La esperpéntica entrevista en Mazón en la tele valenciana

El jueves por la noche, en À Punt, la televisión pública valenciana, la periodista Vanesa Sanchis llevó a cabo la entrevista institucional al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón. A las puertas del primer aniversario de la tragedia de la dana, el espectáculo lamentable que tuvieron que ver los valencianos fue para que se les cayera el alma a los pies.

La actitud de la entrevistadora nada más empezar ya hacía temer lo peor. Vanesa Sanchis parecía asustada. Transmitía una fragilidad televisiva que anticipaba el desastre que vino a continuación. Mazón empezó con ademán de víctima, con un tono grave y la mirada triste, pero se fue haciendo fuerte escuchando a sus propios monólogos. Y debemos decir monólogos porque Vanesa Sanchis se limitó a leer un guión de preguntas y marcar con el bolígrafo, de forma diligente, las que ya había hecho. Una máquina lo habría hecho igual. Ella escuchaba inmóvil, con una leve sonrisa, y de vez en cuando la realización la delataba asintiendo mientras Mazón le soltaba el rollo. "¿Usted se arrepiente de algo?", empezó preguntándole. La respuesta duró dos minutos y cuarenta y un segundos. A la segunda pregunta, sobre si volvería a ir a comer a El Ventorro, Mazón se explayó durante cuatro minutos y cinco segundos. Cada vez iba ganando más terreno a la entrevistadora, que supuestamente era quien debía tener el control de la conversación. Esta situación se fue haciendo más exagerada hasta que Vanesa Sanchis perdió las riendas de la conversación. Ni repreguntas ni interrupciones. Tampoco puso en duda ninguna intervención de Mazón. El escándalo llegó cuando la presentadora le pidió por el proceso de reconstrucción. Mazón ofreció una respuesta, atención, de dieciséis minutos y diez segundos. Más de un cuarto de hora de disertación. Incluso los equipos de producción y realización parecían haber renunciado a continuar. Pusieron Reconstrucción en la parte inferior de la pantalla y dejaron de rotular los titulares destacados de lo que decía. Sanchis parecía una estatua de cera inexpresiva. Al término de la intervención, Mazón admitió que le pediría dos horas más de programa para ampliar la respuesta.

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Hasta la última pregunta, todo fue un esperpento. La entrevistadora le preguntó cómo defendería al valenciano ante la doble denominación catalán/valenciano. Mazón hizo una comparación inaudita: "Yo tengo una hermana llamada Menchu. Y yo me llamo Carlos. Y ambos venimos de la misma raíz. Pedir a mi hermana que su nombre sea Carlos/Menchu ​​no tiene sentido, porque va en contra de su identidad". Éste es el nivel. Eso sí: Vanesa Sanchis, diligente, despidió al presidente subrayando que debía marcharse enseguida a Alicante porque había alerta roja y quería estar pendiente de todo lo que ocurriera. La otra alerta roja de la noche fue la de la entrevista. Después de lo que vimos, À Punt debería pedir disculpas a los ciudadanos y repasar los conceptos de periodismo y servicio público.