Carta a mis dos chicos: preguntar si el feminismo ha ido demasiado allá es trampa

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Carta a mis dos chicos

Hijos, el próximo viernes será 8M y os escribo esta carta con la misma intención que hacemos la lista de la compra en nuestro grupo de WhatsApp, para no olvidarnos de nada.

Hay un tema que me preocupa hace tiempo. No en vosotros, sino así en general. Las encuestas dicen que muchos chicos jóvenes se sienten agredidos por el discurso feminista. Y creo que la clave de bóveda del feminismo está en hacer entender que hay una situación que no es agradable y que no la han elegido ellos. Que no lo ha elegido ustedes, pero que está ahí.

Los chicos tienen privilegios por el mero hecho de nacer chicos. Lo que no quiere decir que tenga una vida de tiktoker ideal. Pero por ahora la cosa está así. No sois el doctor Maligno que ha ideado al patriarcado. Pero habéis nacido chicos y su hermana chica. Y aunque sea una mierda admitirlo, lo tiene más fácil que ella ya partir de ahí tiene la responsabilidad de actuar en consecuencia. De no hacer ver que esto no ocurre. No hace falta que explique los qué concretos que sufrimos las mujeres (volver sola a casa de noche, la violencia sexual de todo tipo desde pequeñas, las cifras dicen que en casa todavía hacemos mucho más a las mujeres, y no digo más cosas que me canso de mí misma).

¿Y qué significa ejercer esta responsabilidad? Saberlo y actuar cuando toca. Cuando un amigo hace un chiste machista –que duros, algunos chats de WhatsApp–, no ser los que se callan para no quedar como unos antipáticos. Se puede decir: "Esto no me gusta" cuando ve según qué. Cuando le toque convivir con una mujer –sea pareja o compañera de piso–, asumir tanto pensar qué hacer como hacerlo, repartiéndose todo de forma equitativa. Porque pensar qué hacer es tanto o más importante que hacerlo. Pedir que haya mujeres hablando cuando va a un acto (sólo una no es suficiente). Si tiene hijos, educarlos sabiendo que las niñas crecemos sin tantos referentes positivos como vosotros y se nos hace más difícil imaginar que podemos ser científicas, programadoras de videojuego o cualquier otra profesión relacionada con la tecnología. Por no hablar de apoyar y acompañar a las mujeres que tengan cerca que pasan por una situación tóxica en relaciones con hombres o de maltrato o violencia. Creerlas. Recordar que no existe literatura, ni cine ni series de chicas. Porque no hay literatura ni series, ni cine de chicos. Votar en consecuencia. Darse cuenta de que preguntar si el feminismo ha ido demasiado allá es trampa. ¿Más allá de qué y de quién? ¿Las mujeres no merecemos lo mismo que los hombres? O entender que no es lo mismo que un hombre toque el culo de otro sin permiso que si lo hace a una mujer –y ninguna de estas situaciones debería pasar, pero una se hace desde el privilegio a una persona que no lo tiene–. Saber que el consentimiento no es sólo decir "sí"; también significa crear un espacio de confianza en el que se pueda decir "sí". Y escuchar a las mujeres cuando hablan tal y como hizo cuando yo hablo.

Esta lista –ya se lo he dicho– sólo es para recordar. Por tenerlo presente. Para seguir siendo como sois, dos chicos feministas. Y sé que la lista la puede completar usted mismo sin mi ayuda. Gracias. Os quiero.

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