El análisis de Antoni Bassas: 'Una constatación inquietante'
No quieren que el otro piense que les tiemblan las piernas y están dispuestos a llevar la tensión hasta el último día. Pero cuidado, que si están dispuestos a aguantar hasta el último día quizás tambe son capaces de aguantar hasta la última hora o el último minuto, esperando que el otro ceda. Y cuidado, porque si esperan tanto pueden llegar tarde y, sobre todo, no harán ninguna ilusión
Hemos consumido una semana más en la cuenta atrás para evitar la repetición de elecciones. Y esto nos permite constatar que el clamor para evitar la repetición electoral es unánime.
Es un clamor hecho del sentido común general de toda la sociedad. De sentido común porque tenemos medio millón de parados, el impacto social de la pandemia es enorme y hace falta un Govern muy encima de todos los planes de recuperación económica. El mundo va muy rápido, y Catalunya, que ya juega con una mano atada en la espalda, no se tendría que autolesionar. El país no puede esperarlos más, negociadores de Esquerra y Junts.
Esta incapacidad para formar gobierno está generando una enorme desafección entre los votantes independentistas. Votantes que fueron llamados a las urnas a dar una nueva victoria a los partidos independentistas y una mayoría parlamentaria, las dieron y ahora ven que sus votos no están sirviendo para nada. Es una bofetada a los electores. Las razones que explicamos sobre el Consell per la República o la toma de decisiones estratégicas no interesan a la mayoría. Si hay elecciones, la desmovilización será grande (que en las últimas elecciones ya no fue lo que había sido).
La repetición electoral no sería uno de aquellos escenarios recurrentes que se dan de vez en cuando en las democracias. Porque la situación política en Cataluña no es normal y corriente, es excepcional. Venimos de diez años en los que dos millones de votantes han pasado del autonomismo al independentismo, con una sacudida emocional enorme. Si los partidos que los representan no pueden ni formar gobierno, la distancia emocional con un proyecto de soberanía será enorme. Porque después de todo lo que ha pasado la mayoría independentista ya no pide milagros ni la independencia exprés. Quiere un gobierno que gobierne con eficacia y que represente dignamente a un movimiento que fue capaz de atraer la atención mundial.
Parece mentira que Esquerra y Junts puedan pensar que la repetición electoral es una opción. Tenemos un precedente inmediato: la repetición electoral española de noviembre de 2019 que Pedro Sánchez prefirió para desbloquear la situación política y en cambio solo sirvió para complicarla más. Sánchez pasó de no dormir pensando en tener que gobernar con Pablo Iglesias a tenerlo que abrazar y darle entrada al gobierno, porque Ciudadanos se hundió. Encima, la extrema derecha dio un salto hasta convertirse en la tercera fuerza del Congreso.
Y todas estas constataciones nos llevan a la última, que es inquietante: si a pesar de todo el clamor del sentido común, si a pesar de la evidencia de que están derrochando el resultado que los electores les dieron, si ante la posibilidad de perder el gobierno Esquerra y Junts no cierran un pacto y evitan elecciones es porque entre los dirigentes que tienen que tomar la decisión no lo deben de querer. Porque deben de considerar que ya basta de soportarse los unos a los otros, que, después de tantas facturas pendientes entre unos y otros, quizás ha llegado el momento de aferrarse a las excusas de estos días y separarse y, sobre todo, no quieren que el otro piense que les tiemblan las piernas y están dispuestos a llevar la tensión hasta el último día. Pero cuidado, que si están dispuestos a aguantar hasta el último día quizás también son capaces de aguantar hasta la última hora o el último minuto, esperando que el otro ceda. Y cuidado, porque si esperan tanto pueden llegar tarde y, sobre todo, no harán ninguna ilusión.
Nuestro reconocimiento a los que trabajan en primera línea del covid-19 y un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.