BarcelonaEl mar Mediterráneo se está tropilizando. La temperatura de el agua en nuestras costas ha subido al menos 1,5ºC, como demuestran las mediciones históricas de Jordi Pascual, y están batiendo un récord tras otro. El calentamiento global amenaza a los ecosistemas marinos catalanes, en un momento en el que ya están muy dañados por el impacto de la sobrepesca y la contaminación. Ahora que Barcelona acoge la Conferencia del Decenio del Océano 2024, para debatir las estrategias –científicas, civiles y políticas– que deben permitir salvar la vida marina a nivel planetario, debemos constatar también el mal estado de salud de nuestro mar.
La ONU declaró éste como el Decenio de la Ciencia por los Océanos: entre 2021 y 2030 hay que poner en marcha el proceso de recuperación de unos océanos que son primordiales para la vida en la Tierra. Generan la mitad del oxígeno que respiramos y captan una cuarta parte de nuestro CO₂. Este esfuerzo, liderado por la Unesco y cuyo acto central es la conferencia global que tiene lugar en Barcelona, coincide también con otros iniciativas globales para salvar a los océanos. Una de las más importantes es laobjetivo acordado por la ONU de proteger el 30% de la superficie marina (y también de la terrestre) en 2030. La Unión Europea ha adoptado ya este objetivo y ha añadido una restricción más: un 10% de los mares europeos deben ser área marina protegida de forma estricta, es decir, totalmente cerrada a la pesca y otras actividades humanas nocivas.
Áreas Marinas protegidas
Las áreas marinas protegidas (AMP) son una herramienta primordial "porque excluir algunas actividades humanas impactantes, como la pesca o el transporte, aumenta la resiliencia de las comunidades marinas hacia el cambio climático", remarca la investigadora del Instituto de Ciencias del Mar (ICM), Marta Coll. "En tierra está muy claro que una ola de calor no tiene el mismo impacto sobre el asfalto o sobre zonas de bosque degradadas y sobreexplotadas, que sobre un bosque sano; pues en el mar es igual, también hay refugios climáticos bajo el mar y es muy importante que las áreas marinas protegidas traten de preservarlos", añade.
Àrees marines protegides de la costa catalana
Las AMP abarcan sólo un 8,3% de todo el mar Mediterráneo, pero esto incluye niveles de protección tan diversos que en muchos casos permiten incluso la pesca de arrastre. Y no sólo eso, sino que sólo el 18% de estas AMP mediterráneas tiene un plan de gestión operativo que permita aplicar la protección a la práctica, explica la investigadora del MedPan (la red de AMP mediterráneas), Susan Gallon. Pero la figura de AMP incluye muchos niveles diferentes de protección que a menudo afectan a una sola actividad oa una sola especie animal o vegetal, pero que no suponen un cierre total. Si vamos a mirar cuáles de estas áreas están realmente encerradas en la pesca o actividades extractivas humanas, el resultado es desolador: sólo un 0,04% del Mediterráneo está protegido de forma estricta, según datos del MedPan. Esto significa que para 2030 hay que pasar de ese 8,3% al 30% y de ese 0,04% al 10%.
En la costa catalana, "sólo la zona norte de la isla de la Encalladora frente al Cabo de Creus y un islote de las Medes que se llama Medallot son los únicos dos espacios totalmente cerrados como área marina protegida de forma estricta", explica Joaquim Garrabou, también del ICM. Esto son sólo dos kilómetros cuadrados de los aproximadamente 17.700 km2 de mar en la costa catalana (un 0,01%). El Govern y el IcatMar dicen que a esto hay que añadir varios espacios pequeños que desde el 2022 están vedados a la pesca para permitir la reproducción de las especies y favorecer a la industria pesquera. Son espacios que en conjunto suman 462 kilómetros cuadrados, una superficie total similar a la de Andorra, que en la práctica son las únicas zonas del mar catalán cerradas a todo tipo de pesca, incluida la de arrastre. Si tenemos en cuenta estas áreas, existe un 2,6% de la superficie marina catalana cerrada a la pesca. Pero Gallon, del MedPan, asegura que estas áreas no pueden contabilizarse dentro del 10% que la UE reclama que sea protegido de forma estricta, porque "han sido designadas para sostener la industria pesquera y no para la conservación de la naturaleza, que es el objetivo de las AMP".
Hay que dejar claro, sin embargo, que los porcentajes que fija la UE (tanto el 10% de cierre estricto como el 30% de AMP en general para 2030) son objetivos estatales, es decir, son cifras que se deben alcanzar respecto del total de las aguas marinas españolas y no tienen por qué extrapolarse a la costa catalana. El gobierno español asegura que ya tiene un 28% de sus aguas protegidas (del 30% necesario en 2030), pero ONGs como Oceana denuncian que estas cifras son "dudosas" porque incluyen espacios que realmente no están protegidos, como el corredor de cetáceos frente a la costa catalana que en realidad lo único que no permite es la prospección petrolera. "Oceana no considera este sitio como un verdadero espacio protegido. Para que las áreas marinas protegidas sean realmente efectivas, es necesario ir más allá de la designación sobre el papel y asegurar una gestión adecuada", lo que no se cumple en la mayoría de las zonas consideradas protegidas, dice la ONG.
