Robert De Niro nos introduce en el secreto de una buena milanesa en 'Nada'
Nada habitual de las series, el actor estadounidense se estrena en esta comedia gastronómica argentina
- Mariano Cohn y Gastón Duprat para Star+
- En emisión en Disney+
Hasta ahora, Robert De Niro sólo había participado en un par de series televisivas, Extras y Rockefeller Center, en apariciones puntuales en las que se encarnaba a sí mismo. Ha sido necesaria una larga amistad con un actor argentino, Luis Brandoni, para que se aviniera a formar parte del equipo de Nada, una creación del tándem de directores y guionistas Mariano Cohn y Gastón Duprat en torno a Manuel (Brandoni), un veterano crítico gastronómico de Buenos Aires en crisis tras la muerte de su asistenta de toda la vida, Celsa (María Rosa Fugazot).
El vínculo de amistad entre los dos actores se traslada a la ficción. En Nada, De Niro interpreta a Vincent, un escritor de fama mundial y viejo amigo del protagonista que encarna a Brandoni. Pero en los primeros episodios, el estadounidense ejerce de anfitrión más que de personaje: es la figura internacional que nos da la bienvenida al contexto argentino en el que transcurre la historia. Presenta cada uno de los cinco episodios a partir de la frase hecha que los titula, siempre en torno a las cosas de la comida ("remar en dulce de leche", "comerse el garrón"...), comparte la fascinación por la ciudad de Buenos Aires equiparándola a su natal Nueva York, desvela que su plato preferido de la cocina argentina es el bife de chorizo a caballo, nos enseña a decir y diferenciar boludo de pelotudo, y nos introduce en el secreto de una buena milanesa que seguidamente prepara Celsa siguiendo las instrucciones de Manuel. De Niro no entra en la trama hasta el último episodio, cuando viaja a Buenos Aires para encontrarse con el protagonista. Pero su papel sigue reducido a ser la anécdota curiosa y el gancho de la serie, el amigo famoso que te hace el favor de presentar tu obra.
El protagonista, Manuel, es un cascarrabias sibarita que viste de etiqueta y practica el arte de la denigración en sus críticas gastronómicas. Temido y respetado, aplica el gusto por la excelencia también de puertas adentro. Porque goza del privilegio de disponer de una asistenta que le hace todo el trabajo a medida. Cuando ella muere, se siente desamparado... hasta que encuentra a otra trabajadora igualmente servil. El protagonista de Nada parece entroncar en principio con los personajes misántropos habituales del cine de Cohn y Duprat, conocidos por coproducciones catalanas como El ciudadano ilustre (2016), Mi obra maestra (2018) y Competencia oficial (2021), y responsables también del documental culinario Todo sobre el asado (2016), sobre la barbacoa de carne como la principal manifestación de la idiosincrasia popular argentina.
Pero Manuel acaba siendo una variante amable del viejo nihilista, un hombre más cascarrabias que vil, que destila pasión por Buenos Aires y las cosas bien hechas. De hecho, Nada acaba siendo una comedia gastronómica que apela más a los buenos sentimientos que al cinismo. Como ocurre a menudo con la obra de Cohn y Duprat, la apariencia rompedora del tono y el talante "políticamente incorrecto" de los personajes esconden un regusto rancio. Aquí se naturaliza el papel subalterno de las mujeres al servicio de los varones. Antonia (Majo Cabrera), la trabajadora guaraní que sustituye a Celsa, responde a los tópicos racistas y clasistas en positivo en la representación de figuras femeninas de clase obrera y cultura minorizada: no se le deja ser otra cosa que un modelo de virtudes, la principal de las cuales complacer al hombre protagonista. Pese a que al final un giro de guion lo "libere", su papel en la trama es igualmente subsidiario: ayudar a Manuel a convertirse en mejor persona.