Pablo Motos, sin mal rollo
El martes se hicieron virales unas declaraciones del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, en el programa El Hormiguero. Quisieron preguntarle por su matrimonio después de siete meses de convivencia. El hombre contó unas cuantas vicisitudes domésticas hasta que las hormigas le preguntaron por el último detalle romántico que había tenido con la mujer. Almeida explicó que el día antes había quitado la ropa del tendedero para hacerla feliz cuando ella llegara a casa, como si fuera una proeza que no le correspondía pero que había hecho por deferencia.
La fanfarronada sexista, sin embargo, tapó la parte inicial de la entrevista en la que Pablo Motos le preguntó por la gestión de la DANA. Cuando todavía hay personas desaparecidas y las localidades afectadas no han recuperado la normalidad, cabe plantearse si es adecuado que aparezca un político del propio partido de Mazón –o del partido que sea– a hacer demagogia sobre la catástrofe en un espacio de entretenimiento. Motos lanzaba un discurso indolente priorizando una reflexión ética en torno al caso: “Cuando estás en política, ¿os deshumaniza tanto que no te das cuenta de que todo no se puede leer como clave política?”, “¿Qué pasa si uno admite el error?” Entonces, Almeida pudo teorizar sobre el bien y el mal. Pudo teorizar sobre la épica de la reconstrucción del país desde el más absoluto vacío discursivo, mientras detrás de él proyectaban imágenes de voluntarios sacando barro. Luego cambiaron de tema, como si tal cosa, para profundizar en las curiosidades matrimoniales del invitado. Lo que vimos fue un acto de populismo barato. Es irrespetuoso con el contexto que rodea todavía la desgracia, pero también una demostración de frivolidad chapucera, y pasar de una tragedia con más de doscientos muertos a hablar de la incapacidad del alcalde para manejar un robot de cocina o comentar cómo le va la temporada al Atlético de Madrid. Y eso, no sólo debería tenerlo en cuenta Pablo Motos, sino los responsables políticos en general. No siempre es un buen momento para ir a este tipo de programas y disertar sobre la desgracia ajena.
Al día siguiente miércoles, Pablo Motos recibía al futbolista Rodri Hernández como nuevo invitado, el flamante ganador del Balón de Oro. Antes de empezar, el presentador se puso nervioso y pidió un inciso antes de continuar. “Sin malos rollos, eh...”, anticipó. Y entonces explicó que él había perdido a un amigo en las riadas de la DANA y que cuando llegó a casa, una amiga le hizo ver, a raíz de la entrevista en Almeida, que lo que no se podían recuperar eran los muertos. Motos, incómodo, expresó: “Quizás debería haberlo dicho”El problema es que no se trata de decirlo. Se trata de tenerlo en cuenta incluso antes de invitar al señor del PP de turno a barrer hacia casa. , abordan las desgracias con la misma facilidad que se extienden y se descuelgan los calzoncillos de un tendedero.