El domingo el 30 minutos nos ofrecía el reportaje de la BBC El efecto Tik Tok. A pesar de centrarse únicamente en Tik Tok y tener un planteamiento distinto, recordaba el espíritu deEl dilema de las red, el documental de Netflix en el que se vincula la potencia de los algoritmos de las redes sociales con la destrucción de las normas sociales y los valores democráticos. Es interesante mirárselo para entender qué tipo de contenidos están al alcance de las generaciones más jóvenes y qué implicaciones sociales y culturales tiene. E intuir cómo esto puede acabar por tener también consecuencias políticas.
El efecto Tik Tok utiliza como punto de partida un fenómeno inaudito: usuarios de la red que se dedican a “investigar” o aproximarse a crímenes reales a través de sus vídeos. Como esta red social viraliza los contenidos en función del impacto emocional y el sensacionalismo sin considerar el número de seguidores, acaba por estimular conductas negligentes y morbosas sin tener en cuenta el sentido común, el rigor o la verdad. Alcanzar audiencia y relevancia social genera adicción y la falta de escrúpulos es el mejor recurso para alcanzar el objetivo de la popularidad. "Es un nuevo tipo de periodismo", dice una influencer que se adentró en las teorías de un crimen en un instituto. “No necesitas un título. No necesitas una carrera para dedicarte a ello. Solo necesitas un móvil”. Y sigue: “Puedo publicar posts polémicos. Puedo publicar una información que una agencia de noticias debería contrastar antes. Pero como yo voy por libre, puedo publicarla. Yo puedo hacerlo. Tengo el poder de hacerlo”. Con esta actitud han promovido a través de Tik Tok rumores masivos donde acusan de asesinato a personas inocentes con mentiras, teorías inverosímiles, pero muy golosas o, sencillamente, inventándose un relato que se ajusta a las imágenes de las que disponen.
El reportaje es ideal para visionarlo con adolescentes en casa o en el instituto y comentar algunos de los aspectos más delirantes.
A El efecto Tik Tok somos testigos, por un lado, del narcisismo y la estulticia de muchos de estos creadores de contenidos. Personas irresponsables que sólo buscan el reclamo. Se suma la cultura del true crime, donde el sensacionalismo se prioriza en la sensibilidad. La viralización de estos contenidos, además, legitima y potencia determinadas conductas sociales construyendo una idea falsa de comunidad.
Contemplar los ejemplos de Tik Tok en este contexto periodístico permite tomar distancia y constatar hasta qué punto se ha normalizado la estupidez comunicativa de determinados contenidos populares. El reportaje nos aboca inevitablemente al pesimismo. A una sensación inevitable de la progresiva imbecilización del mundo donde la inmadurez, el egocentrismo, la falta de esfuerzo y, sobre todo, el nulo espíritu crítico se convierten en características de un talante cada vez más popular y, sobre todo, en una inercia mediática muy potente y preocupante.
