La prueba de cargo entre los antivacunas

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Uno de los motivos por los que hay que desconfiar de los negacionistas es que sitúan la prueba de cargo en los hombros equivocados. Hace un par de meses se descubrió el cuerpo sin vida del activista antivacunas Brandy Vaughan. En un artículo de un año atrás, había escrito que se sentía amenazada y que si le pasaba algo, tenía que ser intencionado porque disfrutaba de buena salud. Esto ha dado pie a especulaciones más o menos peliculeras sobre si la siempre maléfica industria farmacéutica se vengó de quien había trabajado para Merck y había explicado los aspectos menos halagadores. Pero resulta que la oficina del sheriff de Santa Barbara ha querido dejar claro que, después de practicarle una primera autopsia, no observan ningún síntoma de violencia y atribuyen la muerte a causas naturales. El veredicto no es definitivo, porque encargaron un informe de toxicología que tendría que llegar los próximos días, pero antes de acusar en titulares a las farmacéuticas –como han hecho muchos medios del ramo de la pseudociencia– habría que tener algo más sólido que una divagación de la difunta, escrita meses atrás.

Un 60% de escépticos con las vacunas es inadmisible

En España, una de las publicaciones que se ha apuntado al carro es Discovery Salud, dirigida por José Antonio Campoy, un médico que se niega a ponerse la mascarilla y que dice que la pandemia "no existe" y es "una estafa". Su publicación niega también, por ejemplo, la eficacia de la quimioterapia, cree que el cambio climático es una farsa y el Ébola, otro engaño. Y, por supuesto, el 4G es malo y el 5G todavía peor. Es decir: todo el pack conspiratorio.

Si, finalmente, se descubre que la muerte de Vaughan no obedeció causas naturales, me comprometo a consignarlo en esta columna. ¿Hará lo mismo Discovery Salud y las revistas similares que se alimentan de estas sospechas pendientes siempre de demostrar?

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