Necesitamos los biopolígonos"

El G-10 es un comité estratégico nacido hace cinco años y formado por las principales administraciones, las cámaras de comercio, la Universidad de Lleida y las organizaciones patronales y sindicales con una agenda compartida de transformación económica basada en la economía verde y circular. Una de las personas que idearon la iniciativa es Teresa Botargues, técnica asesora de Promoción Económica de la Diputación de Lleida que defiende la potencialidad del territorio rural para liderar proyectos estratégicos como el de la creación de los llamados biopolígonos, "ámbitos territorialmente delimitados con instrumento urbanístico propio, destinados a la implantación ordenada de actividades económicas vinculadas a la producción de nuevos alimentos". Actualmente, hay tres proyectados en Ponent (en Alcarràs, Montoliu de Lleida y Balaguer). "No pensamos en plantas de gestión de residuos, sino en actividades bioindustriales que deben ubicarse próximas a la fuente de obtención de materias primas, que generan puestos de trabajo cualificados y que tienen un alto componente de tecnología y de conocimiento –defiende Botargues–. Necesitamos los biopolígonos para que sean entornos industriales no necesariamente pequeños donde se actividades bioeconómicas, entre las que potencialmente está también el biogás".

Botargues recuerda que la agenda compartida del G-10 tiene un modelo de gobernanza y un ecosistema de innovación que promueven la participación de cualquier actor para evaluar todos los proyectos que se suman. "Hará un par de años –recuerda la técnica– organizamos en Lleida un campo de innovación para hablar de los biopolígonos donde había más de cien personas. Estaban invitados los grupos ecologistas, pero no vino ninguno de ellos".

Según fuentes oficiales, en la última acta de la Comisión de Urbanismo de Lleida, que es la que evalúa los proyectos de plantas de biogás, hay doce sobre la mesa. "Si sumamos el total de materia orgánica que prevén consumir estas doce instalaciones, no se llega ni al treinta por ciento de todos los recursos orgánicos disponibles para la producción de biogás, entre ellos los purines, que generamos en las comarcas de Lleida; por tanto, ni son macro, ni nos deben llevar residuos de otro sitio", . tener una dimensión mínima que viene definida por volumen de producto resultante, es decir, gas renovable, y no por volumen de materia prima consumida".

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