El análisis de Antoni Bassas: 'Trapero, de policía a político'
Vuelve Trapero. El consejo ejecutivo de la Generalitat, presidido por Salvador Illa, nombra hoy a Josep Lluís Trapero como nuevo director general de los Mossos. Es un cargo político que hará que, paradójicamente, el policía más famoso de Catalunya tenga que ir, a partir de ahora, vestido de paisano y sin placa ni pistola.
La fuerza simbólica de Trapero es tan alta que el propio Salvador Illa, cuando era candidato, avanzó en un debate electoral que le nombraría director general de los Mossos. Le ven solidez profesional y el juicio de la Audiencia Nacional le dejó limpio de responsabilidades penales y de connivencias con el independentismo cuando dijo lo que tenía un plan para detener personalmente a Puigdemont.
Si Trapero tendrá un cargo político, ¿quién dirigirá a los Mossos? Dos personas de su máxima confianza. Nominalmente, el nuevo comisario jefe será Miquel Esquius, que ya lo había sido en la época del consejero Buch. Esquius es un hombre dialogante, apacible, pacificador y tiene muy buena relación personal con Trapero. De número dos tendrá Alícia Moriana, que aspiraba a mayor como Sallent (es la que llevó el nombramiento de Sallent a los tribunales), y es una policía con fama de extremadamente exigente y estar muy encima del día a día. O sea que Esquius y Moriana son dos perfiles muy complementarios.
La consejera Parlon anunció ayer los cambios. Ya se sabe que, en todo gobierno, el responsable político de la policía tiene un plus de responsabilidad y cuota de pantalla. La explicación de Parlon fue muy genérica:
“En el cuerpo de Mossos d'Esquadra comienza un nuevo tiempo, con nuevos liderazgos. No tanto por el cambio de personas, porque se debe agradecer la labor que se ha hecho por parte de la jefatura, pero ahora necesitamos nuevos liderazgos, nuevas formas de organizar toda la estructura de mandos”.
Es verdad que es un tiempo nuevo y habrá una nueva estructura, pero esto es una obviedad. Trapero no viene a ejercer un liderazgo nuevo. El suyo es clásico: quien lleva los galones, manda. Escucha, piensa, pero manda. Y Trapero ha ejercido sus responsabilidades con un celo que le ha llevado a tener fans a pesar de él, según él, y encantado de la vida, según sus detractores.
¿Un policía como Trapero, alguien que dice que él no trabaja de mozo, sino que es mozo, sabrá hacer de político y respetar la autonomía de los profesionales uniformados? Si le sentimos a él, sí. Éste es Trapero, en el plató del ARA, en abril del 2017, cuando dirigía a los Mossos, hablando de la relación con los responsables políticos: “Yo me debo, también, en el ámbito de la dirección política, al director general de la policía, al conseller, al presidente, porque somos la policía de la Generalitat. Esto va por delante. Pero existe un ámbito técnico que es importante, que se respete la profesión y los profesionales. Yo siempre digo: mal no, lo siguiente, cuando el policía quiere hacer política, y me ha hecho alguna pregunta en ese sentido, y desastre cuando la política quiere acabar haciendo de cabo, desastre. Entonces, toda la lealtad del mundo, pero también toda la exigencia de que este ámbito técnico corresponde a los profesionales”.
Eduard Sallent ha sido cesado y todo el cuerpo está esperando la respuesta del juez Llarena en el informe de por qué escapó Puigdemont. Los Mossos siempre lo tienen difícil para dejar de estar en el ojo del huracán. Cuando lo hacen bien porque lo hacen bien (atentados del 17 y 1 de Octubre) y cuando no (operativo de Puigdemont), también. Ser un cuerpo armado catalán que ocupa el puesto de la Policía Nacional y la Guardia Civil le hace estar bajo el foco, siempre.
Buenos días.