El hormiguero de Antena3 destina dos días a la semana a hacer una tertulia de actualidad en el tramo final del programa. Lo hace con colaboradores fijos: Juan del Val, Cristina Pardo, Nuria Roca, Miguel Lago, Rubén Amón, María Daban y Tamara Falcó se reparten entre los dos días para opinar de las noticias del día y otras curiosidades virales.
Esta última semana, las negociaciones del PSOE con ERC y Junts han crispado la sensibilidad y la paciencia del presentador y de sus acólitos. Aunque los lamentos hace días que duran, el martes cargaron con vehemencia contra el Partido Socialista por la imagen de la reunión en Bruselas con Puigdemont, donde la fotografía enorme de una urna del referéndum presidía la sala. “Perpetración de una humillación”, “Escándalo”, “la forma más extrema de humillarse y rebajarse”, “Sánchez ahora está meando sangre”, “Encima lo llaman President”... fueron algunos de los lamentos para definir las negociaciones con los independentistas. Incluso se dio la paradoja de que uno de ellos, ante la polémica sobre la amnistía, tuvo una petición muy clara para Pedro Sánchez: “¡Ponga las urnas y pregunte a los ciudadanos!”. Como el nivel de amargura y desprecio se iba acentuando, Rubén Amón intentó protegerse de las críticas: “Luego dirán que esta tertulia es el reflejo de un grupo de fachas que se rebela contra un gobierno progresista. Pero es que el escándalo es totalmente unánime”. Motos reaccionó rápidamente al comentario. “Me rebelo absolutamente a esta mierda de no poder tener libertad de expresión a cambio de que no te digan una palabra”. La claque del público se activó de forma inmediata. Dos días más tarde, el jueves, quejándose sobre la evolución de las mismas negociaciones, Motos añadió: “Llevo toda mi vida en los medios de comunicación y siento vergüenza de decir que soy español. Si me preguntan diré que soy europeo. Porque no quiero decir que soy español y que crean que es un lugar que hay presos políticos y que por lo tanto no es un sitio libre”. De nuevo, los aplausos del público se activaban como si funcionaran con un interruptor.
La letanía de algunos famosos en medios de gran difusión y en programas de prime time lloriqueando porque no tienen libertad de expresión es tendencia. Motos tiene mucha afición a ello y es muy fácil que, ante cualquier polémica, proteste porque siente coartados sus derechos para decir lo que piensa.
Pero hay un fenómeno que llama la atención en estas tertulias donde reivindica la libertad. Todos los colaboradores expresan sus opiniones políticas en igual sentido que Pablo Motos. Nadie diverge. Todos están de acuerdo. Se van alimentando unos a otros de argumentos al servicio de una misma idea. Quizás el presentador de El Hormiguero debería plantearse si esto tiene algo que ver con el concepto de libertad que él defiende, porque más bien parece que es la del pensamiento único.