¿Por qué asedian a periodistas en Torre Pacheco?

La escalada de violencia en Torre Pacheco contra los inmigrantes de la localidad ha encontrado otra forma de manifestarse a través de la televisión. Los grupos de extrema derecha y sus simpatizantes han ampliado su agresividad arremetiendo contra los periodistas que están cubriendo los hechos. El martes por la noche, La 1 hizo un especial, Odio en Torre Pacheco, conducido por Marc Sala y Ana Roldán. Un programa con expertos muy interesante aunque algo reiterativo, más enfocado a profundizar en el origen de este tipo de conflictos y la forma más pertinente de abordarlos desde el punto de vista informativo, social, político y económico. Tenían cuatro reporteros sobre el terreno, informando desde distintos puntos. María Sánchez Chapinal era la periodista que conectaba desde la yema del huevo de una de las concentraciones. A su alrededor se observaba a toda la gente, la mayoría hombres, en una especie de compás de espera intimidante. De pie, dando vueltas por la calle, mirando el móvil y observando desde cierta distancia cómo trabajaba la redactora. A diferencia de sus compañeros de cadena, no llevaba un micrófono de mano donde se identificaba la cadena, sino un pequeño micrófono cogido en el cuello del jersey. Ella misma explicó que, aunque no era el sistema óptimo, se había visto obligada a ello debido a la fuerte tensión que le rodeaba. En una conexión posterior, los espectadores fuimos testigos. Su crónica quedó ahogada por los gritos e insultos. Uno de mis recurrentes fue el de puta.

Fueron muchos los profesionales de los medios de comunicación que sufrieron el acoso de los violentos y las cadenas respectivas enseñaron sus imágenes. Andrea Herrero de Malas lenguas, Arancha Jiménez de RNE, Elena Gómez de Tardear, Esther Yáñez deEspejo público y tantos otros. Muchas de las que vimos eran mujeres, porque algunos de los energúmenos que las rodeaban y cerraban el paso se atrevían más fácilmente con ellas. El machismo es otro rasgo de la ultraderecha y se delataba en la transmisión. Las secuencias de estos grupúsculos airados persiguiendo a las periodistas, que debían desplazarse de su puesto de trabajo y ser protegidas, era una imagen que les interesaba mostrar. No se trata sólo de atacar la libertad de prensa y erosionar la confianza ciudadana en los medios de comunicación. La escena del acoso y esperar el momento del directo para ello es una exhibición de fuerza que contribuye al espectáculo y al protagonismo que buscan estos ultras. Mientras asediaban a periodistas, todo un grupo de cámaras y móviles formaban parte de la escena para mostrarlo. Es lógico que se explique y que se enseñe para contextualizar la tensión, no para convertirse en el epicentro de la información. Pero debemos tener presente que es una forma más de violencia que utilizan no sólo para silenciar, sino para imponer globalmente el relato del miedo que les conviene para crecer.