La bisabuela que añora a Franco

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Y ahora Sonsoles

El viernes, en Antena 3, en el programa Y ahora Sonsoles, invitaron a una mujer de 107 años. Esperanza Cortiñas, vecina de Ourense, visitaba el programa en calidad de centenaria ilustre, con muy buena salud y ganas de vivir. La presentadora Sonsoles Suárez ya presentó la entrevista con esa condescendencia ridícula que anticipaba uno de esos momentos terribles: cuando alguien trata a las personas mayores como si fueran criaturas.

Y así fue. La entrevista empezó como suelen arrancar todas las conversaciones a personas centenarias en televisión: preguntándole qué comía. La prueba indiscutible de que todos somos conscientes de que es la calidad de la alimentación la que determina nuestra longevidad. Esperanza explicó que cada día se tomaba un carajillo de licor de café con unos frutos secos y que nunca cenaba nunca "porque el corazón se queda más pequeño". La mujer, nacida en 1916, había trabajado toda su vida limpiando casas y ahora su ilusión era ir a bailar en el hogar de jubilados y jugar a cartas con sus amigas. La tensión llegó cuando la presentadora le preguntó si le quedaba algo por hacer. Entonces Esperanza expresó su anhelo de viajar a Nueva York, pero dijo que no tenía suficiente dinero para hacerlo. “Pues la metemos en una maleta”, bromeó su hija que le acompañaba. Y Esperanza hizo una asociación de ideas: “Sí, como ese de Barcelona, ​​que le mandaron en una maleta palla para que no supieran quién era... Y ahora está dando la tabarra a todos los españoles...” El comentario desconcertó a Sonsoles Suárez, pero con la insistencia de la mujer le quedó clarísimo: “¡Ah! ¡Me está hablando de Puigdemont!” Y se rió viendo la vehemencia de aquella señora mayor a la hora de hablar de política. Para cambiar de tema le recordó a los papas, los reyes y los mandatarios que había visto pasar, y al oír el nombre de Franco, Esperanza lo tuvo claro: “¡Así debería venir otro como él!” A Esperanza, la figura de Franco le parecía la solución a los problemas de hoy en día: “Se están matando a mujeres todos los días. ¿Pero esto qué es? ¡Antes no se veía esto!” La presentadora le rebatió suavemente la reivindicación: “Con Franco no había libertades y ahora hay libertades. ¡Con Franco usted no bailaba! [...] No podían votar a las mujeres...” Pero a Esperanza no le convencía: “¿Es mejor así, matando a mujeres y niños todos los días? ¿Esto está mejor? ¡Si viniera otro como él nos iba a sacar al dedito a todos!” La hija de Esperanza intentaba disuadir a su madre de seguir hablando haciéndole golpecitos en el brazo: "¡La vida es así, mamá!" Y la presentadora concluyó: “Ella tiene su opinión. Lo ha vivido todo y se queda con Franco. Los demás, pues no”. Esperanza Cortiñas rompió con el estereotipo de la bisabuela llena de ternura y mensajes de bonhomía fruto de la perspectiva y la sabiduría que dan los años. Pedía el regreso de un dictador “que nos saque al dedito a todos”. No sería extraño que en unos días la viéramos haciendo de analista o de tertuliana en algún programa de la cadena.

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