Cualquier programa de actualidad de La Sexta, ya sean las noticias, las tertulias de García Ferreras, el Objetivo de Ana Pastor, el magacín de tarde o cualquiera de sus formatos de reporterismo, tiene dos características en común: el uso del sarcasmo o la ironía en el tono y una superioridad informativa, una especie de suficiencia narrativa, que desprende prepotencia. Es un supremacismo periodístico que destila arrogancia. Exudan una altivez y superficialidad que se permite el derecho a juzgar y fiscalizar desde el altar de la cadena. Un ejemplo es el juego al estilo de El hormiguero que propusieron a la audiencia en las noticias del lunes por la noche a raíz del encarcelamiento de Santos Cerdán. Reversionaron el famoso ¿Culo o codo? de Pablo Motos. El presentador Roberto Blázquez, ante un montaje fotográfico de ocho políticos diferentes, planteaba esta adivinanza a los espectadores: “Les proponemos ahora un reto: ¿Calle o cárcel? Observen estas caras, todos conocidos, todos corruptos. O presuntos corruptos. Hoy, 1 de julio de 2025, ¿saben quiénes están encarcelados y quiénes duermen en su casa?”. Desglosaba el juego. Proyectaban una imagen de los políticos del PP Ignacio González y Francisco Granados. Bajo sus nombres ponían los años de cárcel que les habían caído, y el presentador preguntaba a la audiencia: "¿Calle o cárcel?" Y después de unas explicaciones sobre sus casos, anunciaba que ambos estaban en la calle (previo paso por la cárcel). Continuaba la lista. Era el turno de Eduardo Zaplana. "¿Calle o cárcel?", repetía con el entusiasmo de un concurso. "Calle", resolvía. Y recordaba el tiempo que había pasado en prisión y los motivos de salud que le permitieron salir. Después ponían las imágenes de Luis Bárcenas i Rodrigo Rato. "¿Calle o cárcel?", reiteraba el presentador. "Calle", confirmaba. De todos ellos, ponían las imágenes de cuando entraron en prisión o salieron. Blázquez continuaba: "Los expresidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán". Y la misma letanía: "¿Calle o cárcel?" Y apelaba al caso de los ERE y cómo, finalmente, el Constitucional les había anulado la condena y, oficialmente, no les constaba la corrupción en su expediente. "Calle", concluía con cara de circunstancias. Finalmente, llegó el turno de Jordi Pujol, que aún no ha sido juzgado ni condenado, pero lo añadían igual. Bajo la foto de Jordi Pujol le atribuían ocho meses de cárcel. Blázquez hacía una aproximación al por mayor a toda la familia: "¿Calle o cárcel? ¡Todos en la calle!", decía. Y después hacía un relato equivocado sobre los hijos Pujol que habían pasado por la cárcel, confundiendo a Jordi Júnior con Oriol. Pero todo queda en casa, y apelaba al futuro juicio para saber la solución final de su juego ¿Calle o cárcel?. Que la realidad no te estropee el pasatiempo del informativo. Porque esto es lo más grave: no es un programa de entretenimiento, sino un informativo que, mira por dónde, con tanto juego y tanta ideología, acaba desinformando.