De emblema de calidad a fábrica de churros: los títulos que han marcado una década de series en Netflix
La plataforma ha celebrado los 10 años del estreno de la ficción con la que empezaron el servicio de 'streaming', 'Lilyhammer'
Barcelona222 millones de subscriptores y presencia en más de 190 países. En 10 años, Netflix ha cambiado la manera en la que consumimos productos audiovisuales, pero también ha visto cómo su marca se ha devaluado: percibida al principio como sinónimo de calidad, hoy se extiende la noción de que produce al por mayor, anteponiendo la cantidad. Pero a pesar de esta pérdida de prestigio y la amenaza de Disney+ –que está en pleno auge–, Netflix sigue manteniendo su posición como principal servicio de streaming mundial, un rol que ha construido gracias a una montaña ingente de series. De su amplio catálogo, que cumple una década desde que añadieron la primera serie, hemos elegido diez series significativas por haber jugado un papel fundamental en la evolución de la plataforma.
La primera serie propia, que en realidad no lo era tanto
Una de las estrategias principales de la plataforma a la hora de presentar sus contenidos es plantificar el cartel de Un original de Netflix al inicio de cada serie, aunque en muchos casos son productos comprados a terceros que solo distribuye. Este movimiento está presente desde la primera serie que presentó, Lilyhammer, la ficción que supuso el inicio del servicio de streaming, aunque popularmente siempre se ha concebido House of cards como el pistoletazo de salida de la plataforma. Protagonizada por Steven Van Zandt y centrada en las aventuras noruegas de un jefe de la mafia, se estrenó originalmente en la televisión pública noruega el 25 de enero de 2012. Días después, el 6 de febrero de 2012, Netflix subía los ocho episodios a su plataforma, disponible entonces en los Estados Unidos, Canadá y América Latina. "Echando la vista atrás, Lilyhammer quizás fue una elección poco ortodoxa como primera serie. Pero funcionó porque era una historia extremadamente local que podíamos compartir con el mundo", explicaba esta semana Ted Sarandos, coconsejero delegado de Netflix. La política iniciada con Lilyhammer ha tenido continuidad con otras ficciones no producidas por el servicio, como por ejemplo Derry girls o Peaky blinders.
El símbolo que ha acabado en la papelera
Estrenada el 1 de febrero de 2013, House of cards fue la primera producción propia de Netflix, un drama que adaptaba una serie original inglesa y que durante muchos años fue el símbolo de una plataforma que aseguraba que había llegado para revolucionar la ficción televisiva. Con nombres como David Fincher, Kevin Spacey y Robin Wright, este relato sobre manipulación política se convirtió en la punta de lanza de la producción propia de Netflix, continuada después por Orange is the new black. Después de mucho tiempo siendo la serie de la que todo el mundo hablaba en la máquina de café del trabajo, todo se torció en 2017, cuando se hicieron públicas las acusaciones de acoso sexual contra Kevin Spacey. Netflix lo despidió de forma fulminante y House of cards acabó con una sexta temporada sin Frank Underwood que pasó con más pena que gloria. Viendo los esfuerzos marquetinianos que Netflix ha hecho para recordar los diez años del estreno de Lilyhammer, es imposible no plantearse si el próximo año Netflix celebrará con tanto entusiasmo la década de House of cards.
El primer y, de momento, único Emmy a mejor drama de la plataforma
A pesar de ser una fuerza hegemónica en el panorama de plataformas, a Netflix se le han resistido mucho los premios televisivos. Sus producciones obtenían galardones por los actores, pero los premios a mejor serie ya eran otra historia. La afortunada de conseguir el hito de ser premiada, por fin, con el Emmy al mejor drama ha sido The Crown, seguramente una de las propuestas más clásicas de la plataforma (pero también la más cara). La joya de la corona de Netflix ganó el premio gordo con su cuarta temporada –la que explica los inicios de la relación del príncipe Carlos y Diana– en 2021, un año en el que sus competidores no eran especialmente fuertes. Anteriormente, series como Breaking bad, Juego de tronos o Succession, todas ellas de canales convencionales como AMC o HBO, le habían robado a Netflix la opción de ser coronada con los premios gordos.
El primer gran éxito 'mainstream'
Sí, House of cards fue una obsesión para muchos espectadores adultos, pero Stranger things, estrenada en 2016, fue para Netflix su primer gran éxito transversal. Ambientada en los años 80 y con referencias tan nostálgicas como Los goonies, Stranger things, que explica los hechos paranormales que tienen lugar en un pequeño pueblo, puso de manifiesto que el negocio de las series de Netflix podía ir más allá de la simple distribución si se tocaba la tecla correcta. El proyecto de los hermanos Duffer lanzó a la fama a Millie Bobby Brown, que todavía siendo una preadolescente se erigió en icono de moda, pero sobre todo abrió un universo de merchandisingque aportaba nuevos ingresos a la plataforma. Stranger things estrenará su cuarta temporada este 2022, tres años después de la última entrega. ¿Seguirá el público teniendo ganas de ver las aventuras de unos niños que ahora ya son adultos?
