La degradación de los cuerpos en 'Supervivientes'

Supervivientes, el reality de Telecinco, está encarando la recta final del concurso y, por lo tanto, la narrativa se focaliza aún más en los cuerpos de los participantes. Buena parte del espectáculo consiste ahora en comparar y evaluar su desnudez al principio de las emisiones y cómo está en las últimas. En las redes sociales y plataformas televisivas se han difundido imágenes del antes y el después.

El cuerpo se convierte en el espacio de dramatización, el campo de batalla. El aspecto físico y los estragos provocados por el hambre, el sol y la resistencia es lo que demuestra el sacrificio de los concursantes. Los conflictos de los realities están inducidos y manipulados y, por este motivo, el cuerpo adquiere un papel clave en la narrativa. El deterioro físico es indiscutible y, por lo tanto, es lo que avala una hipotética verdad del concurso. El cuerpo de los "supervivientes" en el último tramo del programa, la exhibición de su desnutrición, la piel quemada o arrugada, la pérdida de musculatura, el pelo enredado, la falta de higiene y el sudor son las marcas de la realidad, de la extrema dureza de la experiencia. El cuerpo femenino, además, está sometido a un juicio extra. Coaccionar emocionalmente a una concursante para que se corte la melena a cambio de poder hablar con su hijo pequeño o juzgar el físico de otra participante porque le ha salido barriga en vez de adelgazar demuestra la dimensión patriarcal que existe sobre este control del cuerpo. Fabrican sospechas de un posible embarazo y la invitan a hacerse un test públicamente, después de que ella haya tenido que revelar detalles de su conducta sexual. Se disfraza de juego, de prueba del concurso, lo que en realidad es violencia simbólica. Se ejerce una especie de castigo sobre quien no cumple con las expectativas físicas por tener material para dramatizar el reality. La barriga de la concursante (que ella misma intentaba disimular ante el escrutinio televisivo y de sus propios compañeros) estaba producida por una distensión abdominal a causa de un consumo excesivo de bebidas energéticas para resistir la supervivencia. Al final se resuelve el misterio, pero antes se ha hecho espectáculo de la acusación, el debate público y la crítica al físico no normativo o no hegemónico. Es una violación de la intimidad que no se percibe como tal, porque la televisión nos ha acostumbrado a esta forma de control social sobre el cuerpo de las mujeres.

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Cuanto más radical es el deterioro y la delgadez, más sentido tiene la épica del concurso. Se construye un mensaje de valía moral sobre los concursantes capaces de resistir la penitencia mediática. Supervivientes y formatos similares se convierten en una especie de experiencia de transformación mística. Quien gana obtiene una suerte de redención, como si fuera un tránsito hacia la purificación. El espectador valida esa humillación y ese maltrato hacia los concursantes. Y sobre los cuerpos de los finalistas queda el rastro de los discursos culturales y mediáticos de nuestro tiempo.