Crítica de series

'Slow horses': espías tronados al servicio del antifascismo

Gary Oldman protagoniza una serie de intriga que desmitifica con sarcasmo la figura del agente secreto

'Slow horses'

Dirigida por James Hawes para Apple TV+. En emisión en Apple TV+

En una de las mejores películas, no solo de espías, del cine contemporáneo, El topo (2011), de Tomas Alfredson, Gary Oldman da vida a George Smiley, el agente secreto británico creado por John le Carré que se perfila como la antítesis del glamur y la petulancia de James Bond. Hombre discreto en la actitud y en el físico, desencantado con las ideologías y las proclamas patrióticas del gobierno para el que trabaja, Smiley, aun así, se muestra siempre eficiente en su tarea como funcionario de la inteligencia británica. Gary Oldman también es el protagonista de Slow horses, la serie de espías de Apple TV+ que adapta las novelas homónimas de Mick Herron y en la que da vida a Jackson Lamb, casi una reinterpretación bukowskiana de el Smiley de El topo, once años más tarde.

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Lamb es el jefe de Slough House, el "fangal", un departamento tan desastrado como los trabajadores que lo integran y donde van a parar los agentes expulsados por una razón u otra de la central del MI5. Con el cabello graso, barba de tres días, el ademán de no dar un palo al agua en toda la jornada dentro de un despacho decrépito, Lamb se dedica a desmotivar al personal y recordarles sus defectos. Parecería que estamos ante una revisión sarcástica, desgarrada y desmitificadora del imaginario de los agentes secretos, pero Slow horses acaba matizando esta primera impresión. Efectivamente,Lamb está de vuelta de todo, se tira pedos en la oficina y encadena retahílas de insultos hacia todos los trabajadores. Pero también es un gato viejo capaz de salvar el culo a los jefes de la agencia cuando no se salen del paso y protege a su equipo de cualquier amenaza externa. En esta primera temporada de la serie, un grupo de ultraderecha, los Hijos de Albión, ha raptado a un joven cómico de origen paquistaní y amenaza con decapitarlo en streaming. Cuando la central dirigida por Diana Taverner (Kristin Scott Thomas) la caga, los caballos lentos del MI5 comandados por Lamb entrarán, a su manera, en acción.

Slow horses se convierte en una celebración impregnada de humor de esta pandilla de perdedores, desde River (Jack Lowden), la joven promesa caída en desgracia, hasta Roddy (Christopher Chung), el genio de la informática insoportable, pasando por Catherine (Saskia Reeves), la veterana asistente con un pasado traumático, que se jugarán la vida para salvar al chico secuestrado. Lejos de la sofisticación de la oficina central de la agencia, la serie se mueve por un Londres gris, de rincones y bares poco carismáticos, en sintonía con los personajes. Como también hacían a su manera las ficciones de Stieg Larsson, Slow horses vehicula a través de un thriller cargado de intriga y diversión un mensaje antifascista de todas todas. Pero el MI5 también esconde su lado oscuro. Por exclusión, los caballos lentos acaben siendo los personajes con más legitimación moral de la historia a pesar de que no estén exentos de sombras.

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Slow horses confirma una vez más la buena política de contenidos originales que está desplegando Apple TV+: obras de calidad, pero que no presumen de aquella aura de prestigio ni de profundidad trágica del modelo HBO, con un número de episodios razonable (esta, solo seis), historias atractivas, puesta en escena más que cuidadosa y periodicidades asumibles. De Slow horses ya tienen lista una segunda temporada, Dead lions, que se estrenará este mismo año en una fecha todavía por concretar. La audiencia de la primera ya la tienen asegurada.