Elon Musk: tres tuits diarios contra los medios
El hombre más rico del mundo publicita el lema "El medio eres tú" desde la red X, que gestiona de forma opaca y vertical
BarcelonaElon Musk es un hombre de múltiples sombreros. No sólo guía el destino de la automovilística Tesla, del aeroespacial SpaceX, de la dedicada a la inteligencia artificial xAI o de la compañía de implantes cerebrales Neuralink. También es el dueño de la red social X, su usuario con más hinchas y, de propina, uno de los más activos. De toda su febril actividad piuladora destaca una obsesión: intentar denigrar a los medios tradicionales. Un estudio de Reporteros Sin Fronteras centrado en el último año ha computado que en estos doce meses ha publicado hasta 1.017 mensajes en contra de los medios. Es decir, un promedio de tres al día.
Su mantra más repetido es "El medio es tú". Se trata de un lema que apela al viejo sueño democratizador de internet pero que cada vez se pone más en entredicho, incluso por parte de los propios impulsores de la World Wide Web, al constatar que el espacio digital está cada vez más controlado por un número reducido de personas. En el caso de Musk, la evolución es especialmente evidente: Twitter nació como una red en la que, por el deseo de su fundador, Jack Dorsey, los usuarios tenían poder para hacer oír su voz. Ayudaba a que, en varias ocasiones, el ejecutivo se había mostrado crítico con que una empresa privada tuviera el poder de decidir qué se podía decir y qué no en el ágora digital.
Pero la compra de la actual X por parte del hombre más rico del mundo truncó esa voluntad horizontal. Pese a su discurso liberal, Musk ha resultado ser en realidad mucho más intervencionista. Era Musk quien decidía, por ejemplo, reinstaurar la cuenta de Donald Trump. Y es él quien ha dejado en manos de la turba digital más radicalizada las llamadas "notas de la comunidad", comentarios que pueden quedar incrustados en un mensaje y calificarlo de verdadero o falso. En una ocasión, Musk incluso pidió a los ingenieros que removieran el algoritmo para asegurar que un tuit suyo tenía más eco que uno similar del entonces presidente Joe Biden.
Vincent Berthier, jefe de periodismo y tecnología de RSF, resume así la evolución de Musk: “En nombre de la libertad de expresión, Musk está ejecutando una implacable ofensiva contra los medios, atizando la desconfianza y el odio contra ellos. propiedad, X, como fuente vital de información". El directivo hace un llamamiento a la acción: "Las democracias tienen un magnate de la tecnología polarizando el debate público sobre los medios por razones ideológicas y económicas ante sus narices. Y por eso deben responder de forma urgente. Las leyes deben asegurar que las plataformas online estén alineadas con el interés público, sobre todo exigiéndoles que promocionen contenido".
Mientras tanto, Musk publicita con regularidad que su aplicación aparece como número 1 en los rankings de aplicaciones más descargadas en el apartado de noticias de las tiendas digitales de Apple y Android y alterna estos mensajes con otros en los que dispara contra algunas de las marcas informativas históricas del país, a las que acusa woke. Una década atrás, Dorsey encargó que se elaborara merchandising con la etiqueta #StayWoke (#MantingueuvosDesperts) y el icono del pajarito que identificaba la aplicación. Hoy sería impensable.
Sin beneficios, al menos influencia
Una de las claves para entender la deriva de X es el análisis económico de la plataforma. Bajo el mandato de Musk, ha perdido buena parte de la publicidad que la sustentaba: los anunciantes se han ido en masa, al no querer que sus mensajes aparezcan junto a publicaciones con discursos de odio o desinformación. A partir de ahí, Musk parece haber asumido que el retorno que obtendrá de esta red, por la que pagó 44.000 millones de dólares, nunca será en forma de beneficios operativos, pero que al menos obtendrá un rendimiento ideológico que condicionará su agenda informativa, con la esperanza de que, de paso, esto beneficie al resto de sus negocios.
En todo caso, el odio de Musk por los periodistas viene de mucho antes de apoderarse de Twitter. Cuando algún medio cuestionaba algún aspecto de Tesla o SpaceX, enseguida cogía el móvil para descargar su ira en forma de tuits. En una ocasión, en el 2016, confesó a un ejecutivo de SpaceX que consideraba que los periodistas, en general, eran "unos idiotas". Pero no le preocupaban especialmente: "Con Twitter, podemos hablar directamente a la gente. ¿Por qué necesitamos periodistas?", planteó. Seis años después, no solo se convertía en uno de los twiteadores por excelencia de la red sino que, directamente, la compraba, lo que le ha ayudado además que doblar su culto de seguidores: de los 110 millones que tenía en octubre del 2022 a los 229 millones actuales.
"Los ataques de Musk a los medios son su manera de promocionar X para sus propios intereses", explica al ARA Kate Conger, autora junto a Ryan Mac del libro Character limit, donde se examina la compra de Twitter por parte del magnate. "Posiciona su red social como si fuera una fuente de información más contrastada y precisa. Pero la realidad es que X hace tiempo que tiene dificultades para gestionar la desinformación y las bolas que corren por su plataforma y Musk ha derribado a buena parte de la infraestructura que existía en Twitter para dirigir estos problemas". Poniendo el énfasis en la capacidad autorregulatoria de la plataforma, refuerza la idea de que no es necesaria una mediación profesional y con criterios periodísticos de la información.