El coche de Ford que parecía diseñado por Homer Simpson
Atención al spoiler: lo recuerda poca gente, pero Homer Simpson tiene un hermanastro. Se llama Herb Powerl y dirige una importante marca de automóviles. El mundo lo descubrió el 21 de febrero de 1991. Pensando en el decimoquinto capítulo de la segunda temporada deLos Simpsons, los guionistas habían urdido un argumento trepidante que acababa con un Homer que debía diseñar el nuevo modelo de coche de la marca del Herb. El vehículo -aquí no hay spoiler- acababa siendo una auténtica chapuza y la empresa de su hermanastro acababa quebrando. El episodio habría pasado sin pena ni gloria si no hubiera sido porque el coche ideado por Homer se parecía muchísimo al Ford Edsel, un modelo de la todopoderosa Ford creado en 1957 y que se convirtió en un auténtico fiasco: aún hoy en día es considerado por muchos analistas el grande epic fail automovilístico de la historia.
A mediados de los años cincuenta el mercado norteamericano de la automoción vivía momentos de grandes tensiones. General Motors (GM), reconocida durante mucho tiempo como la primera productora mundial de automóviles, empezaba a ponerse nerviosa por una Ford Motor Company que le había empezado a arañar terreno. Sin ir más lejos, en 1957 había ocurrido algo inédito: los estadounidenses habían comprado más Fords que Chevrolets, la marca insignia de GM. Chrysler también subía fuerte. Los nervios ya estallaron cuando Ford anunció la salida de un modelo que debía convertirse en “el coche del futuro”.
Del vehículo de Ford se sabía poco. La compañía había lanzado en 1957 una larga, costosa e impactante campaña publicitaria en la que el coche aparecía escondido bajo una lona o demasiado desenfocado para llegar a reconocer sus detalles. Pero el 4 de septiembre de 1957 lo presentaron en sociedad. Avalado por una inversión de 400 millones de dólares de la época en investigación, y un intenso estudio de mercado, los consejeros de Ford estaban seguros de haber hecho un producto llamado a ser toda una revolución. "Hemos creado un automóvil completamente nuevo", habían anunciado. Sin embargo, cuando levantaron la lona, a Ford le llovieron más críticas que billetes verdes.
Ciertamente, Edsel tenía innovaciones, como un velocímetro mejorado, indicadores de avería del motor y un sistema de cambio automático situado en medio del volante. Pero el horizonte de expectativas creado por la intensa campaña publicitaria había puesto el listón demasiado alto.
En realidad el coche no era ninguna gran novedad: compartía parte de la ingeniería y carrocería con otros modelos de la firma, tenía un alto índice de problemas técnicos, consumía más gasolina que sus competidores y, además además, la gente le consideraba feo y caro. De hecho, a finales de la década de los 50 los consumidores habían empezado a pedir unos coches más económicos y sencillos, justo lo contrario a la apuesta que había hecho Ford. En 1958, pese a haber desplegado una gran red de nuevos concesionarios Edsel en todo el país, Ford tan sólo había logrado entregar las llaves de 68.000 vehículos. Al año siguiente la cifra había descendido hasta los 47.000. El fracaso era mayúsculo. El 19 de noviembre de 1959 la compañía emitió un comunicado que enterraba a Edsel para siempre.
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La lección
“A pesar del estudio de mercado, Ford se equivocó -dice Walter Garcia-Fontes, decano de la facultad de economía de la UPF-. En la posguerra se creía que para vender muchas unidades de un producto era necesario que fuera bueno e innovador, pero cuando apareció Edsel la cosa estaba cambiando: la demanda era un precio accesible”.