Escena de la serie 'Los años nuevos'.
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La plataforma Movistar+ acaba de estrenar la primera mitad de Los años nuevos, una serie de diez capítulos que observa la intimidad de una pareja a lo largo de una década, de los treinta a los cuarenta años de sus protagonistas. Son Ana (Iría del Río) y Óscar (Francesco Carril), que se conocen una Nochevieja. Ella cumple su cumpleaños el 1 de enero y él el 31 de diciembre. La serie profundiza en la cotidianidad de esta pareja de forma singular: sólo a partir de lo que ocurre en este traspaso de año. La estructura se asemeja a la de Siempre el mismo día, la serie de Netflix basada en la novela Un día de David Nicholls, que sigue la relación a lo largo de los años de Emma y Dexter. Cada capítulo, el mismo día de años consecutivos. En el trailer de Los años nuevos parece haber incluso algún guiño al argumento de Nicholls, como si jugaran a crear cierto suspense a los espectadores que puedan intuir algún paralelismo.

Los años nuevos, de Rodrigo Sorogoyen (Antidisturbios, As bestas, Madre), juega con la elipsis como material esencial. Sólo penetra en la noche del año de la pareja, y es a través de las conversaciones que mantienen a los personajes que deducimos en qué etapa se encuentran y qué conflictos los ocupan. Es una serie llena de diálogos constantes, priorizando el realismo de las escenas cotidianas. El espectador debe estar atento a las conversaciones de los protagonistas y secundarios que se superponen para intentar llenar de significado los vacíos narrativos e inferir las circunstancias que les rodean en cada episodio. La palabra es el elemento básico de construcción de la historia y, por tanto, la interpretación de los actores es esencial, explorando la máxima naturalidad expresiva, acercándose a una fluidez vivencial muy espontánea. La serie busca la identificación del espectador con problemas relacionales y el proceso de maduración de la pareja.

No es una serie recomendable para las personas que necesiten la acción constante. Es una producción que trabaja con la idea de retratar la vida, sin que parezca que ocurra nada importante. Es como si mirara por el agujero de la cerradura y nos convirtiera en voyeurs de su vida. Y aquí interviene un recurso narrativo para enganchar al espectador: las escenas de sexo son parte del reclamo en esta estrategia de acceso a la intimidad de la pareja.

Los años nuevos muestra las diferentes secuencias casi como si ocurrieran en tiempo real, como si se acercara al género documental. Prioriza la transformación psicológica y emocional de los protagonistas, intentando explicar su evolución individual y como pareja. Esto tiene un riesgo, y es caer en una monotonía tan realista que no siempre atrapa. Descubiertos los mecanismos narrativos, puede hacerse aburrida. Conseguir amar a los protagonistas depende de cuestiones muy subjetivas de cada espectador y de su etapa vital. Pero existe el riesgo de que, a medida que avanzan los capítulos, la vida de los protagonistas le vaya dejando de interesar.

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