El jueves por la noche TV3 emitió el making-of de Tor, la que ha sido, sin duda, la gran producción de esta temporada, por calidad y cifras de audiencia. El fuego detrás de las llamas mostraba cómo se ha desarrollado la serie documental tanto en el ámbito creativo como en el técnico. Los responsables de los distintos departamentos explicaban los detalles e interioridades de su trabajo. Tras el abuso de la primera persona que ha realizado Carles Porta a lo largo de los ocho capítulos, el programa era casi un acto de justicia con el equipo de trabajo. Pudimos ver las bambalinas de Tor: el planteamiento de la línea editorial del proyecto, el tono, el enfoque narrativo, la composición de la banda sonora, la construcción de las maquetas, las localizaciones, el proceso de grabación y la búsqueda de testigos. El making-of era prácticamente tan goloso como la serie e incluso tenías la sensación de que hubieran podido hacer algunos episodios más. El programa tenía gran capacidad de síntesis y permitía intuir el material que finalmente no se ha aprovechado.
Las declaraciones de los responsables de las diferentes áreas de trabajo eran reveladoras porque muchas de las percepciones y sensaciones que han tenido los espectadores viendo la serie documental pasaban del subliminar al consciente al ver el making-of. Las dosis de western, de thriller nórdico, la creación de tensión y ambientación que funcionaban dérmica y visualmente hasta suscitar una atmósfera, al ver el proceso de construcción del relato se descubrían los mecanismos: de los matices sonoros de un tambor artesanal al humo de una pequeña chimenea. Lo más diminuto o tenue acaba teniendo grandes repercusiones emocionales en el espectador. Cuando Eduard Grau habla de la importancia de que las maquetas cobraran vida, el making-of lo hace patente a través de la imagen, exhibiendo cómo pasamos de un paisaje en miniatura a un pequeño mundo que late en el interior de las casas.
El fuego detrás de las llamas también ponía en evidencia un factor más sutil, pero que también determina su enfoque. El making-of de Tor se explicó a través de voces masculinas. Aunque en las imágenes se veían a mujeres como integrantes de los equipos, los responsables que explicaban las diferentes partes del proyecto eran siempre hombres. Esto es significativo teniendo en cuenta que Tor es también una historia de conflicto entre grandes machos alfas. Esto explica también las deficiencias en el ámbito de la perspectiva de género que a menudo tienen las producciones de Porta.
La emisión posterior del 30 minutos, Tor, la montaña maldita, de 1997, que originó el fenómeno actual, quizás ya saturaba un poco, pero, en cambio, permitía constatar la evolución de las narrativas televisivas. Y no sólo respecto al género true crime sino también en lo que respecta al programa histórico de reportajes. Tor ha sido la montaña bendecida para Carles Porta.
Por otra parte, el making-of demuestra a la audiencia (ya los propios responsables de TV3) las implicaciones profesionales, exigencias y tiempo que pide una buena producción televisiva en contraste con esta televisión de feria a la que nos están acostumbrando a consumir últimamente.