Macroeconomía

Ascenso fulgurante, caída dramática: el gran misterio de la economía irlandesa

La reforma del impuesto de sociedades a partir del 2024 abre enormes retos para las cuentas públicas de Irlanda

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Joe Biden, durante su intervención a la catedral de Muredach, en el condado de Mayo, en Irlanda, el 14 de abril del 2023.

Londres¿Es posible trazar en el reciente viaje a Irlanda del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, algunos de los grandes beneficios y dolores de cabeza futuros de la economía de la república? ¿Ha caído Irlanda en recesión, la más dura y repentina de la Unión Europea, durante el primer trimestre del 2023? ¿Hay alguna relación entre la dependencia de las grandes multinacionales norteamericanas –tecnológicas y farmacéuticas– y la bajada que la oficina central de estadística del país ha registrado?

A principios de junio se facilitaron los datos definitivos: el producto interior bruto (PIB) se hundió en un 4,6%. Irlanda, al menos de acuerdo con los datos, se situaba así detrás de Lituania, una economía mucho más expuesta a la inflación derivada de la guerra en Ucrania. Pero, ¿es todo esto real?

Irlanda experimentó un crecimiento del 12,2% del PIB en 2022, muy por encima del 3,5% del conjunto de la zona euro. En cifras absolutas, solo Alemania, Francia e Italia contribuyeron más que la república irlandesa al crecimiento del PIB de la eurozona en 2021 y 2022. El auge económico de Irlanda durante el 2022 permitió a las cuentas públicos de Dublín obtener un superávit presupuestario del 1,6% del PIB. La gran mayoría del resto de países de la eurozona combaten a estas alturas déficits superiores al 3%.

Otro índice es posible

Pero si en vez del índice del PIB se usa la llamada demanda interna modificada (MDD, en las siglas en inglés), que elimina la actividad de los grandes gigantes tecnológicos norteamericanos y las compañías farmacéuticas globales con sede en Dublín, los datos resultantes muestran que la economía irlandesa no solo no se hundió los tres primeros meses del año sino que creció en un 2,7%.

A partir de esta medida y los datos que se extraen, el ministro de Finanzas, Michael McGrath, ha destacado la reducción de los precios de la energía, la mejora de la confianza de los consumidores, la fuerte ocupación y el fuerte gasto en la inversión como motores claves del MDD. Solo durante el primer trimestre del 2023, la inversión en construcción aumentó en un 8,7%.

¿Qué explica, pues, la caída del PIB? Los economistas y los funcionarios del Tesoro de Dublín lo atribuyen, en gran manera, a la disminución de la producción industrial de las compañías farmacéuticas, que se hundió en marzo por razones nada claras. Sea cierto o no, lo que pone de manifiesto este elemento es la enorme dependencia de Irlanda de estos dos sectores. Son la razón de su bonanza, pero también su potencial talón de Aquiles.

Sede de Facebook en Dublín.

En 2016, una vez superada la crisis financiera de 2008 y el rescate del Banco Mundial, el FMI y la UE, Apple reubicó sus activos de propiedad intelectual en Irlanda, hecho que contribuyó en mitad del milagroso crecimiento del 26% del PIB del país aquel año. El economista Paul Krugman la llamó “la economía del duende”. Apple mostró el atajo de un camino iniciado antes por Intel.

Además, la pandemia también puso de relieve el papel de Irlanda como gran centro de fabricación de productos farmacéuticos. Nueve de las 10 principales big farma tienen grandes plantas de producción en la isla. De vuelta, el Brexit ha favorecido a Irlanda en cuanto a que es el único país de la UE de habla inglesa. Esto facilita que las multinacionales operen y disfruten de un acceso sin barreras al mercado único comunitario.

Competencia desleal

Irlanda se ha beneficiado enormemente de su bajo impuesto de sociedades, del 12,5%, muy por debajo del de otros países de la UE, donde la media es del 21,5%. En 2022, los ingresos por este concepto crecieron en un 50% en relación con el año anterior. Solo diez multinacionales norteamericanas –de nuevo, tecnológicas y farmacéuticas– pagan casi el 60% del impuesto de sociedades que recauda Dublín, según los datos del Centro de Estudios Europeos Wilfried Martens. De manera directa e indirecta, las multinacionales norteamericanas dan trabajo a más de 375.000 personas, el 15% de la mano de obra del país. Gracias a estos extraordinarios beneficios, se espera que el superávit presupuestario del gobierno irlandés aumente hasta los 10.000 millones de euros en 2023 y los 16.000 millones de euros en 2024.

Pero la actual dependencia dual de las tecnológicas y las farmacéuticas implica también un gran riesgo. Si caen los beneficios de Google, Amazon, Intel, Apple o Facebook, caerá la liquidación de sus impuestos y estas corporaciones reducirán el número de puestos de trabajo.

Además, en 2021, cerca de 140 jurisdicciones fiscales, incluida Irlanda, acordaron una importante reforma sobre la manera de tributar de las multinacionales en el futuro. A partir del 2024, el tipo mínimo del impuesto sobre sociedades será del 15% para estas grandes empresas, hecho que puede reducir el atractivo de la isla como refugio fiscal en comparación con otros territorios. Otra reforma de la OCDE que puede erosionar drásticamente los ingresos futuros de Irlanda es la que reasignará una parte de los beneficios de la empresa al lugar donde tiene realmente las ventas o los usuarios.

Hasta ahora, el pago de la factura fiscal se calculaba en función de la base legal de la empresa o de su filial, sin importar cuántos beneficios redirigieran a otras partes del mundo con el fin de ahorrar impuestos. Para Irlanda, las consecuencias son obvias: las multinacionales norteamericanas que operan en la UE se verán obligadas a dividir parte de sus ventas por cada estado miembro. De este modo, se reducirán significativamente las cantidades que se pueden ahorrar a través de Irlanda.

El departamento de finanzas irlandés estimó en enero que la mitad del impuesto sobre sociedades que ingresa (10.000 millones de dólares) es transitoria y se perderá a medida que se apliquen las reformas fiscales. Esto se traduce en más del 10% del gasto total del gobierno para el 2022, más que todo el presupuesto de educación. Si el presente de Irlanda es confuso, en función de si se tiene en cuenta el PIB o el MDD, el futuro aparece mucho más incierto.

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