El 'Telenotícies' señala a los pseudogurus

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Las sectas manipulan la psicología de sus adeptos.

El martes, tanto el Telediario del mediodía como el de la noche ofrecían dos noticias muy impactantes que nos alertaban sobre el auge de las sectas y el fenómeno de los nuevos gurús. Personajes cargados de verborrea y demagogia que encuentran en las redes sociales una forma muy práctica de captar audiencia y manipularla para obtener beneficios económicos. Marta Freixanet, Ferran Moreno, Albert Arean y Oriol Esteve eran los responsables de estas noticias que, aparte de denunciar algo relevante que mucha gente desconoce, mostraban escenas y testigos que provocaban estupor.

El gran acierto, en cualquiera de las dos ediciones del Telediario, era la insistencia en señalar que los casos que exponían pasaban hoy en nuestras ciudades, en lugares que nos resultan familiares. Era como si nos mostraran el lado oscuro de una vida que se camufla con naturalidad entre nosotros. El primer caso era el del gurú Laín García Calvo, un supuesto mentor de crecimiento personal. Las imágenes iniciales del reportaje, con personas corriendo para entrar en un hotel de convenciones, te dejaban asombrado: “Parece el primer día de rebajas”, decía la locución. Pero era un acto para que los devotos pudieran ver en directo a su gurú. La grabación de las escenas del auditorio del hotel eran impresionantes porque se evidenciaba su poder para incidir en el estado de ánimo de la gente. Hacían también una conexión con el barrio de Sant Andreu, donde Ferran Moreno explicaba que los padres del gurú habían cerrado su negocio familiar para ayudar a la empresa del hijo. "Ahora factura seis millones de euros al año", explicaba. La noticia ponía en contraste a un barrio trabajador con la dimensión económica y social de esta nueva secta. En la edición de la tarde, Toni Cruanyes contextualizaba la continuidad de la noticia explicando que en España, por primera vez, se había condenado al líder de una secta por manipular a sus seguidores. Habría estado bien que nos hicieran cinco céntimos del caso. Pero la historia que contaban después te dejaba boquiabierto. Es el caso de un centro internacional que teóricamente sirve para mejorar las técnicas de estudio y estrangula a los participantes en una estructura piramidal de explotación laboral con métodos funestos. Mostraban, de lejos, cómo captaban nuevos adeptos en la Rambla de Barcelona. También se situaban a los pies de uno de los edificios de oficinas emblemáticos del centro de la ciudad para indicarnos dónde tienen sus oficinas. La historia de la testigo que contaba sus diez años atrapada en esta secta era demoledora. Psicólogos expertos en sectas, juristas y policías acababan de profundizar en estos casos.

Visualmente estaría bien que la televisión encontrara una manera de garantizar el anonimato de los testigos sin crear atmósferas tétricas. El sensacionalismo televisivo ha creado unos códigos de oscuridad, capuchas y voz cavernosa que se han reproducido por inercia y han convertido a víctimas inocentes en personajes siniestros.

Con noticias así, el Telediario crece, porque se muestra la investigación esmerada, el seguimiento periodístico y la información de primera mano para explicar unos hechos.

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