Las pequeñas joyas también son posibles
Netflix busca un público tan transversal como sea posible, pero esto no significa que no tenga espacio para ficciones que, en muchos casos, podrían ser consideradas de nicho. Un buen ejemplo de esto es la serie de animación para adultos Bojack Horseman, una de las propuestas de Netflix más celebradas por parte de la crítica. Ambientada en un mundo alternativo en el que humanos y animales antropomórficos conviven, la serie explica la historia de un caballo que fue estrella de una sitcom de los 90 y que ahora vive en un estado de decadencia y depresión perpetua. Bojack Horseman, que se acabó en 2020, es la primera serie de la plataforma que ha dado el salto a la televisión convencional: en 2018, en los Estados Unidos, Comedy Central compró los derechos de sindicación para poder emitirla después de South Park, otra referencia de la animación para adultos.
El descubrimiento del 'true crime'
El género del true crime no lo creó Netflix, pero sí ha ayudado a popularizarlo. Making a murderer es uno de los ejemplos más icónicos de cómo la plataforma ha trabajado este tipo de contenido. Estrenado en 2015, explicaba la vida de Steven Avery, un hombre de Wisconsin detenido y encarcelado por agresión sexual e intento de asesinato. La serie documental, de dos temporadas, investigaba por qué Avery había sido condenado si tenía coartada. Making a murderer causó furor entre el público, con algunos fans tan populares como Ricky Gervais, y ganó el Emmy a la mejor serie documental.
Rescatadora de series descartadas
El thriller español es uno de los casos paradigmáticos de una de las características esenciales de Netflix, dar una segunda vida a series descartadas por sus canales originales. La historia de La casa de papel es de sobra conocida: la primera temporada, producida por Atresmedia, se emitió por Antena 3 sin especial fortuna. Una vez dio el salto al catálogo de Netflix, el boca-oreja hizo que empezara a subir posiciones entre lo más visto y la plataforma vio una oportunidad de negocio. Tres temporadas más y el inicio de una franquicia que se pondrá en marcha con la versión coreana que se estrenará este año en Netflix.
Cuando los fans dejan de ser importantes
En sus inicios la plataforma se caracterizaba por mantener todos los proyectos, pero desde hace unos años sostener económicamente una cartera de proyectos que no deja de crecer se ha convertido en un imposible para Netflix. Por este motivo ha empezado a cancelar series sin piedad, algunas de las cuales quizás no las miraba mucha gente pero sí que tenían una base de fans muy sólida. The OA fue una de las damnificadas de este proceso y ni siquiera pudo tener un final cerrado. Esta situación se ha agravado con la crisis del coronavirus, que ha provocado que algunas ficciones, como por ejemplo Glow, que tenían entregas finales ya apalabradas, no puedan despedirse de los seguidores. El resultado es un catálogo en el que siempre manda la renovación constante.
Los fondos de armario necesarios
En Netflix cabe todo el mundo: desde series con ínfulas intelectuales hasta subproductos. La plataforma tiene buen ojo para detectar proyectos por los que los seriéfilos más beligerantes no darían un duro pero que tienen un público que los espera como agua de mayo. Virgin River, adaptación de la saga romántica de Robyn Carr, es una serie que no desentonaría en la programación de sobremesa de La 1 o Antena 3 y, a la vez, es uno de los grandes activos de la plataforma. Un melodrama puro y duro–con giros de guion fáciles y poco trabajados– que es un ejemplo del fondo de armario que también necesita Netflix. Un producto barato pero que atrapa a los espectadores como moscas.
Los éxitos mundiales inesperados
Hay una regla no escrita que dice que prácticamente cualquier serie de Netflix, sea de donde sea, puede tener posibilidades de convertirse en un éxito en todo el mundo. Un ejemplo de esto ha sido la surcoreana El juego del calamar, que vivió una explosión de popularidad concentrada en pocas semanas y que provocó una locura colectiva alrededor de todo aquello relacionado con el thriller, desde el vestuario hasta las galletas. La plataforma no había hecho ninguna campaña de promoción especial –se estrenó sin que Netflix hiciera ninguna comunicación en medios especializados–, así que, una vez más, fue la fuerza de la recomendación de los espectadores lo que propulsó la serie como el contenido más visto de la historia del servicio. Este proceso, pero a escala más pequeña, se experimentó también con Gambito de dama. Las dos ficciones se han ganado un espacio destacado en la trayectoria de Netflix, pero ¿tendrán un impacto real en la historia de la televisión?