Colorear la paz del Priorat
“No es lo que plasmas sino lo que haces ver a los demás”. Recoge la afirmación del pintor francés Edgar Degas para contar su trabajo artístico. La diseñadora Montserrat Adzerias pinta con vino la amplitud de los paisajes prioratinos por donde ha caminado y oído desde pequeña. La familia era de Cornudella y ella ha vuelto a vivir en los 50. Lo llama “cartografías oníricas” y refleja tanto la inmensidad de la sierra de Montsant como la sencillez de una cepa, en reposo, desnuda de vegetación. Lo hace con un estilo propio que ha afinado después de vencer dos inconvenientes: la oxidación y la originalidad. “Antes trabajaba con tinta china y un día que vendimábamos el viñedo de la familia, se manchó un jersey. Allí intuí las posibilidades del vino en el arte. Con las botellas que había en casa creé un desplegable lleno de cromatismos”, recuerda. "Me interesan desde siempre los retratos y pensé primero en hacer grandes formatos con rostros del Priorat, pero el color evolucionaba demasiado rápido y no encontraba que hubiera personalidad", se sincera. Más de 700 piezas después, se atreve a pintar con las madres del vino, caminos y rincones recónditos del Montsant, Siurana o Les Gritelles. “Dibujo de memoria, imagino que soy un pájaro y pienso cómo lo vería desde el aire: las rocas, las piedras, los singles, los olivos, las cepas”, precisa.
Colorea sobre vidrio el territorio que habita y lo hace de una forma genuina. Con la técnica del monotipo, digitaliza la pieza para conservar el color óptimo, antes de que se oxide. Escanea a muy alta resolución y lo plasma en piezas únicas y series limitadas sobre metal, madera, hilo de algodón o tela. “Hay una interpretación minimalista y meditativa de la cepa que me conecta con los antepasados de Cornudella y que me obliga a pensar mucho ya realizar una realización muy rápida. Nada que ver con los paisajes expansivos que reclaman tiempo y profundidad en el gesto”, sintetiza. Se reconoce amante de los grandes formatos y confiesa: "En el camino de aprendizaje he perdido el miedo a pintar, así como a fiarme de mí misma". Tiene deleite por la paleta infinita de colores que obtiene del prensado de diferentes uvas y bodegas de la DO Montsant y DOQ Priorat, pigmentos que van del carmín al granate.
Le emociona exponer en espacios empapados de historia vínica y humana, como la Cartuja de Escaladei o la Bodega Cooperativa de Cornudella, que la religó de nuevo a la comarca. La obra de Adzerias captura el valor de una tierra salvaje pero también analgésica. Es feliz cuando, desde Estados Unidos, una clienta le escribe: “Contemplo el Hort d'en Pit –que es donde ella iba a plegar avellanas de pequeña, en Cornudella– colgado en el comedor de casa y respiro la paz del Priorat” .