El análisis de Antoni Bassas: 'Sánchez prueba ahora el lawfare'
El panorama político español (y el institucional) está patas arriba porque ahora se ha sabido que cuando Pedro Sánchez se cogió esos cinco días de reflexión, su mujer, Begoña Gómez, ya estaba imputada por presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción. Con lo que está más claro que los cinco días no fueron para reflexionar sólo, sino para decidir qué estrategia de defensa política y jurídica tendría a partir de ahora y si resistiría las acometidas del PP y de la justicia.
Lo que ocurre es que el juez situó a la mujer del presidente como investigada, pero no la citó a declarar (ha pasado con imputados del Tsunami, no es nuevo). Total, que el juez mantiene la investigación abierta aunque la Guardia Civil le envió un informe en el que descartaba que Begoña Gómez hubiera cometido delito alguno. El PSOE está probando la misma medicina que los independentistas catalanes. Por eso hablo de crisis institucional. Si desde una dirección de correo del CGPJ se envía unas instrucciones a los jueces para retrasar la aplicación de la amnistía, estamos ante una justicia patriótica, como esa política patriótica del ministro del PP Fernández Díaz.
Mientras, el PP ha hecho algo más que oler problemas, en plena campaña para las europeas, que Sánchez trata de tapar con mucho ruido con Milei y Palestina, y sobre todo, Vox. El mensaje de Sánchez en el PP no es “y tú más” sino “y tú, Vox”, “y tú, barro”.
Y mañana, que se aprobará la amnistía, seguiremos sintiendo el apocalipsis. Hoy, Feijóo le ha dicho a Sánchez en la sesión de control: "La Moncloa está investigada por corrupción".
Pedro Sánchez, tan valiente con Ucrania, con Palestina, con Argentina, debería enfrentar la permanente interferencia política del poder judicial por la puerta trasera. Quizás ahora que le toca a él, y no a Junqueras, inhabilitado, oa Puigdemont, exiliado, igual hace algo.
Y hoy le recomendamos esta entrevista a el escritor israelí David Grossman que ha hecho Silvia Marimon.
Buenos días.