El debate de la segunda vuelta de los candidatos a la presidencia de Argentina se celebró el domingo, a una semana de las elecciones. La televisión pública ofrecía la señal a todas las televisiones interesadas. Nada más empezar, los dos moderadores, Pablo Vigna y Luciana Geuna, recordaron que los debates electorales son un derecho de la ciudadanía y, por tanto, es obligatorio que los candidatos participen. También comunicaron al público que asistía a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires que tenía prohibido aplaudir, gritar, silbar o moverse.
El debate duró dos horas con pausas de publicidad incluidas. Un minuto de presentación inicial y otro de clausura para cada uno de los dos candidatos y seis bloques temáticos de doce minutos. Los moderadores sólo intervenían si el candidato hablaba más de dos minutos seguidos. Javier Milei y Sergio Massa aparecieron triunfantes en el escenario y se colocaron detrás de sus atriles. En las intervenciones iniciales y de clausura, Massa prefirió hablar desde una posición más avanzada en el escenario, prescindiendo de los papeles y del atril.
La estrategia en todos los blogs por parte de Massa, el candidato oficialista, marcó la tónica del debate. “Javier, por un sí o por un no, te voy a preguntar”, le advirtió nada más empezar. Y esa fue la dinámica general de todo el programa para abatir a su rival. El candidato peronista presionó a Milei con muchas preguntas dicotómicas que le obligaran a concretar su proyecto político y, sobre todo, que se hicieran evidentes algunas de sus contradicciones: “¿Vas a eliminar los subsidios, sí o no? Vas a privatizar Vaca Muerta, ¿sí o no? Por un sí o por un no, ¿vas a dolarizar la economía? Por un sí o por un no, ¿vas a privatizar ríos y madres? ¿Sí o no? Por un sí o por un no, ¿vas a eliminar el banco central?” Cada bloque temático iba lleno de preguntas dirigidas a Milei. Incluso le presionó para que aceptara realizar un test psicotécnico de cara a la confianza del electorado. A medio debate, la televisión argentina cambió a los moderadores. Equilibrios mediáticos que hacen que la forma acabe priorizándose en la función.
Massa continuó haciendo preguntas a Milei: “¿Sabiera lo que es GDE?”, y ante la ignorancia del sistema administrativo que demostraba el anarcocapitalista, el peronista le regañaba: “¡Esto es mucho más grave, porque el 10 de diciembre tuviera que presidir Argentina!” Y continuaba con las preguntas: "¿Thatcher es tú ídola?”, “¿Los kelperos tienen derecho a la autodeterminación?”, “Brasil y China. ¿Vas a mantener relaciones con los dos? ¿Sí o no?” Había tantas preguntas acumuladas que, cuando Massa se detuvo, Milei no supo qué decir. “¿Y qué quieres preguntar?”, le pidió el ultra algo desconcertado. Y Massa le respondió: “Nada. Te di la palabra”. Y Milei, que ya no sabía ni cuál era el tema, le devolvió la patata caliente: “¡Ah! ¡Bueno! ¡Te la cedo!”
Al final del debate, parte del público cantaba “La casta tiene miedo”, y se creaba el ambiente propio de un partido de fútbol. Los espectadores seguramente también, porque el espectáculo no era nada esperanzador de cara a la próxima legislatura.