Hay series que, sin demasiadas filigranas, tienen la capacidad de proporcionar al espectador un aprendizaje más allá del entretenimiento lógico que se le supone a toda ficción. No desde el punto de vista del aleccionamiento, sino que dan la posibilidad de descubrir los detalles de una realidad, de hechos históricos, a través de estimular la curiosidad. Es el caso de La casa alemana (Deutsches Haus) en Disney+. Es una producción basada en el libro homónimo deAnnette Hess, una autora especializada en el pasado reciente de Alemania. En 2018 publicó la novela de éxito internacional que ahora se ha convertido en serie, también con su guión. La acción transcurre en Fráncfort en 1963, durante el juicio contra los responsables nazis del campo de exterminio de Auschwitz. La protagonista es Eva Brühns, una joven alemana de veinticuatro años que ha crecido en la posguerra, en la que se ha aislado a las nuevas generaciones de la historia pasada. Eva asume con absoluta ingenuidad el trabajo de traductora del polaco al alemán en este juicio. Será la intérprete de los supervivientes de Auschwitz mientras ayuda a sus padres en el restaurante familiar que regentan en la ciudad.
Lo mejor de La casa alemana es como el espectador es testigo de cómo a la protagonista le va cayendo la venda de los ojos, no sólo sobre la realidad de su país sino también de su propia familia. La audiencia juega con ventaja y conoce perfectamente cuál es la historia de Alemania y qué ocurrió en los campos nazis. El impacto es volver a la casilla de salida, cuando toda esa información que tenemos tan bien aprendida no era del dominio público. Eva ha crecido en tiempos de paz, en el período de reconstrucción de una nueva Alemania que pretende tapar el pasado. Ha visto a sus padres quererse y desvivirse por el restaurante. Ella tiene las ilusiones propias de su edad: aspira a tener trabajo por ser más independiente y está enamorada de un chico cagadudas. El juicio de Auschwitz la transformará. Eva, como tanta otra gente, ignora las atrocidades del fascismo. Las declaraciones de los supervivientes polacos no sólo le abrirán los ojos sino que facilitarán que pueda atar cabezas de otras muchas cosas que pasan a su alrededor.
A nivel narrativo, un juicio es el recurso perfecto para explicar con sencillez unos hechos históricos y evidenciar cómo impactaron en las personas. La casa alemana está llena de sutilezas. La guionista Annette Hess reconstruye con honestidad el proceso en los tribunales pero teje a su alrededor la vida de las personas que participan, mostrando cómo era aquella Alemania que quería ignorar el pasado pero que estaba llena de traumas y miedos. Explica cómo era la Alemania de posguerra, de la que a menudo la ficción ha hablado poco. La serie juega con los errores de traducción, con las formas de manipular la memoria, con las argucias judiciales. Sabe retratar muy bien cómo los traumas sociales y las atrocidades políticas se representan en la cotidianidad de las personas. Cómo la gran historia impacta en la vida doméstica.