Los datos de protección
En 2030 es necesario llegar a un 30% de Áreas Marinas Protegidas (AMP) , por mandato de la ONU y la UE:
>> El planeta ahora tiene un 8% de AMP
>> El Mediterráneo tiene un 8,3%
>> España tiene un 28%
En 2030 es necesario llegar a un 10% de AMP de forma estricta (totalmente cerradas), por mandato de la UE:
>> El planeta ahora tiene un 3%
>> El Mediterráneo tiene un 0,04%
>> España tiene un 0,05%
Sobrepesca
El 64 por ciento de las especies marinas del Mediterráneo están sobreexplotadas, según la FAO. Es la segunda región con la cifra más alta del mundo después del Pacífico sur, pero esta cifra no incluye a las especies que están explotadas "al máximo de su sostenibilidad", lo que elevaría el porcentaje de especies bajo estrés por encima del 75% . La prueba es la desaparición de los peces. Las capturas de los pescadores catalanes se han reducido a menos de la mitad (un 63%) desde el año 2000 y por eso se ha reducido también mucho la flota pesquera catalana. Las capturas de sardina se han reducido a una quinta parte de lo que se pescaba hace unos quince años, las de merluza han bajado en la cuarta parte, de bonito se pesca una sexta parte y de gamba las capturas se han reducido a la mitad, según datos del Idescat.
Captures de pesca marítima a Catalunya
En tones anuals
Sin embargo, la investigadora del ICatMar Eve Galimany asegura que actualmente "no hay sobrepesca en las costas catalanas" y que este colapso en las poblaciones de peces "son los efectos de la falta de gestión de hace treinta años" . O algo menos. De hecho, hace poco más de una década aproximadamente que en el Mediterráneo español está prohibida la pesca de arrastre a menos de cincuenta metros de profundidad ya menos de tres millas de la costa. Además, el gobierno español fija vedas temporales, cada año más largas, por este tipo de pesca, que es la más dañina para los ecosistemas marinos: las grandes redes arrasan con todo a su paso conducidas por dos grandes puertas que van abriendo razas al fondo marino. También desde 2012 se han creado varias tablas de cogestión en zonas concretas, que unen administración, científicos y pescadores para tratar de recuperar algunas especies emblemáticas como la gamba, el sonso o la sepia.
El sector pesquero asegura que toda esta regulación les está ahogando, pero los biólogos y oceanógrafos creen que todavía es insuficiente. "En el Delta del Ebro, que es una zona de la red Natura 2000 (un tipo de zona protegida), hay pesca de arrastre a dieciocho metros de profundidad porque existe una excepción", explica la investigadora del ICM -CSIC, Marta Coll. Y remarca también que "en toda la costa catalana se hace arrastre entre los 50 y los 800 metros de profundidad". Pero Galimany, del ICatMar, dice que sin el arrastre el sector pesquero catalán no puede sobrevivir y apuesta más bien "para modificar las puertas de las redes para que sean flotantes y no hagan zanjas, y hacer las redes más anchas para que puedan escapar a los especímenes más pequeños". Sin embargo, la UE quiere prohibir el arrastre en todas las áreas que conformarán el 30% de AMP en 2030.
La pesca marítima a Catalunya els últims 20 anys
Comparativa per espècies en tones anuals
Crisis Climática
Esta situación crítica de las poblaciones marinas catalanas las hace también menos resilientes en la crisis climática. El Mediterráneo se calienta un 20% más rápido que la media mundial, y hace tiempo que los científicos hablan de "tropicalización". De hecho, el calentamiento del agua está atrayendo a especies invasoras, en algunos casos provenientes de zonas subtropicales. Si en los años 80 la media anual de temperatura del agua era de 17ºC en la zona del Mediterráneo próxima a Cataluña, en 2022 sobrepasó los 20ºC. Fue también en el 2022 cuando en la costa catalana se registraron picos históricos de temperatura: 26,5 en el cabo de Creus Sud, 26,7 en las islas Medes, y 27,7ºC en Ullastres (Llafranc), según los datos del 'ICM.
"Las cosas están peor que hace dos años, las nuevas oleadas de calor han sido las más severas que se han registrado tanto en la costa catalana como en el conjunto del Mediterráneo", explica Garrabou, especialista en esta problemática. Un estudio del pasado otoño, explica, detectó mortalidades elevadas en todas las poblaciones de gorgonia que censaron cerca del cabo de Creus. "La temperatura no es la única causa, también hay enfermedades, pero es la que hace que finalmente fallezcan. Además también sufren en sus ciclos reproductivos y eso les deja una capacidad de recuperación muy baja", explica el científico. La crisis climática está afectando especialmente a las gorgonias, pero también a las esponjas, algas, tunicados y especies endémicas del Mediterráneo como la posidonia. Pero, en general, el aumento de temperaturas tiene impacto, en mayor o menor medida, en casi todas las especies marinas.
Temperatura mitjana del mar Mediterrani occidental
Contaminación
Desde MedPan, Susan Gallon destaca que uno de los principales problemas específicos de la costa catalana es "la presión turística" que estresa los ecosistemas marinos. Ya sea desde las grandes ciudades como desde los cruceros, uno de los principales impactos de esa presión es la contaminación. En la estrategia marina 2030 del Gobierno catalán –que fija diecisiete objetivos para proteger los ecosistemas marinos– se prevén actuaciones como compensar a los pescadores por la recogida de residuos en el mar y promover la retirada de artes de pesca perdidos, aunque Galimany destaca que justamente en la costa catalana la contaminación no está tan vinculada a este tipo de basura de los barcos de pesca.
Se trata sobre todo de químicos –de las cremas solares u otros productos que llegan a través del alcantarillado– pero también desechos grandes, "sobre todo residuos higiénicos o de envases alimenticios, especialmente alrededor de Barcelona", explica Galimany, además del problema de los plásticos y microplásticos. Un estudio del CSIC y el ICM detectó "presencia de plastificantes en las anchoas, sardinas y merluzas del Mediterráneo, que estaban en todas las muestras independientemente del punto de muestreo", explica Ethel Eljarrat, del CSIC. No eran niveles dañinos para la salud humana, dice, pero sí para la vida marina.