Océanos

La protección de las aguas internacionales no detendrá la extracción de petróleo ni de minerales del fondo marino

La Cumbre de los Océanos de la ONU en Niza termina con una declaración descafeinada y con una única "gran victoria": la ratificación del Tratado de los Océanos

BarcelonaEl Tratado de los Océanos, que se acordó en 2023 para proteger las aguas internacionales, no se podrá poner en marcha hasta que no lo hayan ratificado 60 países. Y de momento, dos años después, sólo lo han hecho 50. Esta semana, delegaciones de 175 gobiernos de la ONU se han reunido en Niza, en la gran Cumbre de los Océanos, que tenía éste como uno de los principales temas pendientes. Y aunque la cumbre ha terminado sin las 60 firmas, el anfitrión del encuentro aseguraba que sí, que todas las ratificaciones necesarias están comprometidas y se harán efectivas el 23 de septiembre, en "una ceremonia oficial" en la sede de la ONU en Nueva York. Lo decía este viernes Olivier Poivre de Arvor, el enviado especial de Francia para los océanos, que aseguraba que ésta era "una gran victoria" de la Conferencia de Niza, sobre todo "teniendo en cuenta que Estados Unidos se está retirando de todo" y también se ha desentendido de esta negociación. Sin embargo, la futura ratificación del tratado –que entraría en vigor a principios de 2026– no evitará la explotación petrolera ni tampoco la minería en el fondo marino; ni siquiera prácticas tan destructivas como la pesca de arrastre, teniendo en la declaración final acordada en Niza.

Las ONG medioambientales que actúan de observadoras en estas negociaciones han expresado su decepción con la declaración de Niza, el documento de ocho hojas y 34 compromisos acordado en esta cumbre. Son 34 compromisos que quieren proteger a los ecosistemas marinos sin hacer ninguna mención explícita a los combustibles fósiles, que son los responsables de la principal amenaza de los océanos del mundo, según los científicos: la crisis climática. "Una de las causas principales que está matando literalmente a nuestros océanos es el cambio climático causado por nuestra dependencia insana de los combustibles fósiles, pero ningún país se ha atrevido a defender la necesidad de adoptar, al menos, una prohibición a las nuevas explotaciones de depósitos de hidrocarburos en el mar", denunciaba Carlos Bravo, observando Carlos Bravo, observando Carlos Bravo. No hay consenso para prohibir nuevas explotaciones ni en el mar ni en el suelo, y tampoco para ir cerrando las existentes, una batalla de la ciencia que los gobiernos parecen dar cada vez más por perdida.

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Esta crítica se ha repetido insistentemente entre los representantes de la sociedad civil y científica presentes en Niza. Las negociaciones climáticas de la ONU tardaron 28 años en conseguir que la expresión combustibles fósiles apareciera en sus textos: lo hizo por primera vez en la declaración final de la COP28. Pero ni siquiera después de ese hito la diplomacia climática y medioambiental de la ONU ha logrado mantener la llama viva. En la cumbre del año pasado, la COP29, la mención ya se había eliminado. "El cambio climático y los cambios en los océanos son dos caras de la misma moneda y, por tanto, ésta es una carencia importante también aquí", explica por teléfono desde Niza Remi Parmentier, de Varda Group, y observador veterano de estas negociaciones. Pero destaca el alto nivel de esta conferencia, a la que han asistido hasta 28 jefes de estado y gobierno, que supone todo un cambio en la percepción de la crisis a escala internacional.

Para los océanos, que capturan el 26% de las emisiones de CO2 producidas por el hombre, y cada vez más saturados de este dióxido de carbono, el aumento de la temperatura que provoca la industria de los combustibles fósiles es letal. Pero la falta de esa mención no es la única "decepción" de la declaración de Niza. El texto tampoco "hace referencia al problema del extractivismo, que es el problema de raíz de la degradación oceánica", dice Parmentier, incluida la sobrepesca. Pese a que el propio representante del gobierno francés aseguraba en rueda de prensa que "la pesca de arrastre debería desaparecer", este punto tampoco está incluido en el texto, y ni siquiera existe consenso al respecto dentro de la Unión Europea. "Es lamentable que se siga ignorando la necesidad de abandonar prácticas de pesca destructivas y no selectivas como la pesca de arrastre, especialmente en las áreas protegidas, que no lo serán de verdad mientras se permita el arrastre", añade el representante de Varda Group.

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La declaración de Niza tampoco se opone a la minería en el fondo marino, sino que simplemente pide "normas robustas, regulación y procedimientos para la explotación de los minerales en esta área", Al menos 3 en contra de la minería en el fondo marino, un tipo de explotación todavía experimental que la ciencia desaconseja totalmente. Pero hay otros muchos países, empezando por Estados Unidos, que, en cambio, apuestan por ellos.

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Sin embargo, existen algunos resultados positivos de la cumbre de estos días. Uno de ellos es la Llamamiento de atención para un Tratado de los Plásticos ambicioso, un texto firmado por 96 países que quiere poner presión sobre la cumbre prevista para este agosto en Ginebra, donde debería aprobarse finalmente este acuerdo contra la contaminación de los plásticos. En la última cumbre sobre plásticos, los países productores –la misma industria fósil– bloquearon el acuerdo porque no quieren que incluya medidas para reducir la producción de plásticos.

Las ONG admiten también como positivo el compromiso de ratificación del Tratado de los Océanos, nombre con el que se conoce el Acuerdo de Biodiversidad Más Allá de la Jurisdicción Nacional (BBNJ por sus siglas en inglés). Según fuentes de la cumbre, ya la ratificaron 50 países, 6 completaron el proceso de ratificación y 12 se comprometieron a hacerlo antes de la cumbre convocada para el 23 de septiembre en Nueva York, que será la ceremonia oficial de ratificación. Ante las preguntas de la prensa, Poivre insistía en que estas promesas no son sólo palabras y que las ratificaciones están aseguradas. Y esto es importante porque el acuerdo firmado en el 2023 no entrará en vigor –y, por tanto, no será vinculante–, hasta 120 días después de ser ratificado por 60 países. Si esto se produce el 23 de septiembre, el tratado entraría en vigor a principios del próximo año. En estos 120 días, la ONU tendrá que crear las estructuras de gobernanza y toma de decisiones, los cuerpos técnicos y científicos correspondientes y los mecanismos para su financiación. El objetivo del tratado es establecer (y vigilar) las zonas protegidas en aguas internacionales, aquellas que no pertenecen a nadie pero que ocupan el 64% de los océanos y que ahora mismo sí están divididas en zonas de influencia económica de varios gobiernos que pescan.