La cancelación en diferido de Stephen Colbert

El pasado miércoles, Stephen Colbert, el icono de la sátira política de los late night estadounidenses, hacía saber a sus espectadores que la CBS le cancelaba el programa. No será fulminante. The late show se acabará, si nada cambia, en mayo del próximo año. Ponen punto final al formato, seguramente por las incomodidades que les conlleva el género. El hecho de que Colbert sea líder de audiencia ha hecho inevitable la interpretación en clave política de los hechos. Una concesión a la presión amenazadora de Trump, diana diaria de los dardos de Colbert. Días antes de que se conociera la decisión, el presentador denunció desde el mismo programa que Paramount Global —la corporación madre— habría pagado 16 millones de dólares a Trump por un litigio por una antigua entrevista en el 60 minutes donde el presidente consideraba que lo habían difamado. Lo desveló el New York Times. Con humor, Colbert criticó la corrupción institucional de ese caso, porque el acuerdo coincide con intereses empresariales que necesitan la aprobación de la Comisión Federal de Comunicaciones y, por lo tanto, de la administración Trump. Colbert, nada más volver de vacaciones, lo tildó de "big, fat bribe" (un enorme cohecho) e hizo pública su decepción con la empresa. Tres días después recibía el comunicado de la cancelación.

Sin embargo, el presentador no ha aflojado. En los siguientes monólogos ha cargado fuerte contra Trump, primero por la felicitación de cumpleaños que le envió a Jeffrey Epstein, subrayando el vínculo amistoso y lleno de secretos entre los dos. Al día siguiente también se hizo eco de las informaciones sobre los tres minutos que faltaban en el vídeo de las cámaras de la celda de Epstein del día en que apareció muerto. También se recreó al señalar el montón de mentiras que Trump contó sobre su tío. El lunes, Colbert también reaccionó al tuit de Trump donde se alegraba de su despido y situaba a Jimmy Kimmel como el siguiente en caer. "Go fuck yourself!", le respondió con una sonrisa, y reivindicó el derecho a ser la única cabeza que rodaría: "¡De ninguna manera! ¡Yo seré el único mártir! Solo hay sitio para uno en esta cruz. Y tengo que decirte algo. Las vistas desde aquí arriba son fantásticas. ¡Incluso puedo ver tu casa!", le decía a Trump. Colbert ironizó sobre el hecho de que Paramount hubiera alegado motivos estrictamente financieros para finalizar su contrato y bromeó recordando los 16 millones de dólares que habían pagado a Trump para conseguir la fusión deseada. En el programa, parodiaron una actuación de Coldplay para mostrar la alegría del público: Jimmy Fallon, Jon Stewart, Seth Meyers, John Oliver, Anderson Cooper y Adam Sandler, entre otras celebridades, estaban en la grada en señal de apoyo a su compañero.

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Colbert nunca ha perdido el tono mordaz y optimista. En ningún caso ha adoptado un rol victimista. Ha mantenido una actitud combativa sin ser agrio, chapucero ni agresivo. Estos diez meses que le quedan en la CBS prometen. The late show se ha convertido en un reducto de contundencia contra Trump muy interesante de seguir.